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Repuntan en el primer semestre las atenciones por heroína en Navarra

El número de pacientes en Salud mental crece un 4% en un año Los expertos señalan que el aumento no es preocupante aunque habrá que estar alerta de que no continúe

Repuntan en el primer semestre las atenciones por heroína en Navarra

Pamplona - Las atenciones por casos de adicción a heroína en los Centros de Salud Mental (CSM) aumentaron un 4% en el primer semestre de este año en comparación con los datos obtenidos en estas mismas fechas en 2015, según los datos facilitados por el área de Salud Mental del Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea (SNS-O). La Fundación Proyecto Hombre Navarra también experimentó en los últimos años mayor incidencia de la adicción por este opiáceo, pasando del 4% en 2011 al 8% en 2015.

Los CMS atendieron en el primer semestre del 2016 a un total de 410 pacientes por consumo de opioides, 17 más que en el del 2015. Este incremento en los casos llegó acompañado de un ligero descenso de la edad media de los pacientes. Lo que sí continuó constante es el gran predominio de los varones atendidos, con una incidencia del 77% de hombres frente a un 23% de mujeres.

El director del área de Salud Mental del SNS-O, Jesús Alfredo Martínez Larrea, matizó que este aumento llega tras varios años de descenso en el número de atenciones, por lo que aún es muy pronto para considerarlo preocupante y habrá que valorar esta cifra a lo largo de todo el año. “Todavía es pronto para decir si es una tendencia significativa, pero hay que estar vigilantes” aseguró. En 2015 el número de personas que pasaron por un tratamiento fue de 418 después de tres años consecutivos de descenso desde que en 2012 se alcanzasen los 518 casos. El año con menor número de pacientes fue 2009, cuando se llegó a las 388 personas.

La última memoria de la Fundación Proyecto Hombre Navarra mostró también una crecida en la presencia de las atenciones realizadas en los últimos años por consumo de heroína. La incidencia de estos casos descendió progresivamente desde el nacimiento de esta entidad en 1990, llegando a su mejor cifra en 2011, cuando representaban solo el 4% del total de las intervenciones. Sin embargo, los años siguientes se revirtió este sentido descendiente y los datos del año 2015 muestran que el 8% de sus atenciones se orientaron a casos de adicción a la heroína.

El director de programas de Proyecto Hombre Navarra, Alfonso Arana Marquina, matizó que este aumento no trae consigo la implicación de que hayan crecido los nuevos pacientes, sino que se trata en su inmensa mayoría de consumidores antiguos que han vuelto a recaer. “En lo que llevamos de 2016 hemos tenido un caso de un muchacho de en torno a 20 años que ha venido a tratamiento por problemas de consumo de heroína, comentó. Esto es algo que no pasaba desde hacía tiempo, pero no podemos concluir que se está comenzando a introducir”. En cualquier caso, hizo especial énfasis en señalar que el consumo de la heroína está vinculado a complicaciones graves de salud y sociales, por lo que la detección de este problema tendría que ir unida a una búsqueda rápida de ayuda.

Navarra cuenta con un programa de tratamientos sustitutivos de opiáceos orientado a los casos crónicos y de consumo más grave. Tal y como apuntó Martínez, la utilización de este recurso se mantiene bastante estabilizada, por lo que se deduce que no hay un incremento dentro de los casos más preocupantes.

Atenciones vs. consumo Desde Salud Mental y Proyecto Hombre puntualizaron que los datos de atenciones muestran la realidad del consumo que comenzó hace unos años, ya que las personas que solicitan este tipo de servicio llevan varios años consumiendo opiáceos. El director técnico de la fundación, Gorka Moreno, señaló que “desde que hay cambios en el consumo hasta que hay cambio en el perfil de la gente que precisa tratamiento pasan unos años”. En el caso de la heroína, el tiempo que pasa desde que se empieza a consumir hasta que genera repercusión y necesidad de atención es más corto que con otras drogas. Según Alfonso Arana, “esto se debe a la rapidez con la que genera una dependencia física y psíquica que pueda afectar al funcionamiento en la vida laboral o familiar”.

El director del área de Salud Mental apuntó que “el patrón del incremento de casos no es en el consumo de heroína como sustancia principal, sino en un consumo ocasional vinculado a otras drogas”. Además, aludió que en los últimos diez años se ha ido cambiando progresivamente la vía intravenosa por la fumada e inhalada, algo que apoyó Arana, quien declaró que, mientras que en los años 90 la inyección era muy extendida en el norte del país, ahora apenas reciben casos de venofunción. En este sentido, Martínez subrayó que si se confirmase que está naciendo una nueva generación de heroinómanos aún no se puede asegurar que esta sea la vía utilizada.

Dentro del mundo de las drogas también existen modas, aunque Martínez aclaró que el caso que ha despertado la polémica, el del aumento de muertes por sobredosis en Nueva York, responde a una medida sanitaria. “Lo que ha ocurrido allí es que han puesto normas muy restrictivas para el tratamiento con opiáceos del dolor, explicó. Muchas personas que habían estado en tratamiento, al ver restringido el acceso a la medicación, han pasado al consumo ilegal”. El profesional aludió a otras posibles variables como pueden ser un aumento de la producción y la reducción del precio o las distintas necesidades de la sociedad. En situaciones de euforia o disfrute la tendencia es al consumo de drogas estimulantes, mientras que las sedantes, como los opiáceos, tienen más demanda en casos de depresión o dificultades personales como forma de evasión.

El director de programas de Proyecto Hombre Navarra señaló que lo que sí están creciendo notablemente son los casos de personas policonsumidoras que utilizan una droga u otra dependiendo de la situación en la que se encuentren. “En los 80 y 90 hubo un boom de la heroína y mucha gente se enganchó únicamente a esto”, apuntó haciendo referencia también a que en aquella época no había tanta disponibilidad de sustancias como ahora.

La percepción de riesgo es otra de esos factores que pueden condicionar el consumo. A juicio del doctor, la heroína se había asociado a una percepción de riesgo vinculada a la vía de administración intravenosa y a las infecciones graves que podría acarrear como el sida o la hepatitis C, un hecho que habría hecho retraerse del consumo. Ahora, con nuevas vías de administración, puede que esta percepción del riesgo esté disminuyendo.

418

Los centros de salud mental (CSM) de Navarra atendieron en 2015 a 418 personas por casos de adicción a opiáceos. La cifra es inferior a la registrada en 2014 (748 pacientes), aunque en la comparativa entre el primer semestre del 2015 y el del 2016 se observa un incremento del 4%.

75

En torno a 75 personas fueron atendidas por la Fundación Proyecto Hombre Navarra por problemas de adicción a la heroína durante el año 2015.

Otros nombres. La heroína, al igual que ocurre con el resto de drogas de gran consumo, se conoce con otros nombres en el entorno más cercano al consumo. Así, se le denomina también como caballo, potro, jaco, nieve, reina, pico o morfo.

Qué es. Esta droga es un derivado de la morfina que a su vez se extrae del opio. Se obtiene al tratar la morfina con diferentes sustancias químicas.

Es un polvo blanquecino o marrón que actúa como un depresor del sistema nervioso central.

Riesgos. Consumir heroína puede provocarte problemas de corazón, de pulmón, hígado y riñón, así como falta de deseo e impotencia sexual y problemas ginecológicos como ausencia de menstruación y abortos espontáneos. También se pueden presentar cambios de personalidad, trastornos de memoria, ansiedad y depresión. Se puede caer en coma e incluso morir por sobredosis. Es una droga extremadamente adictiva y produce una elevada tolerancia.

Adicción. El síndrome de abstinencia, conocido como mono, empieza después de unas horas sin consumir y suele durar entre 5 y 10 días. Es duro pasar y requiere frecuentemente ayuda profesional.

Efectos tras el consumo. La persona consumidora siente euforia, placer y bienestar en los momentos después al consumo. Además, se produce una bajada de la tensión y de la temperatura corporal, se ralentizan el corazón y la respiración, pudiendo ser esta última entrecortada. Otros efectos son el estreñimiento y la pérdida del apetito. Más a largo plazo se produce una contracción de las pupilas. El consumidor presenta una actitud pasiva y distanciada, cambios de humor y falta de interés así como dificultad para entender las cosas y sensación de sueño. Además puede acarrear dolores cólicos y problemas para orinar. Los efectos duran entre 3 y 6 horas y después se necesita una nueva dosis.