El que fuera director financiero de la promotora Dico entre 2002 y 2003, David Merino, confesó en 2008 de forma manuscrita y mediante diversas actas ante un notario de Madrid el modus operandi en Valdemoro (Madrid) de la trama de corrupción urbanística y pago de comisiones presuntamente liderada por el exsecretario general del PP de Madrid Francisco Granados y sus amigos empresarios David Majarliza y Ramiro Cid. Cerraban sus operaciones en cacerías con “bodas de sangre incluidas”, partidas de póquer y “juergas” celebradas en chalets.
Esas monterías, que tenían un coste de 9.000 euros por cazador, eran pagadas por constructores con intereses inmobiliarios en la Comunidad de Madrid. En concreto, varias jornadas cinegéticas entre 2003 y 2006 corrieron a cargo del grupo Dico, que fue una de las promotoras beneficiarias de los contratos de la red.
Merino, que fue testigo de esos pagos y participó en algunas de las cacerías donde se negociaban las adjudicaciones de obras y el monto de las mordidas, entregó a Manos Limpias la declaración, firmada ante notario y acompañada del citado manuscrito, en la que describe con todo lujo de detalles el modus operandi de la red corrupta. El sindicato liderado por Miguel Bernad presentó ayer toda esa documentación en la Fiscalía Anticorrupción.
En dicho manuscrito se asegura que el grupo Dico invitaba a Francisco Granados y a su sustituto en la alcaldía de Valdemoro “a participar en grandes cacerías con todo tipo de lujo, donde se pactaban el reparto de las comisiones y los artificios contables para generar dinero B”. Granados cobró sobornos en metálico en esas cacerías, que se celebraban en fincas de Toledo o Ciudad Real.
políticos y jueces Los invitados estrella eran los políticos a los que había que cortejar. Solían agruparlos por zonas y partidos, por ejemplo, alcaldes del PP del área noroeste de Madrid (Las Rozas, Pozuelo...). También solía asistir un polémico juez, Roberto García-Calvo, que fue magistrado del Tribunal Constitucional hasta su fallecimiento en 2008.
En estas jornadas cinegéticas se realizaba la llamada ‘boda de sangre’ (el cazador que abatía la primera pieza era bautizado usando las vísceras del animal). Las cacerías comenzaban un viernes y se prolongaban hasta el domingo. Al llegar la noche se celebraban partidas de póquer con grandes cantidades de dinero sobre la mesa que ponían los constructores, Julián Giménez de los Galanes y Francisco Colado, dueños del grupo Dico e imputados en la operación Púnica.
No escatimaban en gastos. Según fuentes de la propia empresa constructora, no había límites a la hora de matar venados y jabalíes. La comida se encargaba a prestigiosos restauradores y en una ocasión hasta se utilizó un helicóptero para traer marisco. Además, si el cazador de turno así lo deseaba, por la noche se le ofrecían prostitutas, de las que podía disfrutar en la finca o en los hoteles cercanos en los que se alojaban.