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"La sociedad culpa a quien no sale de una relación violenta, pero cada mujer tiene su momento"

la psicóloga Pilar baigorri afirma que hay que evitar el juicio de verla como "masoca" Ante los primeros episodios de violencia, la víctima se cree que es responsable y trata de modificar su comportamiento

"La sociedad culpa a quien no sale de una relación violenta, pero cada mujer tiene su momento"Foto: carmelo armendáriz

pamplona. La psicóloga Pilar Baigorri Lerga, del Servicio Municipal de Atención a la Mujer de Pamplona, diferencia tres grandes factores que inciden en que la mujer permanezca en una relación de maltrato: económicos, socio-culturales y psicológicos. En primer lugar, destaca la ausencia de independencia económica, ya que hasta hace pocos años se le asignaba a la mujer el deber de "ocuparse de lo doméstico". Con la incorporación de la mujer al mercado laboral, la realidad hoy en día es que "un porcentaje pequeño tiene un sueldo que le permite vivir". Así, la independencia económica sitúa a la mujer en condiciones más favorables para decidir si continuar o romper la relación. El problema del coste de la vivienda y la falta de trabajo, a su vez, dificultan en la actualidad esa ruptura. En segundo lugar, dentro de los factores socio-culturales subraya la "asociación que se hace del hecho de ser mujer al rol de esposa-compañera", así como la pérdida de relaciones sociales al emparejarse.

También está muy arraigada la idea de que para los hijos es perjudicial que sus padres se separen, que "van a sufrir un trauma psicológico que marcará sus vidas", lo que a su juicio es erróneo. "Es más, es totalmente desaconsejable que los hijos crezcan en una familia donde el padre maltrata a la madre. Los varones aprenden que la violencia es una forma de resolver los conflictos, y las mujeres que deben soportarlo", indica. La imagen social también tiene su peso, "el qué dirán". Y en ocasiones la propia familia presiona a la mujer para que aguante, la responsabiliza de "no saber llevar al marido, o no entiende que haya salido varias veces del domicilio volviendo de nuevo con él", de modo que dejan de apoyarla o le presionan "indicándole lo que debería hacer". Por otra parte, para la religión católica el matrimonio eclesiástico es "indisoluble" y, indica, no se ve con buenos ojos la separación.

Respecto a los factores psicológicos, Pilar explica las fases del denominado ciclo de la violencia (tensión, descarga incontrolada y arrepentimiento, al que sigue la reconciliación). El problema es que, cada vez, los episodios violentos aparecen con mayor frecuencia, y tiende a desaparecer la fase de arrepentimiento. La mujer busca una explicación lógica a la conducta violenta de marido, lo justifica "está cansado porque trabaja mucho, debería haber tenido la cena preparada para cuando vino o tendría que haber controlado que los niños no se pusieran a pelear; no le debería haber agobiado con que no nos llega el dinero para pasar el mes, etcétera". Cuando él muestra arrepentimiento la mujer confía en que ésa será la última vez, que "él no es un monstruo sino que es buen hombre". Asimismo, ante los primeros episodios violentos la mujer intenta modificar su comportamiento porque cree que ella ha provocado en parte esa violencia. Cuando se da cuenta que la violencia continúa, se vuelve "indefensa", se presenta insegura, con escasa capacidad de decisión, "atemorizada, sintiendo que su vida no depende de ella". El propio estado psicológico que provoca la violencia hace que le resulte "difícil" salir de esa situación: está deprimida, sin ilusiones, se valora poco, presenta un estado de ansiedad alto y se siente culpable por las conductas que realiza para evitar la violencia: "mentir, encubrir al agresor o tener relaciones sexuales a su pesar". Temen por otro lado la reacción de él, lo que les paraliza: "Si me separo me amenaza con que me matará, me quitará a los hijos y no me dejará vivir tranquila". En muchos casos, además, recibe amenazas de este tipo.

la culpabilización La sociedad, agrega, tiende a culpar a la mujer que no pone fin a la situación de violencia con comentarios del tipo "si no se separa será que no está tan mal, puede que sea una masoquista y no quiere romper con él, no merece la pena ayudarla, ha salido de casa varias veces y siempre vuelve con él...". Sin embargo, Pilar recomienda evitar esta postura teniendo en cuenta que cada mujer tiene su momento, y que "para poner fin a esa relación tiene que tener claro que las cosas no van a cambiar con él, que ya lo ha intentado todo en la relación con su pareja, y que ella va a poder salir adelante".