Los libros, a la basura
alumnos rescatan decenas de ejemplares arrojados a contenedores en la universidad de navarra
A las puertas del edificio, los estudiantes miraban con curiosidad cómo ejemplares de todo tipo debordaban los contenedores, cuatro, aunque solo dos de ellos mostraban su contenido. Obras sobre lo más sublime, estética, arte o filosofía, estudios sobre la mayor de las obras escrita en castellano, El Quijote, o grandes volúmenes sobre historia natural asomaban ante los ojos de los universitarios, más acostumbrados al trato mimoso propio de un centro universitario hacia estas recopilaciones del saber que a verlas convertidas en desperdicios.
No fueron pocos los estudiantes que se lanzaron al rescate de los volúmenes para buscarles un destino más digno con la misma pregunta rondando sus cabezas mientras escarbaban en los contenedores. ¿Qué razones se esconden tras esta operación de desecho cultural?
La respuesta la brindó el propio centro universitario. Cada año la biblioteca incorpora a sus fondos unos 40.000 libros, 30.000 de ellos son donaciones y 10.000 adquisiciones propias. Algunos de los ejemplares cedidos se repiten o son obras que ya se encuentran en la biblioteca, de ahí que el centro opte por desprenderse de ellos. "Cuando la Universidad de Navarra selecciona los libros que no resultan útiles, los ofrece a otras instituciones educativas, a organizaciones no gubernamentales o países en vías de desarrollo. El siguiente paso es desprenderse de las obras que quedan porque ninguna institución las quiere. Esto sucede, por ejemplo, con ediciones obsoletas, ejemplares deteriorados, etc", explican desde la institución académica. Unos 7.000 libros son ofertados cada año de forma gratuita por el centro tras este proceso de clasificación. "Hay un gran esfuerzo por parte de nuestros profesionales para gestionar este ofrecimiento", subrayan desde la universidad.
El centro, a la vista de la actitud de sus alumnos -algunos de ellos se marcharon a sus casas con varios ejemplares entre los brazos-, no descarta dar a los libros una última oportunidad el año que viene para que sean los estudiantes quienes los salven de donde nunca deben acabar, en la trituradora.
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