Todo aquel que haya pasado la última noche del año en Iruña sabe que, más que nunca, el corazón de la ciudad se llenan de color y creatividad. Tras las doce campanadas, las calles del Casco Viejo se inundan de piratas, rockeros, hippies, vaqueros, astronautas y animales varios, entre otros, que hacen de la Nochevieja pamplonesa algo original y único.

No se sabe a ciencia cierta el origen de esta reciente pero arraigada tradición. Unos sitúan los inicios en la década de los 70, a raíz de la idea de una cuadrilla que decidió dar la bienvenida al año nuevo de una forma más animada. Otros, en cambio, ponen el foco en la fiesta de disfraces que una radio local organizó en el frontón de Labrit el 31 de diciembre de 1982. Sea cual sea la historia de esta peculiar costumbre, no cabe duda de que es, para la mayoría, una norma inquebrantable. “Es una gran idea pero ahora solo falta que le demos un empujón al Carnaval de la ciudad”, comentó Iñaki Amezkoa, vecino del Casco Antiguo.

Con la llegada del fin de año, llega el momento más complicado de disfrazarse: elegir el personaje. “Siempre acabamos poniéndonos de acuerdo pero después de largas discusiones de WhatsApp”, comentaron ayer Maider Asurmendi e Itziar de Echarri, mientras se probaban un disfraz de oso panda que automáticamente fue descartado: “Es último día y no tenemos ni idea”.

Como ellas, son muchos los que compran los detalles a última hora: “Los cinco días previos especialmente”, apuntó Koldo Nava, encargado de la tienda de disfraces La Máscara, que ayer y hoy amplía su horario para aprovechar la temporada con más ventas del año.

Las preferencias son muy variadas y personales aunque los comerciantes coinciden en una cosa: los clásicos nunca fallan. Las caracterizaciones más solicitadas son de pollo, conejo, caballero medieval, bailarina, Wally o marciano.

star wars y juego de tronos A pesar de las apuestas seguras, también hay quien prefiere arriesgar. Este año, los triunfadores son los personajes de ficción, especialmente de Juego de Tronos y de Star Wars. Además, la actualidad también es un tema recurrente en los comercios de disfraces y esta vez han arrasado las caretas de Donald Trump, Carles Puigdemont o Vladimir Putin. “Varias personas se han acercado a preguntar por pelucas para disfrazarse de Aridane, el futbolista de Osasuna”, señaló Nava.

Carlos Arrondo suele innovar cada año y esta vez, su cuadrilla ha decidido reinventar la elección que hicieron hace 15 años. “Nos disfrazamos del grupo de música Kiss y fue la opción que más gustó de todos así que esta vez vamos a recrearla”, explicó el joven. Junto a él, Patricia Ordoyo prefiere evitar el trabajo que supone cambiar de disfraz año tras año: “Llevo varias Nocheviejas de Beetlejuice así que ya tengo todo lo necesario en casa”, añadió.

“En general, predomina la gente joven aunque también hay otro tipo de cliente más adulto y busca disfraces más específicos con una atención más concreta y un tallaje más amplio”, detalló Inma Bezunartea, que junto a Maite Ibar y Verónica Bordas regenta El Camerino, en la calle Mayor.

En cuanto al precio, el rango de precios es muy amplio. “Las opciones más económicas son ofertas que rondan los 7 euros aunque también tenemos otras no aptas para todos los bolsillos, como el disfraz de Chewbacca que cuesta 400 o el de toro, que ahora mismo está en 100 €”, destacaron desde La Máscara.

No obstante, el promedio se mantiene entre los 20 y los 25 €. “Los complementos tienen la mayor importancia porque ahí es donde uno puede adaptar la compra a su gusto”, afirmó Inma Bezunartea, “Puedes gastarte un euro en algo muy sencillo o cinco en un detalle más completo”, concretó.