pamplona. La pamplonesa Isabel Garbayo Ayala, fundadora de Villa Teresita, popular y pionera casa de acogida para prostitutas, falleció el pasado miércoles a la edad de 106 años en la residencia que esta institución tiene en Pamplona (Beloso). Isabel Garbayo fue enterrada ayer en el cementerio de Pamplona, ciudad en la que impulsó una institución cuya aportación social traspasó las fronteras de la capital navarra y hoy tiene seis casas abiertas en Madrid, Valencia (Godella), Barcelona, Sevilla, y Las Palmas de Gran Canaria.

Villa Teresita, cuyo nombre tiene su origen en la devoción de la fundadora a Santa Teresita de Liseux, fue fundada en 1942 en Pamplona después de que Isabel Garbayo, que implicó en su empeño a su amiga Blanca Goñi, solicitara el apoyo y bendiciones de la jerarquía eclesiástica y de habilitar un viejo chalet propiedad de la Protección de Menores y situado en el barrio de San Juan, junto al campo de fútbol. Isabel Garbayo publicó hace unos años un diario en el que desde 1925 hasta 1947 relata día a día las peripecias vividas en torno a la puesta en marcha de Villa Teresita o Asociación Pública de Fieles, una obra "para chicas caídas que quieran regenerarse" en la que "se sientan acogidas con gozo y gratitud por las hermanas que las aman y que miran su entrada en la casa como si fuera un tesoro".

emprendedora Fue una mujer emprendedora que, ante el estupor de su familia y amigos, se adentró en el oscuro mundo de la prostitución para ofrecer atención sanitaria, espiritual e incluso económica a las mujeres. Nacida el 23 de febrero de 1905 en el barrio de la Navarrería, era la pequeña de diez hermanos uno de los cuales, Nicasio, médico, fue el alcalde de Pamplona durante los cuatro primeros años de la II República (1931-35). Como relata en su diario, Isabel, que había estudiado en Ursulinas, tuvo la suerte de que su padre Silvestre -contratista y fundador de Cementos Portland- al morir les dejara en una buena situación económica, lo que le permitió crear Villa Teresita.

Durante la guerra trabajó como enfermera en el frente y entabló amistad con el obispo Antonio Añoveros, que le apoyó en su proyecto asistencial y a quien se sumaron otros sacerdotes como Marcelino Olaechea, Juan Pedro Zarranz, Pablo Gúrpide, Antonio Ona, Rufino Pascual, Fermín Urteaga, Andrés Alzaga, Joaquín Goiburu, Lucio Peñas, Eduardo Lázaro, Casimiro Saralegui, Juan Martinicorena, José Manuel Pascual; Julio Diaz de Cerio, Javier Osés, Conrado Urteaga o los jesuitas Arbeloa y Aguinagalde.