PAMPLONA. Una representación de la Asociación Educativa Berriztu ha propuesto integrar una perspectiva educativa, terapéutica y de género a la hora de ayudar a las familias que sufren situaciones de violencia filio-parental.
"El objetivo de cualquier proyecto que intente ayudar a estas familias sería integrar la perspectiva educativa y terapéutica", ha afirmado en una sesión de trabajo de la Comisión de Derechos Sociales del Parlamento de Navarra la representante de la entidad Mercedes Martínez.
Ésta ha explicado el Programa de intervención familiar especializado en adolescentes agresores en el ámbito doméstico que llevan realizando en Vizcaya desde 2008.
Por ello, ha defendido que las familias cuenten con una parte terapéutica "que les ayude a trabajar y tomar contacto con dinámicas familiares que existen", y por otra parte con un apoyo educativo, de tal forma que se puedan llevar a cabo eso cambios "de manera progresiva".
"Otra parte innovadora del proyecto es la perspectiva de género, que es fundamental en cualquier ayuda con violencia intrafamiliar", ha trasladado Martínez, que ha querido poner de relieve el "problema de género subyacente".
Según ha indicado, en el 33 % de las 97 familias atendidas en 2016 en el Centro Hobetzen, competencia de la Diputación Foral de Vizcaya, existía violencia ejercida hacia la madre por parte del padre, lo cual implica que los hijos e hijas "han estado expuestos a formas de resolución de los conflictos de forma agresiva".
Además, en el 32 % de las mismas, aparecía la madre como única figura de referencia, quien sufre comportamientos violentos en el 100 % de los casos.
Por estos motivos, ha apostado por caminar en el ámbito de la prevención, ya que es un problema que en las últimas décadas "ha ido cogiendo mayor peso", y por el que en el centro vizcaíno se atendió el año pasado a un total de 311 personas.
Martínez ha matizado que la violencia filio-parental la conforman las "conductas agresivas realizadas de manera continuada" por los hijos, habitualmente adolescentes, en "todo tipo de familias" y hacia uno o ambos de sus progenitores "para conseguir poder y control" sobre ellos, por lo que "no tiene un final".
"Es algo continuado que va aumentando en frecuencia e intensidad, cuyo objetivo es ganar poder y control", ha añadido, tras asegurar que para alcanzar este fin "se emplea el abuso físico, psicológico o económico".
Asimismo, ha puntualizado que el 80 % de quienes ejercen este tipo de violencia se encuentran entre 16 y 18 años, aunque el abanico se llega a extender desde los 10 hasta los 22 años.