Procesión del Humo de Arnedillo, tradición entre vapor termal y aroma a romero
La localidad riojana a orillas del río Cidacos celebra este fin de semana su tradicional Procesión del Humo, durante la que se queman haces de romero
En el tramo riojano del valle del río Cidacos, entre Navarra y Soria, se encuentra la localidad de Arnedillo, pueblo de alrededor de 500 habitantes y muy conocido por el balneario de aguas termales que lo ha hecho famoso. Son numerosas las personas que acuden regularmente hasta allí para disfrutar de los beneficios para la salud de este centro de bienestar y recuperación. De hecho, muchos equipos deportivos han planificado parte de sus pretemporadas en sus instalaciones.
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A esto se une un entorno natural entre montañas donde la naturaleza, su flora y fauna, ofrecen un espectáculo que anima a completar el relax del balneario con largos recorridos a pie o en bicicleta. Estos paseos se pueden aprovechar para conocer también un patrimonio histórico que se remonta al menos a los primeros tiempos del cristianismo en la península ibérica encajado entre montes.
La magia del humo secreto
Pero Arnedillo guarda un secreto, un atractivo más que pocos conocen y los que sí, lo esperan con ganas. Este 30 de noviembre es el último domingo del mes y es el día elegido para que los vecinos de esta localidad riojana celebren su tradicional y popular Procesión del Humo. Además este año se da la circunstancia de que también es la festividad de San Andrés.
Durante esta procesión, los arnedillenses encienden pequeños fuegos frente a la iglesia y en puntos elegidos de su casco histórico. En ellos prenden haces de romero, que desprenden un humo denso y aromático que se extiende por todo el pueblo hasta cubrirlo por completo. En ese ambiente se saca la imagen de San Andrés para recorrer todo el pueblo.
Se trata de un rito de purificación que se remonta al año 1888, cuando Arnedillo cayó bajo una dura epidemia de viruela negra que causó una gran mortandad. Los vecinos recurrieron a la religión para buscar un alivio que no terminaba de llegar. Para ello, pusieron una vela en cada uno de los siete santos venerados en la localidad y decidieron que la última en consumirse indicaría al santo que saldría en procesión. La suerte y la cera eligieron a San Andrés.
A continuación se encendieron hogueras en las que se quemó romero y se le atizó con grojo en las calles y plazas de la localidad por la cualidad purificadora y desinfectante de su humo. San Andrés recorrió la localidad y la epidemia remitió. Desde entonces, es la Cofradía de San Andrés, datada en 1608, la que la organiza. En 2013 esta celebración fue declarada Fiesta de Interés Turístico Regional.
La senda de las aguas termales de Arnedillo
Sin embargo, el mayor foco de atracción de Arnedillo a lo largo de todo el año y sin tener en cuenta las fechas son sus aguas termales, las que han dado fama a su balneario, pero que también cuenta con unas pozas públicas y gratuitas de libre acceso todo el año. El agua que brota de un manantial de origen subterráneo a 52 °C se templa al encontrarse con la que trae el río Cidacos. Así, las distintas pozas cuentan con varias temperaturas y permiten al viajero bañarse y experimentar el contraste de temperaturas.
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Los expertos afirman que hay muchos manantiales termales junto a la ribera del Cidacos, pero al verterse directamente sobre el río, se enfrían rápidamente. Para poder aprovechar estas caldeadas aguas, se han creado remansos artificiales en los que retener el agua antes de llegar al río. Así, junto al balneario se puede encontrar un grupo de tres pozas artificiales de libre acceso, construidas en el punto donde mana un agua termal altamente mineralizada, que las llena hasta hacerlas rebosar en el río, asegurando así que el agua circula. Se crean tres estancias de temperaturas distintas en las que el agua va enfriándose. Hay que tener en cuenta que la más caliente puede llegar a ser demasiado para algunos.
Qué ver en Arnedillo
Más allá de las termas, el pueblo conserva un pequeño pero valioso patrimonio que se integra de forma natural en el valle del Cidacos. En la parte alta del pueblo se levanta la torre del viejo castillo medieval que desde el siglo X vigila este paso y al que se llega cruzando un llamativo puente de piedra, el puente del Castillo. Más arriba, en el monte Cornaz, se encuentran las ruinas del castillo de Cogotonvilla, que vigilaba todo el valle del Cidacos en tiempos en que las fronteras entre reinos eran puntos calientes.
En el pueblo destacan la iglesia de San Servando y San Germán, levantada en el XVI sobre otra anterior de estilo gótico. A ella se une la ermita de la Virgen de la Torre, semiexcavada en la roca, resume esa mezcla de historia y montaña tan característica del valle.
A las afueras de Arnedillo, la Vía Verde del Cidacos ofrece al viajero un recorrido entre viñedos, túneles y laderas, que se torna especialmente atractivo en otoño ya que sus tonos se vuelven ocres y rojizos. Además, desde el cercano Mirador del Buitre, es habitual ver planear a decenas de buitres leonados, una experiencia única para todos aquellos amantes de la fauna y de la naturaleza.
El entorno natural de esta localidad es variado y los aficionados al senderismo y a la montaña pueden subir a algunas de las cimas cercanas, entre las que destacan las cinco más próximas, la Encineta (1.104 m), el Homillo (1.029 m), el Zopín (932 m), la Peña del Castillo (919 m) y el Sagrado Corazón (777 m). Todas ellas están coronadas por otras tantas cruces visibles desde el propio pueblo.
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