l Partido Campesino Polaco (PSL, por Polskie Stronnictwo Ludowe) nació en la siniestra época del comunismo en aquel país, y perteneció a una difícilmente definible adscripción ideológica denominada "agrarismo". En sus años de convivencia con el régimen fue la muleta de la dictadura, una coartada que servía para aparentar cierta pluralidad política. Mientras mandó el Partido Obrero Unificado Polaco, y hasta la caída del general Jaruzelski, tuvo el beneplácito de los oligarcas, y siempre fue consciente de su papel decorativo. Luego, con la llegada de la democracia, mutó hacia la socialdemocracia y el centrismo, y se mantuvo vivo a base de integrarse en sucesivas plataformas electorales. Siempre que se habla del PSL se le recuerda como esa organización llamada a socorrer hasta lo más vergonzoso, a poner su palmito al servicio de un poder superior que no combatía, sino que apuntalaba.

La comparación es exagerada, cierto, pero visto el devenir más reciente de UPN no es demasiado osado establecer algún paralelismo entre aquel partido y este, y no solo por lo del agrarismo. El Comité de Garantías y Disciplina de los regionalistas ha condenado sumariamente a Sayas y Adanero, atendiendo sin rechistar el crudo dictado de la voluntad de Esparza, y a pesar de que se intentó establecer una mediación para que las aguas no se desbordaran, como contaba en estas páginas Ibai Fernández. En efecto, se propuso que se sentaran en una mesa los repudiados diputados, de una parte, y el repudiador presidente del partido, por otra. Pero este se negó. Lo cual significa inequívocamente que Esparza es plenamente consciente y, por tanto, plenamente responsable, de lo que supone patear a los dos insubordinados. Quedarse en la parte de los detalles -si su indisciplina lo merece, si se comunicaron apropiadamente las decisiones entre las partes enfrentadas, o si merecía la pena la reforma laboral- es distraer la atención de lo principal. Lo que constituye la esencia de este episodio son dos cosas. Una, el autoritarismo del jefe del partido, en unos niveles de vileza que no se recuerdan. Y dos, el hecho de que ese mismo personaje ya ha decidido en qué va a consistir para los restos el proyecto de UPN. Su nepótica decisión habla de su determinación por mover el rabito ante los socialistas y pretender sólo el papel político que estos le concedan. La misma componenda del Partido Campesino Polaco, un servilismo consciente y premeditado como toda propuesta política. Una vocación subalterna, la genuflexión como agenda. La inquina con la que ha ejecutado a los diputados, proporcional al orgulloso despecho que Esparza interioriza al ser desautorizado por el comportamiento de estos, hacen de él el tipo de líder que decía Maquiavelo que prefería ser odiado que amado. Parece una broma, pero no lo es. Un personaje romo como Esparza, en el que sólo resuenan los maximalismos con los que se despacha en sus intervenciones -el monotema-, yermo de ideas, ausente en él ninguna brillantez ni propuesta que merezca la pena, se niega a conciliar, a apoyarse en algo más que en su propio orgullo, a buscar una opción que permita a su partido mantener dos diputados en Madrid y el cobro de las correspondientes subvenciones. Todo, por algo que sólo él ha decidido, ante sí y su mediocridad, unas pocas semanas después de forzar a su partido a que le renombrara candidato para las próximas elecciones. Ya ha cantado la gallina, ya hay una incertidumbre menos. UPN sólo servirá para componer una alianza gestionada por el PSOE y que beneficie al PSN, en ningún caso para conformar un proyecto alternativo, elaborar una propuesta original para Navarra, o definir un modelo político de referencia para una parte del electorado que aspira, con todo derecho, a poder votar otra cosa. Su próximo eslogan electoral bien podría ser "Vocación subalterna", igual que vocación pastueña mantienen los miembros de sus órganos de dirección, atados al mástil de la mendacidad de quien les timonea, e incapaces de ver al desastre al que se dirigen, sin liderazgo y sin proyecto. Entre tanto, Esparza ha ido a reunirse con la CEN para recibir los santos óleos, para contarles que ahí está él a lo que manden, y entusiásticamente dispuesto a reeditar el régimen que sublimaron Sanz y Barcina. Otros partícipes de la tradicional componenda -postcívicos y opinadores con mocos en la garganta- empiezan a asomar la patita, salivando el regreso de esa cochiquera en la que tan cómodos estaban y tanto pienso se repartía.

La nepótica decisión de Esparza es que UPN haga del servilismo consciente y premeditado toda su propuesta política