La ultraderecha remueve el panorama político con una moción de censura que, destinada al fracaso, supone un nuevo bocado en su intento de fagocitar a la parte derecha de un PP cada día más radical. Para ello, los ultras contarán con una publicidad impagable en su estrategia de agitación. Las cámaras en directo y todos los medios de comunicación en diferido no reflejarán otra cosa que su puesta en escena mientras la estrategia de Pablo Casado es sometida a otra 'prueba de estrés', mucho más fuerte que la de la Plaza de Colón. Esta vez a cargo de Ignacio Garriga, curiosamente el candidato de Vox a las inminentes elecciones catalanas.

Garriga iniciará su campaña verbalizando la moción y Abascal defenderá su liderato interno, (enturbiado por un posible fraude en las primarias del partido) presentando su programa de gobierno. Todo a pedir de boca.

¿QUÉ VOTARÁ EL PP?

En el fondo da igual lo que vote el PP. Es como esa jugada de ajedrez en la que juegues lo que juegues acababas perdiendo. Vox escenifica algo así como un jaque a Casado.

Si vota con los ultras se resquebrajará la parte centrista que aguanta incómoda en el partido. Y si vota en contra será la emergente ultraderecha la que le amputará parte de su electorado más radicalizado. Y si se abstiene, pues un poco de las dos cosas.

A Casado ni los amigos le acompañan en su estrategia. Mientras el PP se resiste a hacer pública su intención de voto, UPN ya ha dicho que votará en contra y Ciudadanos también.

Así se explicaría el empeño de promover la moción por parte de los ultras. No van a acabar con Sánchez y lo saben, pero pueden reducir sustancialmente la ventaja que les saca el PP y eso también lo saben. Entonces, ¿quién es el objetivo? El formal, Pedro Sánchez y el real, Pablo Casado.

ABASCAL, EL 'PLAN B' DE SU PROPIO PARTIDO

La ultraderecha no tiene ni apoyos, ni argumentos, ni candidato. Santiago Abascal no es un líder como para tirar cohetes, sus 52 votos sirven para muy poco y una censura en plena pandemia es difícil de argumentar. Solo posee su instinto cainita hacia el PP.

Con todo, Abascal no deja de ser el Plan B de su propio partido. El objetivo era encontrar una figura independiente con tirón en las zonas más derechistas de la derecha. Alguien con cierto prestigio en esos ámbitos, pero no lo encontraron y no les quedó más remedio que tirar de Abascal.

CÓMODA PARA EL GOBIERNO, INCÓMODA PARA EL PP

Para lograr sus objetivos Vox atacará con fiereza tanto a Pedro Sánchez como a Pablo Iglesias y estos han anunciado que serán ambos los que contraatacarán. Intervenciones cómodas y plácidas con las que podrán hacer vibrar a sus incondicionales. Esa es la paradoja, una jornada propicia para los partidos del Gobierno censurado y dura y difícil para el principal partido de la oposición. Se prevé que el PP intente abrazarse a la centralidad, marcando alguna distancia con Vox, pero ahí se encontrará a Ciudadanos luchando a brazo partido por volver a aquel espacio que un día tuvo y luego perdido.

El debate se inicia a partir de las 9:00 horas de este miércoles y se prevé que la moción sea votada el jueves. Todos los partidos, salvo el PP, ya han anunciado su voto por lo que la propuesta de convertir a Santiago Abascal en presidente de Gobierno contará con 52 o 140 votos. Pero como se necesitan los176 que otorgaría la requerida mayoría absoluta, la moción quedará rechazada. Así las cosas al PP sólo le quedan dos posibilidades razonables: votar en contra o abstenerse. El objetivo para Casado es pasar el trago con los menos daños posibles.