Jóvenes aunque sobradamente frustrados sus frases
La crisis se está ensañando con los navarros de entre 16 y 30 años, que ni siquiera pueden aspirar ya a ser mileuristas. Se conforman con encontrar un trabajo que les permita no formar parte de la generación "ni-ni".
Viven con sus padres y han abandonado la idea de comprarse una casa o un coche porque no podrían afrontar ni la hipoteca ni las letras. No encuentran trabajo y emplean gran parte de su tiempo en estar con sus amigos y participar en redes sociales de Internet. ¿Estamos hablando de los mileuristas? No, aquel término inventado en 2005 ya ha pasado de moda. Ahora el colectivo de jóvenes de entre 16 y 30 años recibe otros nombres, como el de ni-ni (ni estudian ni trabajan), que implica tan poco o menos futuro que aquel con el que se distinguía a quienes cobraban sueldos que rozaban los 1.000 euros. Muchos de los miembros de esta nueva generación sueña con ese manido millar de euros con el que salían adelante sus antecesores. Tampoco se les puede aplicar el término JASP -jóvenes aunque sobradamente preparados-, inventado en los 90, porque muchos de ellos, víctimas del desánimo, han abandonado la idea de seguir formándose.
Pocos son los que acceden a contar su historia y explicar porqué en estos momentos ni estudian ni trabajan. "¿Qué quieres, que sepa toda la gente que me pego el día fumando porros?", plantea una joven de 22 años rechazando contestar a la pregunta sobre su jornada diaria. Pero el consumo de drogas no tiene porqué estar relacionado con estos jóvenes, tal y como insisten en hacer creer en el programa de La Sexta que difundió el término ni-ni, hasta hace poco para muchos desconocido, y el que participa un grupo de jóvenes que, además de no estudiar ni trabajar, carga con otros problemas como conflictos familiares que la cadena utiliza a modo de reclamo.
El paro es la principal razón que apuntan los ni-ni navarros para explicar su situación. Una situación, para muchos de ellos, "muy desagradable". Sin embargo, a otros no les agobia el depender económicamente de su padres y el no contar con ningún tipo de obligación ni responsabilidad en su día a día.
ofertas que no gustan Carlos Navarro tiene 28 años y actualmente se encuentra en paro. Hace doce años que consiguió el graduado escolar y desde que accedió al mundo laboral ha trabajado en la obra y como repartidor. Sin embargo, ahora forma parte de la generación ni-ni ya que los puestos que le han ofrecido para trabajar "no se adecuan" a sus gustos. Carlos vive con sus padres aunque no colabora en las tareas del hogar. "Me levanto a la una de la mañana, como y me voy a sacar al perro", asegura. El resto de la jornada la completa quedando con los amigos, haciendo ejercicio en el gimnasio o viendo la televisión.
"Los padres se cansan y te agobian cada día más", asegura Clara Media, que tampoco trabaja porque "sólo me ofrecen en residencias de ancianos, y la veces que estuve acabé muy quemada". Clara tiene 23 años y cuenta con el título de grado medio de auxiliar de Enfermería, sin embargo ahora se plantea ampliar su formación y estudiar un grado superior ya que ve que con sólo un grado medio "no tiene futuro". Aún así reconoce que "vivir así está muy bien durante tres o seis meses", cuando este tiempo pasa, reconoce, "es cuando verdaderamente te empiezas a agobiar".
Un caso especial es el de Pablo Cerdán, de 26 años, que vive independizado de sus padres gracias a lo que trabajó en su día y a lo que le queda del paro. Sin embargo, si no encuentra un trabajo pronto tendrá que irse de nuevo a vivir junto a sus padres. Pablo se siente desesperado y frustrado, "después de estudiar un grado superior de Informática, me fastidia no encontrar trabajo de lo mío", aunque también admite que tal y como está la situación no le importaría trabajar de lo que fuese con tal de no estar parado.
Desesperada vive también Tamara Gil. Tiene 25 años y no trabaja ni estudia porque hace año y medio que se quedó en el paro y hasta ahora no encuentra nada, "a pesar de haber repartido mi curriculum por toda la Ribera", señala. Tamara se levanta todos los días a las doce del mediodía y emplea las horas del día en visitar a su abuela, charlar con las amigas y enviar currículos a empresas que precisan personal.
Por su parte, Pablo Catalán, de 22 años, busca de vez en cuando trabajo, en principio "de lo que a mí me gusta". Las horas del día las pasa en casa o quedando con sus amigos, aunque admite que ayuda a sus padres cuando lo necesitan en el negocio familiar. Pablo se identifica como ni-ni pero apunta que "no todos estamos en esa situación porque lo hayamos planeado así", de hecho, le gustaría dejar de serlo y cree que ese término ofende "al que sabe que no hace bien estando en esa situación y no pone remedio para salir de ella".
Irse al extranjero en busca del primer empleo puede ser una solución. Blanca Cenzano tiene 23 años y el año pasado terminó Derecho. "Aquí no hay trabajo con lo que habrá que probar suerte en otros países".
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