La batalla de la izquierda
Las urnas determinarán si será EH Bildu o bien Elkarrekin Podemos quien se erija en la primera fuerza de la izquierda de la CAV. De momento, las encuestas coinciden en inclinarse en favor de los soberanistas
Con un caladero más disputado que nunca por las tres formaciones políticas que compiten por capturar la mayor cuota del voto de la izquierda, la batalla en torno a ese pedazo del electorado está siendo una de las batallas más reseñables de la campaña del 25-S. EH Bildu, Elkarrekin Podemos y PSE luchan encarnizadamente por hacerse con el mayor pedazo del pastel de escaños, aunque las encuestas ya auguran quién se embolsará el plato más goloso. Aunque ambos lejos del victorioso PNV, los datos arrojados por los recientes estudios sociológicos ponen a la coalición soberanista en la segunda posición frente a la encabezada por Pili Zabala, que parece haber perdido el empuje del que ha hecho gala en las dos últimas elecciones generales, para quedarse terceros. Recuperando posiciones gracias al efecto Otegi, la izquierda aber-tzale ha ido ganando terreno durante los últimos meses. Tanto la encuesta de Gobierno Vasco, como la del CIS y las dos de EITB creen que quedará en la segunda plaza por delante del partido morado por una ventaja que podría ir de uno a cuatro escaños. Los sondeos le auguran de 16 a 17 actas, por encima de las 13 o 16 del partido morado.
El adelantamiento de Elkarrekin Podemos por la izquierda a EH Bildu, una realidad constatada en el último año en otras citas electorales e innumerables encuestas, quedaría en agua de borrajas. La ciudadanía ha dado sobradas muestras de que no es lo mismo votar en las generales o las autonómicas, forales o municipales. El transcurrir de la campaña, de hecho, consolida el hueco de entre uno y cuatro escaños de los soberanistas, que recuperan algo de terreno tras una travesía electoral en el desierto que parece haber acabado con el retorno de Arnaldo Otegi. Pero, a pesar de que los números no les son favorables, los de Zabala tampoco pierden la esperanza: salen “a ganar”. Sin embargo, la coalición formada por Podemos, Ezker Anitza-IU y Equo apenas consigue arañar un escaño cuando se entra en las jornadas decisivas de una campaña.
Sin que el PSE sea un rival que pueda amenazar las dos primeras posiciones en la disputa por el liderazgo de la izquierda, EH Bildu y Elkarrekin Podemos han protagonizado una campaña de corte social con medidas programáticas en las que en muchos casos llegan a coincidir. En ese ámbito es donde mejor se mueven para captar al electorado más proclive a sus postulados, aunque tampoco han hecho ascos a exponer el suelo sobre el que debería de asentarse el debate del modelo territorial de la futura CAV. Esta cuestión es la que mayores diferencias ha hecho florecer, aunque unan sus caminos en la necesidad de actualizar un Estatuto de Gernika que ha quedado caduco más de tres décadas y media después de ser gestado. Cosa bien distinta es cómo hacerlo: unilateralidad o bilateralidad, pacto con el Estado o sin acuerdo. La meta compartida es el derecho a decidir, eso sí. La gestión de la paz y la convivencia a futuro también ha ejercido de elemento discordante entre las dos coaliciones, con Podemos pidiendo actitudes éticas a todos los partidos y autocrítica.
Podemos ha sido primero en la carrera de la izquierda en las dos últimas elecciones, pero el catedrático de Comunicación Audiovisual de la UPV y conocedor de los vaivenes de la política vasca, Ramón Zallo, advierte de una realidad palpable. Los últimos exámenes electorales del 26-J y el 20-D supusieron “un voto más para echar u oponerse radicalmente a Rajoy que un voto a favor de Podemos en sí y, por otro lado, jugó especialmente en Euskadi la posibilidad del sorpasso estatal sobre los socialistas rompiendo de paso la lógica del bipartidismo”. Esos factores “ya no están presentes” ahora. El hecho es que “ese voto de aluvión desde distintos lados y sensibilidades hacia Podemos afectó especialmente a EH Bildu”, sobre todo porque “una parte de su electorado entendió que no había hecho los deberes que se esperaban de ella en ese cuatrienio para cerrar el proceso de normalización y para adaptarse a los nuevos tiempos”. De la misma forma, el nuevo electorado joven sin origen netamente abertzale, que tanto suele mirar a los más vanguardistas elementos comunicativos como las redes sociales -donde ambos partidos se mueven como pez en el agua-, “también lo tuvo claro. Unidos Podemos representaba la rebeldía y la alternatividad mientras que EH Bildu no aparecía como proyecto y discurso útil ni creíble para el espacio estatal”. Esos argumentos han pasado al olvido.
La vuelta de Arnaldo Otegi a la vida política tras sus seis años de reclusión en la cárcel, aunque fuera inhabilitado por el caso Bateragune protagonizando un culebrón que capitalizó la precampaña vasca, también es otro factor determinante a favor de EH Bildu. Mientras algunos veían su mensaje anquilosado, “algunos dijimos lo contrario: que podía tener un rol renovador, pacificador interno y de liderazgo nutritivo con la función de catalizador de energías”.
Al menos así lo ve Zallo, quien agrega que los tradicionales postulados de la izquierda abertzale han dado paso a una reactivación de las bases de la coalición abertzale, incluso con la incorporación de caras nuevas a su plancha, caso de las cabezas de lista por Bizkaia o Gipuzkoa, Jasone Agirre y Maddalen Iriarte, o el primer plano que ha adquirido la temática económico-social o el “soberanismo social”. “Verse competido por Elkarrekin Podemos le ha venido bien como lección de humildad que le ha animado a renovar estrategia y discurso, reconectar con su electorado tradicional -no sin problemas- y conectar con la gente joven progresista”, ahonda.
Viraje de eh Bildu Además, “EH Bildu ha aprovechado sus ventajas respecto a Elkarrekin Podemos: la experiencia programática sindical de izquierdas de LAB; su peso en movimientos de todo tipo; su amplia base social que le permite un feedback para el conocimiento sobre el terreno y detectar y afrontar problemas; la experiencia de gestión institucional; los cuadros...”, enumera. Por último, la coalición soberanista también “ha matizado su discurso puramente independentista al reconocer que para avanzar se requiere un pacto con otros sobre una hoja de ruta que haga efectivo el derecho de decisión”.
Esa aparente ventaja de EH Bildu frente a Elkarrekin Podemos se ha visto traducida en las encuestas, que les brindan la posibilidad de ser segunda fuerza. Sin embargo, los de Pili Zabala también pueden ser un rival a tener en cuenta, puesto que su estreno electoral en suelo autonómico puede cerrarse con hasta 16 escaños -y victorias es localidades del cinturón urbano de Bilbao, donde muestran mayor fuerza-, lo que le hará jugar un papel central en el escenario político de la CAV. Es más, ambas se han mostrado dispuestas a explorar las posibilidades de un trabajo conjunto en el futuro hemiciclo de Vitoria. “Aunque no haya habido relaciones significativas entre ambas formaciones, ha habido respeto -no exento de críticas ideológicas mutuas en artículos de opinión-, lo que facilitará sus relaciones como oposición con muchas cuestiones en común en el Parlamento Vasco”, agrega el catedrático de la UPV. “Las cifras -de 30 a 32 escaños- no dan para una coalición de gobierno en ninguna de las tres encuestas, pero ambas formaciones pueden hacer una oposición constructiva muy interesante y proactiva. En lugar de una legislatura rutinaria, de rodillo y de pura intendencia, tendríamos la oportunidad de una legislatutra creativa, de asunción de problemas, de avances significativos en lo nacional y social -tras años de temas congelados en la “barra de hielo”- y de debate público continuo para avanzar”, vaticina. Las urnas del 25-S, en todo caso, dirimirán la pugna de la izquierda.
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