El papel del euskera en la Navarra del cambio
Cuatro personas vinculadas a la lengua vasca analizan el uso partidista del idioma y reflexionan sobre el futuro
la agresividad con la que algunos agentes políticos y sindicales están utilizando el euskera como arma contra el cambio institucional no ha sorprendido en la comunidad euskaldún, donde sin embargo se apuesta por una reflexión serena que permita corregir la política excluyente de los gobiernos de UPN con mucha pedagogía. “Hay una utilización política de quienes están en contra del euskera. Pero no es nueva, así que no nos puede sorprender porque no quieren que se haga otro tipo política”, señala Maite Inda, del Consejo de los Organismos Sociales del Euskera, Kontseilua, que recuerda que durante años “se ha obstaculizado” el desarrollo del euskera “diciendo que aprenderlo era una imposición”.
Por su parte, el escritor Aingeru Epaltza, sostiene que “una de las obsesiones de la derecha navarra ha sido la invisibilización del idioma y convertir el euskara en un elemento extraño para la mayoría de los navarros”. “Incluso gentes que se tienen a sí mismos como progresistas han interiorizado ese discurso”, constata Epaltza, que lamenta que ahora “todo, hasta el menor cambio presupuestario, se ve como una agresión a Navarra, una imposición abertzale o algo que poco o nada tiene que ver con los intereses y los deseos de la mayoría, como si los euskaldunes no fuéramos navarros”.
Esta es una línea en la que incide el periodista Juan Kruz Lakasta, que sostiene que se ha apostado por fomentar “el miedo, incluso el odio al diferente”. “Han inventado una nueva acepción de xenofobia, el odio a otra comunidad lingüística”, apunta Lakasta, que sin embargo considera necesaria también una autocrítica.
“Desde el principio de la legislatura se veía que iban a utilizar el fantasma de la imposición del euskera, y no se ha sabido reaccionar a tiempo. Ni desde las instituciones ni desde el movimiento ciudadano”, añade el periodista, que remarca que “tener la razón no es suficiente”. “Han sido muchos años de hegemonía regionalista, y hay que explicar que se tiene razón y articular mayorías sociales claras”, defiende.
“Ha podido haber errores de comunicación a la hora de explicar algunas medidas”, admite Mikel Arregi, director-gerente de Euskarabidea, el Instituto Navarro del Euskera que depende del Gobierno foral, pero que “visto el nivel de crispación generado de manera consciente” cree que “el problema está en la falta de voluntad a escuchar y proponer, porque el objetivo es que no se haga nada y sacar rentabilidad política”. “El principal problema es que hay grupos políticos que están cuestionando la legalidad vigente en materia de derechos lingüísticos. Navarra es una comunidad bilingüe”, argumenta.
Se trata, por ello, de “aceptar que tenemos dos lenguas propias”. “El euskera debe ganar espacios de uso y ser dotado de prestigio social. Pero ello no tiene que realizarse en detrimento del castellano sino dándole un trato de igualdad. El Gobierno de Navarra debe tener en cuenta que la planificación a desarrollar debe ser progresiva pero sin pausa”, apunta Arregi, que considera que el “éxito” depende de lograr un “consenso” que permita la buena convivencia de las dos lenguas propias de Navarra. “La última modificación de la Ley del Euskera es un buen ejemplo”, sostiene.
“Hace falta mucha pedagogía”, añade Inda, que defiende que no se trata de una cuestión de “ritmo”, sino de “derechos”. “No se puede caer en la inacción por miedo a la pataleta. El vértigo se supera con pedagogía, diciendo que va a haber igualdad democrática en todos los ámbitos, ya sea el laboral, el social o el lingüístico”, expone Inda.
“Ahora mismo lo prioritario es explicar bien las cosas a la mayoría social favorable al cambio en Navarra. Y para ello lo más eficaz podría ser hacerlo en términos de principios democráticos”, defiende Lakasta, que argumenta que “acabar con la era la marginación sistemática de los vascoparlantes es cambio, justicia social y democracia”. “Y oponerse a eso es oponerse al cambio, a la justicia social y a la democracia”, señala el periodista, que asume que “esta seguirá siendo la principal arma contra las instituciones del cambio durante toda la legislatura”.
“El bombardeo va a ser siempre inmisericorde y desproporcionado”, coincide Epaltza, que aboga por “seguir actuando, pero de forma mucho más cauta, aunque sólo sea para reducir al mínimo el desgaste”. “El modelo apisonadora que UPN utilizó inmisericordemente con los euskaldunes no sirve”, argumenta el escritor, que ve necesario “alejarse de los máximos, mucho consenso, mucha mano izquierda y mucha sociedad civil en la que apoyarse”. “El mundo no se acaba en las instituciones”, recuerda Epaltza, que recomienda “políticas informativas acertadas y claras”, y “ser un poquito más perros”, en el “sentido más navarro de la palabra”.