PAMPLONA. Colectivos de la enseñanza y representantes de diferentes zonas de Navarra expresaron ayer su temor a que el Gobierno de UPN deje morir las escuelas rurales, una oferta educativa que atiende a unos 3.000 escolares. "Este año, por suerte, no se ha cerrado ninguna, pero no podemos decir lo mismo respecto al futuro", advirtió Santiago Álvarez, presidente de Herrikoa, asociación de padres y madres mayoritaria en la enseñaza pública, y encargado de leer el manifiesto en defensa de estos centros consensuado por los sindicatos ELA, LAB, STEE-EILAS, CCOO, Herrikoa, Sortzen, Nize y el grupo de escuelas rurales.
Los colectivos, respaldados por representantes municipales, de apymas y de personal docente de más de una decena de localidades, reclamaron la aplicación de un decálogo aprobado en junio por el Parlamento foral y por medio centenar de ayuntamientos. Este texto tenía como objetivo garantizar el mantenimiento de las escuelas rurales, algunas de ellas en riesgo de cierre por baja matriculación. "El Parlamento dijo sí a mejorar las condiciones de las escuelas rurales. Queremos exigir que se cumpla lo que se aprobó, es decir, que se pase de las palabras a los hechos. Desde que se aprobara el decálogo han pasado varios meses y no se ha hecho nada al respecto. Pedimos que desde hoy se pongan a trabajar para solucionar esta problemática", reclamó Álvarez.
El coordinador de escuelas rurales en Baztan, Urdazubi-Urdax y Zugarramurdi, Eneko Fernandez Maritxalar, que actuó como portavoz, censuró la actitud de Educación en relación con estos centros. "No sabemos la razón del incumplimiento del decálogo. El departamento dice que nos apoya, pero no realiza ninguna mejora. "No les importaría que cerrasen por desatención, pero no descartamos que empiecen a clausurarlas directamente", avisó.
Tras recordar que en los últimos diez años se han cerrado al menos siete escuelas, la última en Eratsun, y no se ha abierto ninguna, explicó que ofertar el modelo D puede ser una medida para garantizar la pervivencia de los centros, entre 75 y 77 en Navarra. "En algunas localidades, los padres, como no pueden acceder al modelo D, lo buscan en otras. El problema no es que no haya niños y niñas, sino que los padres quieren que aprendan euskera y para ello tienen que llevarlos a localidades mayores. La escuelas pequeñas sufren así un descenso de matrícula, pero no cierran por el número de alumnos, sino porque la oferta no se adecua a la demanda", resumió.
OBSOLETAS Los colectivos censuraron, por otra parte, el estado de algunas instalaciones. "Están obsoletas. Algunas escuelas rurales se encuentran en casas de maestros de hace 50 años y la situación de la educación ahora no se parece en nada a la de esa época", apuntó Fernández, quien puso como ejemplo de carencias la escuela rural de Ituren. "Llevan más de 20 años pidiendo escuela nueva porque la actual comparte edificio con el ayuntamiento, el patio es la plaza del pueblo y hay una carretera cerca, con el consiguiente riesgo para niños de 3 años", expuso.
También para los docentes este modelo presenta inconvenientes. "Les resultan incómodos tanto los edificios como los desplazamientos, en Navarra hay un problema de transporte público, e ignoran la metodología para trabajar en estas escuelas, donde alumnos de diferentes edades comparten aula, por eso les cuesta adaptarse. Habría que hacerlas más atractivas", defendió.
A su juicio, agrupar a todos los alumnos en centros grandes supondría menos gasto en instalaciones y profesorado para el Gobierno, "pero el punto de vista -defendió- no debe ser economicista. Si una escuela pequeña desaparece provoca problemas de traslados, para los alumnos puede suponer recorrer 25 kilómetros en autobús a diario, y que el pueblo desaparezca poco a poco". Fernández alertó que escuelas como las de Lezáun, Murieta, Beintza o Saldías están en riesgo de desaparecer. "El criterio para cerrar es que no haya cinco alumnos, pero ese criterio no se utiliza para abrir", dijo.