“Lo peor fue decir a mis padres que su otra hija también tenía cáncer de mama”
Una madre y una mujer afectada por la enfermedad narran cómo la familia afronta dos diagnósticos
pamplona - Son cuatro hermanas y dos ellas tienen cáncer de mama. Su madre, Emery Pascual Vicente, maestra jubilada, ha tenido que sufrir dos veces el mazazo de la noticia y, además, temer por el futuro de sus otras dos hijas gemelas y de sus nietas. ¿Acecha también la enfermedad al resto de miembros femeninos de la familia? Los estudios realizados a su hija mayor, que aún no ha cumplido 48 años, descartan que el cáncer sea genético pese a que también lo sufrieron su abuela y su tía. Aunque la posibilidad de que sea una condena oculta en sus genes aún no haya sido refrendada por la ciencia, las sospechas de la familia van este sentido, pero sus miembros se resisten a convertir el miedo al cáncer en una obsesión y afrontan la enfermedad que aqueja a dos de sus miembros “unidos como una piña”, destaca Emery, y sin la más leve duda de que las dos “saldrán adelante”. “Cuando mi hija mayor me lo comunicó nunca pensé en un desenlace fatal y cuando nos lo dijo Virginia, tampoco”, descarta con rotundidad mientras lucha por contener la emoción.
“Recibir la noticia de mi hija mayor fue un soponcio. Lo primero que se me ocurrió decirle fue que tenía dos abuelas en el cielo que la iban a cuidar”, recuerda. No había transcurrido un año cuando su segunda hija, de 46 años, le comunicaba idéntico diagnóstico. “Había ido a una revisión de la tiroides y pensé que me iba a explicar que tenía diabetes como mi marido y mis hijas pequeñas, pero no, lo que me dijo fue: ‘He tenido envidia de mi hermana mayor y yo también tengo lo mismo’. Otro soponcio”, relata esta antigua profesora del colegio San Luisa de Marillac, que no deja que la enfermedad de sus hijas le arrebate ni la sonrisa ni el brillo en la mirada.
Este segundo diagnóstico hizo que Emery y su marido se preguntaran si habían hecho algo mal. “Hemos llevado una vida normal, con hábitos normales en la alimentación y el resto de cuestiones sobre el estilo de vida, pero algo pasa. El cirujano nos dijo que podíamos haber estado expuestos a algo pero no sabemos a qué. No debemos culparnos y no lo hemos hecho. Nos hemos preguntado por las causas, eso sí, y sospechamos que algo genético tiene que haber detrás”, expone.
Virginia, con constantes guiños de complicidad hacia su madre, recuerda cómo descubrió su cáncer. “Había ido al dietista para adelgazar porque tengo un problema de tiroides. Perdí 10 kilos y creo que eso pudo ayudar a que lo descubriera. “Siempre me había autoexplorado porque nos educaron para hacerlo, aunque no sabes bien qué buscas, y cuando en la ducha me pasé la manopla por un pecho noté algo distinto. La primera reacción fue retirar la mano. Supongo que pensaba que si no tocaba lo que había, el bulto no estaría allí. Era como un chichón, pero por dentro. No dije nada porque eran vísperas de San Fermín y no quería caer en paranoias. Cuando me lo confirmaron se lo dije a mi marido y a mi hija”, explica. No fue este sin embargo el momento más duro para ella. “Lo peor fue decírselo a mis padres. Sabía el disgusto que se habían llevado con mi hermana y no deseaba hacérselo revivir otra vez”, dice esta mujer tan cargada de ánimo y optimismo como para ver el lado bueno de la situación. “Que mi hermana lo tuviera nos ha quitado el miedo a la palabra cáncer. La noticia de mi hermana fue más dura, pero nos ha servido para ver lo que era y a decir: ‘Es esto, ¡pues a curarnos!’”.
Virginia, madre de una hija de 17 años, y Emery han aprendido a relativizar la enfermedad, pero sin despojarla de su transcendencia. “No sé cómo actuaría con otro cáncer, pero a este no le veo consecuencias terribles a mi edad. Es una putada muy gorda -dice Virginia, disculpándose por la palabra, aunque sea la más precisa para calificar esta enfermedad- pero a la larga mi vida va a seguir siendo la misma. Entiendo que hay mujeres que están en otras circunstancias, por ejemplo, se han separado de su marido porque este no lo sabía llevar o han padecido todo tipo de complicaciones en su trabajo, pero eso a mí no me ocurre”, se felicita Virginia, encargada de la tienda Mothercare situada en la pamplonesa calle de Castillo de Maya, sin dejar de manifestar comprensión hacia las mujeres que se encuentran en situaciones más penosas. A Virginia, a la que el cáncer no ha restado belleza, ni siquiera el hecho de perder un pecho o el pelo ha conseguido privarle de la alegría de vivir, de hecho, bromea con su peluca, que le permite lucir una favorecedora melena lisa en lugar de su habitual pelo rizado.
Madre e hija hacen constante referencia a sus maridos y a su descendencia como grandes apoyos. “Mi marido y yo hemos tenido muy claro que íbamos a procurar que no nos notaran nada. Ni mis hijas y yernos ni mis nietos. Así que la terapia la hacíamos mi marido y yo en el sofá, de noche. Cuando uno estaba peor, el otro tiraba de él. Nuestro papel ha sido el de acompañarlas a ellas y sus familias. No nos cuesta esfuerzo. Lo hacemos con ilusión”, explica Emery. “Han estado pendientes de nosotras y de nuestros hijos al 125% y eso te libera”, refrenda Virginia.
Este espíritu de fortaleza sí parece incontestablemente genético pues Emery comenta sobre una de sus hijas gemelas, de 41 años. “Una lo tiene claro, cuando le hagan pruebas y haya la más leve duda quiere que le quiten los dos pechos”, explica. “Le llamamos Angelina”, dice entre risas Virginia.
Cuestación. Saray llevará a cabo hoy la cuestación con motivo del Día del Cáncer, que se celebra el sábado, para recaudar fondos. Instalará mesas en Pamplona y en el hipermercado Eroski de Berriozar se venderán pulseras realizadas por Adacen y habrá mesas informativas.
Carpa. La asociación de lucha contra el cáncer de mama ha organizado un evento informativo mañana en la plaza del Castillo de Pamplona desde las diez de la mañana hasta las dos de la tarde. Instalará una carpa para consultas e información, el centro Isterria confeccionará un lazo rosa y a las 12 se guardará un minuto de silencio. También se instalarán hinchables infantiles.
Charlas. El 21 y 22 de octubre ha organizado charlas sobre cáncer y sexualidad y sobre genética y cáncer de mama en su sede, en la c/Ermitagaña 11.
Carrera. La multitudinaria carrera que convoca en las últimas ediciones a miles de personas se celebrará el domingo 26 de octubre. La inscripción, que cuesta 5 euros, puede hacerse en El Corte Inglés, Urbanitas Wellness Centre (c/ Iturrama 4) y en la sede de la asociación.
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