Organización roja, así se denominó una operación policial que pretendía atrapar en Pamplona, en marzo de 1939, a un supuesto grupo de mugalaris. Les propusieron un negocio de contrabando para recoger en la frontera “cien cartones de tabaco, varias docenas de medias de seda y 700 gramos de cocaína”.

Formaban parte de este grupo Claudio Maza, dueño del bar Dena Ona, y su encargado, Juan Jiménez; también Gregorio Esparza, camarero del Café Kutz e Isabelo Iribarren, taxista de la Plaza del Castillo. A pesar de haber desechado la propuesta del falso contrabandista, los cuatro fueron detenidos y llevados a comisaría. En el proceso militar varios testimonios les acusaron de izquierdistas, sin llegar a probar que formaran parte de organización alguna. Finalmente, fueron multados y encarcelados durante unos meses, según consta en el Archivo de la Comandancia Militar de Navarra.

El citado expediente militar señalaba al bar Dena Ona como un foco de izquierdistas –“cuando tocan el himno nacional en la radio después del parte, nadie lo saluda”– a cuyo alrededor funcionaba toda una “organización roja”.

Este caso, a escasas fechas del final de la guerra civil, resulta ilustrativo de la atmósfera que se respiraba en ambientes de la retaguardia golpista.

Otilio, sirviendo a varios jóvenes en la terraza del Café Suizo en Pamplona. Foto: Galle

El Bar Dena Ona

El establecimiento estaba situado en la Plaza del Castillo, número 32, espacio donde hoy está el Gastro-bar Naparbeer. El primer rastro del Dena Ona lo hallamos en 1911, entonces Plaza de la Constitución, con anuncios de venta de productos como Chocolates Lazcano, Mantequilla Fraisoro, Ostras verdes Marennes y licores. El propietario, según consta en el Archivo Municipal de Pamplona, era un tal Florencio Echarri. En 1929, la propiedad del Bar-Café y Restaurant Dena Ona, “donde se sirven platos sueltos”, es traspasada a Claudio Maza Ubiaga e Ildefonso Zalabardo López, ambos republicanos.

Cabe hacer un paréntesis para recordar que en este mismo bar fue recibido Osasuna el 3 de abril de 1924 a su regreso de Sevilla y rumbo a su primera final contra el Acero de Bilbao. Lo cierto es que -ante el asombro de Diario de Navarra- las noticias llegaban por radio y eran retransmitidas desde el Dena Ona al resto de la ciudad muchas horas antes de que lo hiciera la prensa escrita.

La sociedad de Maza y Zalabardo se separaría pronto en lo relativo al negocio, no así en lo personal. La parte trasera del bar que daba a la Calle Dos de Febrero (hoy Comedias) se convirtió en el Bar Gautxori, propiedad de Zalabardo, quien poco después lo vendería a un señor de Burgos, pasando a ser el “Burgalés”. Ildefonso abriría dos negocios hosteleros más: el Bar Osasuna, en la calle Bergamín, 7, que albergaba el Centro Republicano Radical (hoy oficinas del Diario de Noticias) y un Bar-Restaurant en la Estación de Autobuses.

Los dos socios impulsarían conjuntamente un nuevo proyecto político y, junto a otros compañeros, abrirían el Centro Republicano en la Avenida San Ignacio, 11, en la última casa, (donde hoy está el Hotel Yoldi). “Ahí proclamaron la República el 12 de abril o el 11, y creían que se había proclamau (sic.) la República… Muchos dicen que fue Eibar la primera que proclamó la República, pero estos la proclamaron antes”, recoge Jimeno Jurío en un testimonio aportado por José Los Arcos en 1976.

Otilio García Falces, trabajador del Dena Ona, era uno de aquellos camareros de la época de pajarita, chaleco, mandarra, bandeja y monedero que servían en los salones y terrazas. Anteriormente había ejercido en el Café Suizo y en el Iruña. Natural de Cascante, vino a Pamplona muy joven; se casó con Catalina Martínez y tuvo 3 hijos. La familia vivía en la Calle Arrieta, 8. Otilio estaba afiliado al PSOE y se presentó como candidato a las elecciones municipales de 1931, quedando a escasos votos de ser concejal. Anteriormente, en 1928, había sido elegido presidente de la Asociación de Camareros La Estrella perteneciente a la UGT; en 1933 volvería a ser ratificado en el puesto. Agustín Úriz era otro dirigente destacado de aquella asociación que tenía como principal objetivo: “procurar que a los obreros organizados no les falte, ni a ellos ni a sus familias, lo más necesario cuando se vean imposibilitados de trabajar”. Hemos hallado un dato de una década antes, en mayo de 1921, en Diario de Navarra, donde aparecen Otilio y La Estrella mostrando su perfil solidario, al entregar 126 pesetas a las familias de las víctimas de la trágica explosión en un taller de cartuchería de la Rotxa que se cobró siete vidas.

El 18 de febrero de 1934, Gil Robles visitó Pamplona y el sindicato La Estrella se negaba a servir en el banquete. Aquel mismo día por la mañana hubo incidentes con la policía que protegía al político de derechas y presidente de la Junta Central del Tiro Nacional (sociedad deportiva creada para la educación ciudadana en armas de guerra) y que quiso convertir aquella en una nueva milicia contra-revolucionaria. En estos términos se expresaba Gil Robles en el mitin ofrecido en el Euskal Jai. En las inmediaciones del frontón estallaron las protestas, con el vuelco de un autobús de la villavesa. Por la tarde se celebró un mitin antifascista. “Los trabajadores de Pamplona, en una magnífica demostración de frente único revolucionario, expresan su odio al fascismo y al Dollfuss español (refiriéndose a Robles)”, destacaría días después el semanario Trabajadores de la UGT. Robles fue el líder de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA).

El Dena congregaba a distintas facciones de la izquierda política en la ciudad. Javier Blasco –según Jimeno Jurío, “el patrón del Dena Ona”– había sido elegido el 12 de septiembre de 1931 vicepresidente del Comité Ejecutivo del Partido Republicano Radical Socialista de Pamplona; un año más tarde, el 3 de octubre de 1932, sería presidente. No nos resulta extraño que el bar albergara una peña marxista que en mayo y junio de 1936 realizó varios donativos para el periódico El Socialista.

En la vertiente deportiva del Dena, destacamos dos episodios: en mayo de 1935, el propietario del bar, Claudio Maza, realiza una aportación de 50 pesetas a los jugadores de Osasuna recién ascendidos a Primera División y, un año más tarde, el 4 de julio de 1936, se anuncia la salida de un autobús de Unión Ciclista Navarra desde el bar para presenciar el Campeonato Navarro en Estella.

Pocos días después de finalizar los Sanfermines, los sucesos tomarían otro rumbo…

Café Salón Partido Republicano Radical, Bergamín 7, 9-7-1934, un años después Bar Osasuna. Foto: Zaragüeta

Represaliados e historias de película

“Al abuelo Otilio, un cliente –al parecer, un médico– le avisó de que andaban hablando de él y corría peligro. Se escondió en dos casas de amigos carlistas, pero a los pocos días tuvo que dejar el refugio para no comprometerlos” nos cuenta uno de los nietos de aquel camarero de la pajarita. Otilio fue detenido el 25 de julio y el 10 de agosto asesinado en Beriain. Su compañero en La Estrella, el comunista Agustín Úriz Ichaso, también camarero y propietario desde febrero de 1935 del Bar Úriz (Plazuela del Consejo, 2), fue detenido el 19 de julio y probablemente asesinado el mismo día que Otilio, junto a su hermano Serafín.

Otro camarero del Dena, Antonio Sanz, fue detenido, al igual que Luis Desojo (Chapeo), camarero del Bar Los Tres Amigos y ex jugador de Osasuna, Pedro Rebolé, Hilario Álvarez, Patrocinio Salinas, José Ariño y Gregorio Esparza; camareros todos de La Estrella encarcelados por los golpistas.

Ildefonso Zalabardo fue asesinado el 28 de agosto en Valcardera y su mujer, María Pita, que regentó el Bar Osasuna, encarcelada. Su bar terminó albergando, al parecer, una comisaría de policía. Según uno de los testimonios recogidos por Jimeno Jurío, Javier Blasco también fue asesinado (una esquela fechada en mayo de 1936 informaba de su fallecimiento en Valencia, por lo que se trata de un error).

Hubo otros camareros que, sirviendo en la barra escucharon a los matones confesar los detalles de sus asesinatos. Es el caso de Patxi Fernández Orrio, camarero del Café Iruña, que pudo así informar a algunas familias de las víctimas sobre dónde habían asesinado a los suyos.

Entre los testimonios recogidos por Jimeno Jurío, se cuenta que uno de los matones era camarero del Café Kutz y también que José Moreno, el dueño del Hotel La Perla, tuvo mucho que ver con el asesinato de Otilio García.

En la posguerra, el Dena Ona se convertiría en el Bar Bearin. Allí, los ex osasunistas Cándido Zabalza y Estanis Aranzadi, junto a otros amigos nacionalistas, se reunían semanalmente para tomar café y hablar de sus cosas. A pesar de la falta de libertades impuesta por la dictadura, las cuestiones personales y políticas eran tema de conversación habitual. También las anécdotas y recuerdos sobre Osasuna; a veces espontáneamente y en otras ocasiones para disimular. Otilio García hijo, ligado a la Federación Navarra de Fútbol, no andaría muy lejos…

Ya en la siguiente generación, en los años ochenta, Otilio García, nieto, abriría junto a otros socios los cines Golem en el barrio de San Juan. Resulta asombroso que ninguna película haya contado hechos como los vividos por el abuelo Otilio, o como la vida de Isabelo. Orgulloso habría estado el taxista procesado por pasar a gentes de izquierdas a Francia, que fue además uno de los fundadores de Osasuna, de su nieto, Juan Iribarren, que vivió una final de Copa del Rey de Osasuna como preparador físico y asistente del entrenador, Javier Aguirre.

El Hotel Quintana

Volvamos unos años antes, recién proclamada la Segunda República, a la plaza del mismo nombre (hoy del Castillo), número 18. Son las 2 de la tarde del 18 de abril de 1931 y el nuevo Gobernador Civil, tras tomar posesión de su cargo, es agasajado con un banquete en el Hotel Quintana. Jesús Ruiz del Río acompañado del Presidente del Comité Republicano-socialista, Serafín Húder, del alcalde en funciones, Modesto Velasco, y de varios líderes republicanos y socialistas, como el leader del PSOE, Mariano Sáez Morilla; entre ellos, el dueño del hotel, Juanito Quintana.

Húder había proclamado en Iruña la República de manera oficial -esta vez sí- desde el balcón del Ayuntamiento el día 14; casi cincuenta años antes lo había hecho su padre. Sáez Morilla también dirigió unas palabras a la atiborrada plaza que recibía la noticia “con delirante alegría” tras dejar atrás la Dictadura y la Monarquía. Fueron izadas en el balcón del ayuntamiento la bandera republicana, la de las milicias y la roja de la UGT.

Tres meses más tarde, el 6 de julio de 1931, a escasos metros del Dena y del Quintana, a las doce del mediodía, el estanquero Juanito Etxepare lanzó un txupin (cohete) anunciando las fiestas. El viejo republicano que participó en la sublevación de Jaca contra la monarquía asistiría orgulloso a la proclamación de la Segunda República en el balcón del Ayuntamiento y terminaría por instaurar una costumbre que daría la vuelta al mundo y se convertiría en todo un icono de Pamplona: el txupinazo.

Ese mismo año sería la última visita a los sanfermines –luego interrumpiría su cita durante dos décadas– de uno de los clientes del Quintana: Ernest Hemingway, amigo íntimo del dueño del hotel, con quien el escritor compartía afición por los toros e ideología republicana. Era en este Hotel, ubicado junto al Bar Txoko, donde el periodista norteamericano se venía hospedando en Sanfermines con regularidad desde 1924 junto a sus amigos, y no en La Perla, propiedad del falangista José Moreno, a donde acudió en contadas ocasiones.

Precisamente el 19 de julio de 1936, Juan Quintana se encontraba en Mont de Marsan (Francia), cuando su Hotel fue tomado por los golpistas, tras la declaración del Estado de Guerra hecha por el Gobernador Militar, Emilio Mola, quien se paseaba acompañado de Garcilaso, director de Diario de Navarra, y Joaquín Baleztena, Jefe regional de la Comunión, por una Plaza de la República abarrotada de tropas militares, requetés y falangistas. Mola realiza el saludo fascista en el balcón de Capitanía y por la tarde, en una reunión de alcaldes, ordena: “Todo aquel que ampare u oculte a un sujeto comunista o del Frente Popular será pasado por las armas”.

Tuvo suerte el bueno de Juanito; no así varios de los asistentes al banquete de aquel lejano 18 de abril de 1931 como Mariano Sáez Morilla, Florencio Alfaro, Aquiles Cuadra, Marino Húder y hasta el inventor del txupinazo, que fueron detenidos y asesinados.

Otros escaparon y se exiliaron, como el propio Juanito, que ya nunca recuperó la propiedad de su hotel. Obligado, tuvo que venderlo y fue renombrado Hotel España. Quintana regresaría a Pamplona años más tarde para reencontrarse con su buen amigo Ernest, que en ese tiempo había cubierto como reportero los frentes de la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial.

Es reseñable que Alberto Quintana, hermano de Juan, formó parte de la Red Comète y, junto a su mujer, la puentesina Consuelo Olorón, contribuyeron a salvar de los nazis a centenares de pilotos aliados caídos en la Francia ocupada de la Segunda Guerra Mundial.

Otros bares y barmans

La represión se cebó con los cafés y salones que antes del Golpe Militar reunían a las organizaciones de izquierdas, como el Casino UHP (Unión de Hermanos Proletarios) en la Bajada Javier, 9, inaugurado la víspera del golpe, o el Salón de Izquierda Republicana y del Frente Popular, Plaza de La República, 37, (donde hoy está el Orfeón Pamplonés), asaltado el 19 de julio por los falangistas, que arrojaron por la balconada sus pertenencias para quemarlas después. Todos ellos fueron clausurados. Nos consta que en Barcelona, por ejemplo, los navarros que combatían en el frente y tenían algún día de permiso se juntaban en el Bar Tostadero.

Exponemos de manera sucinta la lista de propietarios de bares o camareros que fueron asesinados tras el Golpe: Isidro Zornoza, concejal de Altsasu, director de Caja de Ahorros y propietario del Bar Txoko; Pedro Segura Vicente, propietario del Bar Caracho en Cortes que tuvo que quemar previamente la bandera republicana y la roja; Victoriano Toquero Martínez, camarero del Círculo Mercantil de Tudela; Raimundo Hernández, camarero de Castejón; Valentín Navarro, socialista y propietario del Bar “Aldea” de Cortes; Julio, dueño del Bar Mari de Buñuel; Manuel Royo Felipe, llevaba el Café de la UGT y el de la CNT en su casa en Cascante y su asesinato estuvo precedido de las palizas recibidas por él y por su hijo en el Fuerte de Ezkaba; Jesús Mendía Alcalde, cocinero de la Fonda Mendía (Altsasu), muerto en el frente al igual que su vecino Tomás Borreguero, camarero de la Fonda de la Estación de Altsasu.

Entre las detenciones que se dieron en otros bares, cabe destacar la redada en la Taberna del Rojo de San Juan, el día 21 de julio, donde fueron detenidas y trasladadas a la cárcel una decena de personas, acusadas de reunión ilegal y de realizar huelga. Entre estas se encontraban José Zapatero y Andrés Grávalos, que serían asesinados posteriormente. También se detuvo, el día 19 de julio, en el Bar Úriz de la Plaza del Concejo, 2, al socialista Joaquín Roa, dueño de la Churrería La Estrella.

Otras redadas relacionadas con redes de evasión tuvieron lugar en el Bar Osasuna o en el Bar Catachú, con más de cuarenta arrestados y procesamientos posteriores. Varios vecinos de Estella fueron detenidos en 1938 por conspiración, rebelión y “supuesta deserción al extranjero y la zona roja”. Su centro de reunión era el Bar Novelty.