Toda mujer "debería viajar sola al menos una vez en su vida". La sentencia de la periodista Rosa Mª Calaf encuentra harta confirmación hoy en el mundo de los viajes. Porque empieza a ser notable el número de mujeres inconformistas que decide recorrer el mundo solas. Las reservas individuales femeninas han crecido más del 50% en los últimos años. De ahí que haya hoteles exclusivos para ellas, agencias de viajes y guías especiales para las mujeres de todas las edades. Una tendencia que se advierte entre los 18 y 55 años.

La movilidad de las personas, pues, se está transformando. Ahora, la mujer que viaja sola ya no es una loca, sino una persona valiente, activa, moderna, y hasta envidiada por muchas otras. Aunque los hombres la sigan todavía mirando con extrañas sospechas. Decía Joseph Conrad que "ser mujer es terriblemente difícil, porque consiste sobre todo en estar relacionada con los hombres"

Christina Dodwell, viajera, exploradora y diplomática inglesa, fue casi una pionera en la aventura de viajar sola. A partir de los años 60 siempre viajó en solitario. Tan sorprendente le parece a su entrevistador el coraje de Dodwell, que al preguntarle si siempre viaja sola sin que ni siquiera le acompañe su marido, responde: "Siempre viajo sola. Mi marido me acompaña en todos los viajes€ hasta el aeropuerto. Una vez allí le digo: Te quiero, adiós, y me voy".

Pese a todo, aún son mayoría las mujeres que no se atreven a viajar solas. Los principales motivos que las disuaden de hacerlo son:

Miedo a la soledad (viajar sin compañía les parece, además, triste. Creen que los demás van a pensar que viajan solas porque no han encontrado compañía).

Miedo a la inseguridad (la propia incertidumbre sobre lo que te puede pasar).

— Riesgo de tener conflictos con los hombres (y carecer de apoyo).

Presión familiar (el agobio al que la someten los miedos de los demás).

— Sentimiento del deber moral de viajar con la pareja o con familiares o amigas.

Miedo a enfermar.

Vergüenza de comer o cenar sola en un restaurante (muchas mujeres se siguen sintiendo avergonzadas cuando están solas).

Miedo a lo desconocido (y a salir de noche).

Miedo a la propia libertad (el excesivo apego a la familia o a la pareja les ha impedido conocer cómo se vive en libertad).

un fenómeno en alza

Sin embargo, empiezan a ser muchas las mujeres independientes que rompen esa barrera de prejuicios personales, familiares o sociales, y apuestan libremente por la aventura de viajar solas. Son las que se sienten dueñas de su vida y de su tiempo. Se apodera de ellas una sensación de innegable y absoluta de libertad. No dependen de nadie. Y nadie depende de ellas. Ni siquiera han de pensar en la gente que han dejado atrás. No la echan de menos. No sienten la presión de nadie. Solo dependen de sí mismas. Hacen su propio programa sin ayuda de nadie. Sin reglas que seguir. Sin tener que esperar a que un hipotético acompañante se detenga a menudo a comprar souvenirs ante un acosador vendedor ambulante.

Solas, las mujeres pueden visitar las cosas que realmente les interesa ver. No las que quieren los demás. Así, cada día se convierte para ellas en un misterio. ¡Pueden hacer lo quieran! La mujer nunca se sentirá tan catártica como en un viaje en solitario en el que encontrará momentos de paz y de reflexión que, probablemente, nunca haya tenido en su propia ciudad. Las palabras de la periodista Ann Friedman lo expresan aún con mayor rotundidad: "Las mujeres experimentas una sensación de independencia total".

Hasta tal punto de que periodistas como la búlgara Sonia Mijeva sostienen que "ya no me imagino programando un viaje con alguien".

La ya citada veterana periodista de televisión Rosa Mª Calaf también abunda en este mismo sentido: "No me gusta el viaje organizado. Me gusta viajar sola. Es la manera de encontrarte a ti misma, de saber tus propios límites, porque el viaje en solitario tiene unas características muy particulares que lo alejan del viaje en grupo" (Mujer Life, 1/ 2015).

Las viajeras inconformistas son las que han aprendido a vivir sin tener su atención centrada en un hombre considerándolo la solución a cualquier necesidad o problema. Si aspirasen a comportarse como un hombre, seguro que serían mujeres carentes de ambición. Viajar sola invita a liberar cuerpo y mente y eliminar prejuicios.

solas... con su maleta

Las mujeres viajeras decididas entienden perfectamente el objetivo que las guía y eso les ayuda a abstraerse y aprender mucho sobre sí mismas. Rompen con el papel y el lugar que ocupan en su vida y con los tabúes sociales. Por esta razón, el viaje les resulta tan o más enriquecedor que a los hombres.

"Las mujeres que viajan solas -apunta la psicóloga Ana Jiménez- son positivas, decididas, y tienden a relativizar los problemas debido a la practicidad que han ido desarrollando en cada uno de sus viajes. Son mujeres con un alto grado de responsabilidad y muy organizadas" (Psychologies, 6/ 2008). Viajar sola no es sentirte sola. Es la oportunidad de disfrutar de tu íntima libertad. Redescubrirte a ti misma. Crecer. Madurar. Incrementar la autoconfianza. Después de pasar por la experiencia de estar y viajar sola, podrás exclamar como Simone de Beauvoir: "¡Sabía que podía ya contar conmigo misma!",

Sin excluir la posibilidad de conocer gente extranjera o local que te interese y te haga sentir emociones. Sin el aburrido fastidio de un novio o amigo que se queja con la típica frase ¿Cuándo volvemos al hotel? (o te previene constantemente como atávico protector de no tomar peligrosas decisiones, como si tú acabases de salir del jardín de infancia, o peor aún: por ser mujer).

Sola, puedes invertir horas y horas de conversación con alguien hasta que te plazca. Estás obligada a hacer amistad con extraños en el día a día para preguntar cuestiones personales, puntuales o información diversa.

El trato, a veces, puede ser tan profundo que al final del día sientes como si fueseis viejos amigos, pero teniendo siempre presente que no deja de ser un extraño, por lo que es vital aplicar la psicología.

Los motivos para viajar sola son múltiples y ninguna mujer debe renunciar a hacerlo. Si tú quieres viajar acompañada y no tienes a nadie en ese momento, no sacrifiques tu sueño: viaja sola (si eres extrovertida tendrás la ocasión de hacer nuevos amigos); si tu pareja, amiga/o o familiares no tienen interés por tu destino favorito, tampoco renuncies: viaja sola (no es ningún drama, seguro que encuentras a alguien con el que merezca compartir tu experiencia, sin que esto llegue a suponer tampoco una necesidad; si tú pasas la mayor parte del tiempo acompañada, te sorprenderá cuán placentero resulta viajar sola de vez en cuando: ¡tú eres tu mejor compañía!).

Podrás hacer todo lo que te apetece y nada de lo que no te apetece: asistir a eventos públicos, festivales de música, funciones de teatro (aunque no domines el idioma local, lo deducirás por el lenguaje no verbal), alternar en pubs, cenar en restaurantes que dispongan de mesas comunes para comer junto a otros comensales, o sola. Sentarte en una terraza y almorzar al aire libre, deleitándote con el sol, la gente que pasa, la comida y una buena copa de vino. Sin preocuparte de si tienes que desabrocharte el botón del pantalón. O simplemente, puedes quedarte en el bar del hotel para conocer su ambiente.

No hay que subestimar que, efectivamente, haya países o ciudades más peligrosas para la mujer. Pero publicaciones digitales como Journey Woman o guías como Eyewitness pueden ser de gran ayuda informando sobre las zonas más arriesgadas y brindando múltiples consejos al respecto.

En este sentido, la escritora Mary Morris también advierte de una característica que cuenta más a favor de las mujeres que de los hombres: "Las mujeres nos movemos por el mundo de otra forma. Nuestra percepción se agudiza porque nos sentimos más alerta" (SModa 27-7-2013). "Estar solas -agrega- nos permite aprender mucho de nosotras mismas".

En cualquier caso, la mujer que ha superado sus miedos y viaja sola se convierte (igual que el hombre) en una persona mejor, más madura, más inteligente, más independiente, más activa, más decidida, y especialmente, más enriquecida culturalmente. Y así percibe actualmente a la mujer el personal de servicio en los hoteles o restaurantes, en detrimento de la percepción que se tenía de ella en tiempos pasados.

Tan es así que un estudio realizado por la consultora Cap Strategic Research revela que las mujeres son hoy el sector más importante del turismo. Como contaba mi amiga la periodista y viajera Cristina Morató al periódico La Vanguardia: "En 1930, la Royal Society de Londres consideraba que la mujer no estaba preparada para viajar. Hoy soy la vicepresidenta de la Sociedad Geográfica Española y la mayoría de los miembros de la junta son mujeres".

La época en que la mujer necesitaba la protección masculina ha pasado a mejor vida. La nueva dinámica social femenina se vale por sí misma. Y para las mujeres inconformistas que por motivos de seguridad u otras razones solo deseen mezclarse con personas de su propio género, existen agencias de viajes, hoteles y actividades turísticas y aventureras diseñadas exclusivamente para ellas, y pueden reivindicarlo bajo el movimiento Women Only, una tendencia que surgió en Estados Unidos en los años 80 entre mujeres solteras e independientes.

Aparte de este sello internacional, en España ya existen agencias como womviajes.com, ellasviajan.com, mujeryviajeras.com y focuswomen.com, que satisfacen necesidades específicamente femeninas. Y aunque este movimiento pueda parecer contradictorio en una sociedad que postula la igualdad, en realidad no es así. Entre sus objetivos no solo está el viajero, sino que defiende también planteamientos reivindicativos, autosuficientes y solidarios con el ser humano. Mary Wollstonecraft, escritora y feminista inglesa, resumía así la vindicación feminista: "No les deseo a las mujeres que tengan poder sobre los hombres, sino sobre sí mismas".

Si algún miedo sobre tu seguridad personal te hace dudar de viajar sola, en un recuadro aparte en estas mismas páginas se te brinda la forma para hacerlo incrementando tu autoconfianza mediante unas sencillas reglas.