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La crónica de la semana

El futuro abertzale en Navarra

El futuro abertzale en Navarra

l nacionalismo vasco celebra este domingo su tradicional Aberrri Eguna en circunstancias nada habituales. Al igual que el año pasado, la situación sanitaria impide grandes concentraciones de gente, así que partidos y organizaciones afines han convocado actos diversos y con limitaciones de aforo que dan a la celebración un carácter menor. Ni siquiera una final entre la Real y el Athletic ha dado margen para una reivindicación patriótica que ha perdido impulso en los últimos años.

Y no es solo culpa de la pandemia. El final de ETA ha rebajado la tensión política, pero también el fervor nacional en una sociedad que terminó exhausta por tantos años de violencia. El proceso catalán ha evidenciado los límites de la vía pacífica unilateral que ya exploró sin éxito el Plan Ibarretxe, y la dura crisis económica primero, y la pandemia después, han fijado las prioridades en otras cuestiones más mundanas y urgentes. La realidad social y política de la Euskal Herria de hoy poco tiene que ver con la de hace 40 años. Ni siquiera con la de hace 10.

Algo especialmente evidente en Navarra, donde las dos fuerzas abertzales principales han ido adaptando su proyecto a una realidad sociológicamente diferente a la de la CAV, de forma cada vez más autónoma. Rompiendo poco a poco con las inercias de un nacionalismo vasco para el que Navarra ha sido siempre una pieza más del puzzle, muchas veces secundaria, y no el ente propio y diferenciado que de forma clara tienen asumido sus ciudadanos, incluida la mayoría de los votantes abertzales.

Una posición política que ha evolucionado desde la tradicional demanda independentista hacia la defensa de un mayor autogobierno basado en la reivindicación de los derechos sociales, y que se ha traducido en un incontestable éxito electoral. Geroa Bai y EH Bildu son hoy piezas clave e indispensables para cualquier mayoría de Gobierno alternativa a la derecha.

En las últimas elecciones autonómicas juntas sumaron el 32% y más de 100.000 votos. Un máximo histórico que mejora los resultados obtenidos en 2011 tras la legalización de Bildu (28%), y el logrado con las expectativas de cambio en 2015 (30%). Sin embargo, ambas fuerzas también han mostrado dificultades para sumar en los espacios de menor tradición abertzale. Una realidad que ahora encaran en el nuevo contexto social y político abierto en Navarra tras la experiencia de los gobiernos del cambio y la apuesta del PSN por sumar mayorías a su izquierda.

Así lo asumen tanto Geroa Bai como EH Bildu, que afrontan su décimo aniversario -ambas nacieron en 2011- con el objetivo de consolidar sus respectivos proyectos. Una fase de reorganización interna que no solo va a servir para revisar su propuesta electoral para 2023, sino que va a marcar su dirección en el medio y largo plazo, y en buena medida también su capacidad de influencia política en las instituciones navarras.

EH Bildu lo hará en su segundo congreso, que culminará en mayo, y que convertirá la marca electoral de la izquierda abertzale en una organización política con estructuras propias. Un paso definitivo para una apuesta política que ha superado los vetos y ha ganado influencia también en Madrid, y que quiere abrirse ahora a nuevos sectores de la izquierda no nacionalista con el objetivo de convertirse en la alternativa al PNV en la CAV y la referencia abertzale en Navarra.

Esta tansformación también ha generado tensiones con un sector de Eusko Alkartasuna, que ha perdido su protagonismo fundacional, sobre todo en Navarra. Y que teme que la nueva estructuración de EH Bildu acabe diluyendo a EA en una organización liderada por la izquierda abertzale, que es quien pone la estructura y la mayor parte de la masa social, y por lo tanto, quien fija la estrategia y el discurso.

También encara un proceso de revisión interna Geroa Bai. La coalición, que ha gestionado con solvencia el Gobierno durante cuatro años, sufre sin embargo una especial volatilidad en su electorado. Con menor implantación territorial que sus rivales, necesita reforzar la estructura interna y ampliar el espacio electoral si quiere afianzar su aspiración transversal en un escenario en el que el PSN lidera el Gobierno con una mayoría de izquierdas, y EH Bildu apuesta de manera clara por una vía posibilista en las instituciones.

La respuesta ha sido Geroa Socialverdes. Un nuevo partido, con estructura propia y liderado por Uxue Barkos, que ahora se debe ajustar en un equilibrio interno con el PNV, que observa los movimientos con un indisimulado recelo. Pero que busca consolidar el espacio de un vasquismo moderado y pactista a través del relevo generacional, nuevas alianzas locales y un nuevo discurso de orientación europeista y verde. Un proyecto todavía incipiente e inconcreto en algunos puntos, pero que nace con vocación de permanencia.

Todo en un contexto de reflexión global en el espacio soberanista, que debe encontrar una vía propia que garantice la aspiración nacional vasca en Navarra, adaptada a una realidad sociológica que ha cambiado mucho en los últimos años. Pero que muestra síntomas de desconexión con las nuevas generaciones, más transversales, interconectadas y multiculturales que la generación que ha dirigido el movimiento abertzale los últimos cuarenta años. Y que se ven mucho más seducidas por el trap irreverente y provocativo de Chill Mafia que por la nostalgia del Gernikako Arbola.

EH Bildu y Geroa Bai han ganado protagonismo en las instituciones, pero tienen dificultades para crecer en espacios menos abertzales

Las nuevas generaciones se ven más seducidas por el trap de Chill Mafia que por la historia del Gernikako Arbola