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Morante, con dos grandes estocadas, sale por la Puerta del Encierro junto a Tomás Rufo

Morante y Rufo salen por la 'Puerta Grande del Encierro' acompañados de una multitud de jóvenes / Escasa de presencia y fuerza la corrida de Álvaro Núñez

Fotos de la corrida de toros del día 9.Iñaki Porto

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Si cumple su palabra en declaraciones, escritas, a este periódico, José Antonio Morante de la Puebla se quedará hasta el Pobre de Mí. Así que a cualquier hora de la madrugada pamplonesa por la Cuesta de Labrit se podrá ver al de la Puebla del Río echándose unos bailecitos flamencos. Así, el torero andaluz cumple una gran proeza dentro del Planeta Toros: salir a hombros de las tres plazas más importantes, del Grand Slam del toreo: La Puerta del Príncipe de la Real Maestranza de Sevilla, conseguida varias veces, la de Las Ventas en la corrida de Beneficencia el pasado 6 de junio y, un 9 de julio, la Puerta Grande del Encierro de la Monumental de Pamplona. Una alegría grande para la mayoría de aficionados navarros, entre los que el menda se incluye, y de otros cercanos y lejanos lares.

Alegría al que le faltó un punto de rotundidad, ese punto de abroche con aromas de pura magia, de la esencia misma la Tauromaquia de siglos, que, este torero, asume ser su guardián.

Eso que faltó para que fuera todo genial fue la flojedad que aportó la materia prima enviada por el hierro debutante de Álvaro Núñez Benjumea. El ganadero había cortado dos orejas de ley por la mañana defendiendo la tauromaquia después de su encierro matutino en Televisión Española, en especial en lo referente a la profesional y el trato en los medios de comunicación.

Chapeau para este señor, mas por la tarde el resultado del juego de sus toros fue bastante decepcionante. Toros criados para las figuras, pero sin la fuerza, sin la dureza de casta que se necesita para elevar las indudables condiciones de la terna que hizo el paseíllo.

La suavidad del manejo de las telas por parte de Morante y su forma de estar en el ruedo, incluida su dirección de lidia y quites oportunos, es, además de añeja, encajada. Tanto, que en muchas ocasiones se deja tropezar los engaños. Esta gran segunda puerta grande de este año pasará a la historia, pero algo cogida con los finos hilos de unos toros escasos en trapío y fuerza. 

Morante cortó sendas orejas de su lote, compuesto por un castaño Majoleto y un colorado Trampero. No pudo dejar para el recuerdo ni una serie de sus veneradas verónicas, ni en el saludo con el percal, ni en quites. La faenas de muleta de sus dos toros calaron con viento a favor. Hubo varias tandas en redondo que hicieron brotar olés profundos. Detalles pintureros: kikirikí, trincheras y trincherazos varios, estéticos, sevillanía pura. Faltó algo más de templanza. Eso sí, hizo honor a su profesión de matador de toros, recetando dos estocadas letales en lo alto de sus oponentes. Eran necesarios esos espadazos porque la secuencia soñada del viaje en volandas hasta el Hotel La Perla no se hubiera producido. Hecho que quedó frustrado cerca en la estrechez de Espoz y Mina. Seguro que la familia Moreno, cabales taurinos donde los haya, no pondrán impedimentos para alargar la estancia de este torerazo de época hasta el Pobre de Mí.

El otro triunfador fue Tomás Rufo, que, como Morante, se aplicó en dos puestas en escena también finiquitadas con sendos espadazos. La faena más completa de la tarde la protagonizó el toledano ante Polvorillo, un bonito jabonero. Mi vecino de localidad, ya de salida, dijo que era el típico toro bonito como para Sevilla. Es cierto. El caso fue que Polvorillo, que mostró flojedad de remos en los dos primeros tercios, terminó sacando desde su alma los mejores genes de la simiente brava que, seguro, habrá en esta joven ganadería. El jabonero se exprimió con clase en la mandona muleta de Rufo. Llamó la atención ese esfuerzo al límite y más allá que desarrollo el guapo toro. Menos de todo hubo en el 5º, pero estocada y otra oreja. El lote que más rubricó la mala corrida le tocó a Roca. Sin opciones, se justificó y recetó otros dos estocadas. Lo mejor: 6 toros y 6 estocadas. 

LOS TOROS

Álvaro Núñez. Seis toros justos de presencia para toda una Feria del Toro. Conjunto escaso de fuerzas, alguno, como el egundo, inválido. Nobles y colaboradores sin transmisión. Humillaron y dejarone sestar. Más entero por todas partes y más complicado el sexto.

LOS TOREROS

Morante de la Puebla. (De sangre de toro y oro). Oreja; y oreja.  

Roca Rey. De blanco y oro con detalles arlequinados). Silencio y silencio. 

Tomás Rufo. (De coral y oro). Oreja; y oreja.  

LAS GRADAS

Presidencia. A cargo de Carlos Salvador, asesorado por Antonio Puig y José Mª Sevilla. Podría haber devuelto al segundo por inválido

Ambiente. Lleno total y buen ambiente. Tarde de calor sin exceso. La reventa funcionó a tope y al alza durante todo el día.