La política no ha parado este 2023. Al menos para Unai Hualde Iglesias (Alsasua, 25 de julio de 1976). En abril terminó su primera legislatura como presidente del Parlamento de Navarra; en mayo fueron las elecciones forales; en junio volvió a tomar posesión como presidente; en julio fueron las generales; en agosto negoció el acuerdo programático para esta legislatura; y en septiembre vuelta a empezar un nuevo periodo de sesiones.

“Tengo al sensación de no haber parado”, comenta. Y es verdad. Y ya no va a haber descanso. De hecho, Hualde asume que por delante quedan meses y años de trabajo para “llevar a la práctica el acuerdo programático” y seguir avanzando “desde una centralidad comprometida con las políticas progresistas”. Hay muchos temas encima de la mesa.

Ha empezado el nuevo curso casi sin tiempo para acabar el anterior. 

–Sí. Tengo la sensación de no haber parado entre uno y otro. Ha sido un verano largo, por las negociaciones y por las elecciones generales. Por lo menos yo he tenido poco descanso.

¿Cómo está el ambiente tras las fricciones de agosto? 

–Tenemos una hoja de ruta escrita entre las fuerzas de la coalición. Ahora hay que ver si lo escrito se cumple. Sí tengo que decir que después de las fricciones, de las desconfianzas propias de una negociación, veo voluntad para limar asperezas y que todo funcione.

¿Cómo ve desde la cierta distancia que da la presidencia la actual mayoría?

–Creo que se va a cumplir algo que ya dije en mi primera intervención: que el Parlamento va a volver a ser protagonista. El propio acuerdo necesita encontrar mayorías. El reto es volver a ser capaces de sacar medidas de avance social y consolidar derechos desde una perspectiva progresista. Y la vocación natural del acuerdo es llegar a mayorías con EH Bildu.

Los primeros pasos en el Parlamento, en ese sentido, han sido un poco raros.

–Estas primeras semanas he visto a EH Bildu en una posición cauta. Tuvieron una iniciativa para crear una comisión de Despoblación que ningún grupo entendió. No sé si quisieron ponerse una medalla con esto. Y luego sus abstenciones en las presidencias de las comisiones dieron lugar, de forma incomprensible, a que la derecha y la ultraderecha unieran votos y se quedaran presidencias. La presidencia de una comisión no deja de ser algo testimonial, pero deja entrever una actitud...

¿Cree que va a haber una política de bloques? 

–Venimos de una pandemia que amparó otro tipo de acuerdos, fue algo excepcional. Luego está la situación derivada de la posición de UPN, que tiene que hacer una reflexión. Hay juego para hacer acuerdos que todavía no se han visto. Pero UPN, para eso, tiene que entrar en otra dinámica. Porque hasta el día de hoy, ciertos debes en el reconocimiento de la pluralidad y el desarrollo de avances sociales le ha colocado en una situación de incapacidad para llegar a acuerdos. Nosotros siempre hemos abogado por la centralidad política, pero una centralidad comprometida con políticas progresistas.

Se ha hablado mucho de los ofrecimientos de UPN hacia Geroa Bai. ¿Cómo los interpreta? 

–A mí me suenan a cantos de sirena de un líder en retirada. No les doy excesiva importancia. Sí que creo que UPN tiene que hacer una reflexión como partido: tiene que decidir dónde quiere estar en el futuro. Y es lo primero que tienen que aclarar en UPN. Si siguen como hasta ahora, no son capaces de lograr mayorías, desde hace mucho. Geroa Bai es capaz de actuar desde la centralidad, pero el compromiso progresista es inequívoco con la convivencia entre diferentes y el respeto a la pluralidad identitaria muy presente. A UPN, sigo sin verlo ahí, lo veo en su posición conservadora. Y lo hemos visto en las primeras iniciativas, con más de lo mismo en euskera.

Bueno, de hecho lo que hemos visto es a la derecha y la ultraderecha llegando a acuerdos en las comisiones. 

–Es un ejemplo. Cuando la derecha ve una fricción en el bloque progresista de 30, lo aprovecha. Lo hemos visto con Vox dándole el apoyo a UPN en las comisiones. Esto nos da un indicativo de por dónde pueden ir las cosas. Quizá determinada actitud de EH Bildu estas últimas semanas pueda dar pie a que la derecha y la ultraderecha unan votos y a veces obtengan victorias.

¿Qué ha pasado ahí? 

–Yo creo que una falta de cintura. No sé hasta qué punto EH Bildu midió bien la abstención, porque eso podía tener estas consecuencias.

La reforma del Amejoramiento sigue encima de la mesa. Ha habido una ponencia parlamentaria. 

–Tenemos un compromiso de ponerla en marcha. El Amejoramiento tiene que actualizarse después de cuarenta años de vida. La reforma será todo lo ambiciosa que quiera la actual mayoría parlamentaria. Yo no quiero poner límites a priori al debate, más allá del marco jurídico en el que nos encontramos. Pero sí que espero que la modificación sea algo más que un lavado de cara.

¿Qué tiene que revisar el Amejoramiento a juicio del presidente? 

–Quiero ser respetuoso con los planes que tenga cada grupo. Pero creo que tiene que ser un mejor punto de encuentro de sensibilidades. También el hecho de no haber actualizado el Amejoramiento nos ha colocado por detrás en algunos debates competenciales, por detrás incluso de comunidades de régimen común. Y luego hay cuestiones de la Navarra de 1982 que simplemente hoy hay que actualizar.

¿Cómo ve el estado del autogobierno? 

–A día de hoy hay competencias previstas en 1982 que no se han traspasado, y eso es un déficit. Y luego tampoco puede ser que cada traspaso sea una odisea, lo hemos visto con Tráfico. Hay un compromiso en el acuerdo para abordar las competencias pendientes: becas, I+D+i...

¿La aspiración del presidente es que haya un gran consenso? 

–Mi vocación es que en la norma básica de Navarra se reconozca el mayor número de navarros posible, que se incluyan debates que las mayorías de 1982 no abordaron.

Insiste en la necesidad de un refrendo ciudadano. 

–A mi juicio es algo que se tendría que abordar en la ponencia. No es coherente que introduzcamos cada vez más elementos de transparencia y participación y que no se contemplen en la ley básica. Para mí lo coherente es que la ciudadanía refrende una reforma del Amejoramiento.

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Comienza la XI Legislatura en el Parlamento de Navarra DIARIO DE NOTICIAS

¿Cuáles son los hitos de la legislatura? 

–Yo creo que tiene que ser la legislatura de la Ley de Salud, cuyas bases ya se sentaron la pasada legislatura. En igualdad y convivencia tenemos que seguir dando pasos, tenemos que seguir intentando que en cuestiones en las que hay ruido y desacuerdo, lleguemos a acuerdo. Pienso en euskera, por ejemplo, donde hay que avanzar desde el consenso. O en paz y convivencia.

¿Qué ha pasado para que se insista ahora en que el euskera y la convivencia tienen que blindarse? 

–A mí me chirría que el PSN no dé determinados pasos en normalización del euskera cuando sí que los ha dado en otros sitios. No podemos renunciar a que haya avances y se hagan desde el consenso. Creo que hay que sacar al euskera de la confrontación. Y con la paz y la convivencia pasa algo similar. Vemos en comunidades limítrofes, donde ha entrado Vox, cómo esto se pone en cuestión.

La consejera Ollo creía que el PSN era todavía rehén de una posición sobre el euskera que fijó en oposición. 

–Yo creo que hay que estar dispuesto a dar pasos más ambiciosos. Muchas veces, el PSN recurre a una realidad sociolingüística que no se sostiene en datos. Hemos visto también a los socialistas cambiar de criterio, de apoyar en 2010 cambios de municipios a zonas vascófonas a rechazar pasos similares en 2017 o 2023. Creo que el Partido Socialista en otros lugares ha dado más pasos que en Navarra.

El día 21 se celebrará el pleno para elegir a Barkos como senadora autonómica. 

–Creo que ha demostrado sobradamente la capacidad de representar a Navarra en Madrid. Ella misma ha dicho que, además, va a seguir conectada a la política navarra. Más allá de que tengamos que hacer una reorganización, tenemos un gran grupo. 

¿Da vértigo perder a Barkos, a Jabi Arakama...? 

–Son etapas. Estoy convencido de que conseguiremos sacar adelante el trabajo que tiene Geroa Bai por delante. No solo en el Parlamento, donde tenemos un grupo experimentado y que además ostenta la presidencia, sino también en las entidades locales en las que estamos y en el propio Gobierno foral.

¿Es un buen momento para hacer análisis interno en Geroa Bai y prepararse para 2027?

–Todos los partidos tenemos que estar en permanente estado de reflexión. Tenemos que aprender de lo que nos pasa. Es verdad que en las últimas forales hemos perdido apoyo electoral tras una legislatura en la que hemos tenido un papel de gestión muy relevante.

¿Es frustrante hacer un trabajo y no verlo recompensado en las urnas? 

–Muchas veces las elecciones dependen de momentos, de cuándo se celebran, por ejemplo. Lo vimos en 2019, con el efecto Sánchez. Y ahora, en las generales, dos bloques han polarizado todo y se ha visto en el resultado. Tú puedes hacerlo lo mejor posible, pero muchas veces es todo cosa de la coyuntura.

¿Cómo está la salud de la coalición Geroa Bai? 

–No hemos tenido reposo para hacer ningún tipo de reflexión. Todo este verano ha sido meteórico. Ahora, con el debido reposo, habrá que analizarlo todo.

¿El debate se va a hacer esta legislatura? 

–Eso está pendiente de decidir.

¿El PNV sigue pensando que fórmulas de coalición como Geroa Bai van a seguir siendo útiles en Navarra? 

–Esa es la posición en este momento.

Terminemos con algo del Estado. ¿Cómo ve lo que está ocurriendo? 

–Espero que la opción de la derecha y la ultraderecha fracase estrepitosamente. Y también espero que no lleguemos a una repetición electoral. También hay que tener en cuenta que en el bloque progresista el PSOE tiene que dar determinados pasos, más valientes, para desmadejar conflictos del pasado.

Urkullu habla de avanzar en plurinacionalidad.

–En general, yo creo que se trata de que cuestiones políticas deben resolverse desde la política. Y luego hay que habilitar cauces para que realidades como la catalana o la vasca no se choquen siempre contra una pared.

¿Se tiene que poner encima de la mesa una amnistía? 

–Los debates son buenos. Y sobre todo es bueno que pasemos a soluciones políticas. El procés nunca tuvo que terminar con cárcel, hemos sido muy críticos con esto. Y, por tanto, alguna solución hay que buscar.