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30 años del portazo de Navarra a la OTAN

Las fuerzas antimilitaristas, pacifistas y de izquierdas obtuvieron hace 30 años una sonada victoria moral en Navarra. El rechazo al referéndum que preguntaba por la permanencia de España en la OTAN fue mayoritario.

30 años del portazo de Navarra a la OTAN

Justo hoy hace 30 años, Navarra amanecía en un estado de satisfacción generalizada. La víspera se había celebrado el polémico referéndum que el presidente español, Felipe González (PSOE), convocó para defender la continuidad de España en la OTAN y, por una vez y sin que sirva de precedente, el resultado satisfizo prácticamente a todos.

Las plataformas antimilitaristas y las fuerzas de izquierdas festejaron el contundente rechazo de la Comunidad Foral a seguir en la Alianza Atlántica, ya que se contabilizaron 130.828 votos por el no (53,44%), mientras que el sí solo recogió 99.815 adhesiones (40,77%) y fueron 14.167 (5,79%) las papeletas en blanco y 3.775 (1,53%) las nulas.

La Coordinadora Pacifista de Navarra, integrada por el Partido Carlista, el Partido Comunista-EPK, las Juventudes Socialistas -que se desmarcaron de su propia formación-, y los sindicatos CCOO y USO, subrayó la “victoria moral” lograda y criticó la “vergonzante campaña y la utilización de los medios de comunicación públicos, especialmente Televisión Española” que hizo el PSOE para salir airoso de la complicada contienda.

También Herri Batasuna se felicitó por el resultado, al tiempo que censuró los modos utilizados por el PSOE para ganar el referéndum, que Iñaki Aldekoa tildó de “vergonzosos”.

Los socialistas, que en las jornadas previas a la votación habían tragado saliva ante el temor a una derrota a tan solo tres meses de las elecciones generales, no tuvieron el menor reparo en brindar con champán esa misma noche en su sede de Pamplona. Pese al portazo de Navarra a la organización militar, su secretario general y presidente del Gobierno foral, Gabriel Urralburu, hizo una peculiar lectura del resultado. Vino a decir que el PSN había superado con éxito la prueba, ya que “los 12 puntos porcentuales de diferencia a favor del no” suponían la misma diferencia entre quienes habían apoyado al PSOE en los comicios estatales de 1982 y los que lo habían hecho en la Comunidad Foral.

También fue positiva en términos generales la lectura que la entonces dividida derecha navarra hizo del escrutinio. Coalición Popular, que era una organización claramente favorable a la integración de España en la OTAN, recomendó una ventajista abstención. De esta forma, no obstaculizaba la permanencia en la Alianza Atlántica y se atribuía para sí los votos de todos los que decidieron no asomarse por las urnas. Fue el caso de Pancha Navarrete, que no se ruborizó al afirmar que si se hubiera votado a unas generales, “Alianza Popular (AP) hubiera conseguido una mayoría absoluta”. Contaba para su causa a los 148.256 (el 37,36% del censo) abstencionistas.

No tardó en pasar de la ensoñación a la realidad. Solo tres meses después, el 22 de junio de 1986, en los comicios estatales AP se quedó en 80.922 votos (el 29,63%) pese a haberse coaligado con UPN y el Partido Liberal que entonces lideraba López Borderías.

La CAV, Catalunya y Canarias

Además de Navarra, en otras tres autonomías fue mayoritario el no a la OTAN. Fueron los casos de la CAV, Catalunya y Canarias. El mayor rechazo se registró en el País Vasco, donde los contrarios a pertenecer a esta alianza fueron más del doble (700.539, el 65,67%) que los partidarios de continuar (336.518, el 31.55%).

El PNV, que en aquel momento sufría una guerra interna previa a la escisión que en otoño precipitaría el nacimiento de Eusko Alkartasuna, dio libertad de voto a sus militantes. No obstante, destacados dirigentes como Xabier Arzallus o José Antonio Ardanza apostaron abiertamente por el sí. En cambio, el lehendakari, Carlos Garaikoetxea, Koldo Amezketa o el carismático alcalde de Vitoria, José Ángel Cuerda, abogaron por el no, que sin duda fue mejor recibido por las bases sociales del partido.

Algo más ajustado fue el triunfo del no en Canarias -se impuso por 280.639 votos (el 51,13%) a 242.015 (el 44,09%), y Catalunya, autonomía en la que 1.466.639 se decantaron por el no (el 50,99%) y 1.263.416 escogieron la papeleta del sí (43,92%).

En el conjunto del Estado, Felipe González, que gobernaba con mayoría absoluta, tuvo que tirar de toda la maquinaria y combinar la demagogia con la pedagogía hasta terminar de convencer a un electorado que no estaba muy por la labor de sumarse a esta organización militar.

Indiscutible líder de aquel momento político, González supo transformar aquel eslogan socialista que rezaba OTAN, de entrada no en un sí aparentemente condicionado a que España no se incorporaría a la estructura militar, a la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en el territorio y a la reducción de las bases militares estadounidenses en el Estado.

Nada de esto se ha cumplido 30 años después. España se sumó a la estructura militar el 1 de enero de 1999; desde 2009 tiene en marcha un proyecto para el almacenamiento de residuos nucleares y el Polígono de Tiro de Bardenas sigue a pleno funcionamiento desde 1951.

El cambio de posición respecto a la OTAN provocó en las filas del PSOE un importante alboroto interno. Lo más significativo fue la dimisión del ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Morán, en desacuerdo con el giro que había dado el partido en este tema.

González, que llegó a anunciar que dimitiría si se imponía el no, ganó el referéndum con cierta holgura: 9.054.509 votos a favor (52,5%), frente a los 6.872.421 votos en contra (39,85%). Además, se contabilizaron 1.127.673 votos en blanco (6,54%) y 191.849 (1,11%) nulos.