"Es muy importante que observemos el reconocimiento de unos indultos en un plano más amplio, el de la necesidad de resolver un problema que podríamos definir como el de reencaje de Cataluña en España. Desde esa perspectiva se entiende mejor la oportunidad que tiene el Gobierno y en definitiva el Estado, de ofrecer una medida de gracia que alivie una situación personal individualizada, pero que conecta con unos referentes para una parte muy significativa de la sociedad catalana, que confió en las ideas que esas personas impulsaron y en lo que esas mismas personas representan para Cataluña.

Volviendo al problema fundamental, que es el de reencaje de Cataluña, creo que los indultos suponen un primer paso, que desescala las condiciones de la lógica de conflicto que ha articulado las relaciones en los últimos años, que por cierto no han dado ningún fruto ni a un lado ni al otro. Las últimas elecciones en Cataluña describen perfectamente que las ideas independentistas siguen apoyándose por un número muy significativo de personas, a la par que también es evidente que las urnas demuestran que la vía de la ruptura y la unilateralidad tampoco tienen una legitimidad suficiente para poder llevar a término ningún proyecto de estas características. Aceptando que la lógica del conflicto no conduce a ninguna de las partes a ninguna solución, vale la pena explorar la lógica del diálogo y de la negociación, que puede conducir al acuerdo en un futuro más o menos cercano.

Creo que los indultos dan por concluida una etapa, e inauguran una nueva que desde luego no será sencilla, incorporará muchas incógnitas y no faltarán problemas, porque también hay muchas personas interesadas en que esta lógica fracase, pero que vale la pena experimentar. Un Gobierno de una democracia sólida, robusta como España creo que tiene la obligación de explorar, y creo que este es el gran reto que tiene el presidente del Gobierno, y la generación a la que pertenece; por cierto, también el rey de España".