PAMPLONA - El Palacio de Justicia de Navarra acogió ayer la segunda parte de la jornada La Mediación, espacio de Encuentro, organizada por Mediación Navarra. En dicho acto, que fue inaugurado por el Consejero de Justicia Eduardo Santos, intervino Sainz de Rozas con la ponencia Violencia machista y justicia restaurativa: las víctimas, sus necesidades, su empoderamiento.

¿Qué es la justicia restaurativa?

-Es una forma de abordar los conflictos creados por la infracción de normas penales en los que se devuelve el protagonismo a la víctima sin perjuicio de que el agresor se responsabilice del daño causado tanto a ella, como a la sociedad. Con demasiada frecuencia el sistema tradicional, en aras de castigar a quien ha producido una infracción penal, relega a la víctima al papel de mero testigo, pero hay que tener en cuenta sus intereses, sus necesidades, darle la oportunidad de explicar lo que a ella le ha supuesto el delito, más allá de la repercusión penal. Además, tiene derecho a que el Estado, al intervenir tenga en cuenta esas necesidades.

Busca empoderar a la víctima.

-Exacto. Entre esas peticiones esta frecuentemente que el agresor asuma su responsabilidad. La asunción de la responsabilidad por parte del agresor, no es algo que solo le interese a la ley, a la sociedad o al Estado, le interesa a la afectada, porque desde ahí se reparan las consecuencias, no solo materiales, sino también morales. Una petición de perdón de un agresor a una víctima hace por ella, al menos en mi experiencia, mucho más de lo que hace que esa víctima vea que al agresor le han castigado. El castigo puede estar ahí, pero el Estado tiene que darse cuenta de que lo importante no solamente es eso, sino que la víctima se vea reparada también moralmente.

Las aportaciones del feminismo son determinantes en la justicia restaurativa, ¿no?

-Las aportaciones del feminismo son esenciales a la hora de cuestionar un sistema tradicional que supuestamente era igualitario, era universalista, y era igual para todos. Sin embargo, el feminismo nos ha hecho ver de qué manera la desigualdad estructural que existe en nuestra sociedad no puede combatirse en aquellos aspectos que más violan los derechos de las mujeres, como la violencia de género, la agresiones a la libertad sexual, delitos de acoso, delitos de discriminación o cualquiera de las formas de violencia contra la mujer por el hecho de ser mujer. Necesita que también las herramientas del derecho atiendan a su realidad práctica, que es una realidad de discriminación. La justicia debe ser ciega en cuanto que debe ser imparcial, pero esa imparcialidad no está reñida con asumir, y esto lo dice el Tribunal Constitucional, que existe una desigualdad estructural. Por lo tanto, la respuesta que demos a violaciones de cualquier derecho como a la libertad sexual, derechos a la libertad en el ámbito del trabajo, derechos a la integridad física o la integridad que son los que llamamos de género, o cualquier abordaje del derecho penal debe tener en cuenta esta desigualdad estructural y debe hacerse de forma tal que no contribuya a perpetuar esa desigualdad, sino a revertirla, a hacer seres humanos iguales en la práctica.

Muchas veces el sistema judicial se centra en castigar y no por mucho que se castigue se resuelve las consecuencias de agresión. ¿Qué se podría hacer para trabajar en la reparación?

-Detrás de esa agresión hay una experiencia de victimización en que las necesidades de la víctima deben ser escuchadas. Entre esas necesidades pueden estar que quien te ha hecho eso sea castigado y para eso ya responde la ley. Con lo cual, si no le tenemos en cuenta a la víctima, pasa a ser meramente un testigo y además, se le exige coherencia y que no se contradiga.

O incluso se le cuestiona por lo que hizo o no hizo.

-Exacto. La víctima lo primero que necesita es ser bien atendida en un ámbito como el de los tribunales de justicia. Yo como director general de Justicia, tengo que conseguir que a través de los servicios de asistencia a las víctimas, pero también a través de la posibilidad de abordaje restaurativo de las situaciones a las que dan lugar los delitos, quienes sean responsables de ellos sean castigados por ellos, pero que no suponga un castigo también para las afectadas, sino que tienda a la rehabilitación de la persona que lo ha cometido, siempre en atención a que eso sea parte de lo que la víctima necesita. A mucha gente le sorprendería ver que muchas víctimas lo que dicen "si le tienen que castigar, que le castiguen, pero no es eso lo que yo busco, porque lo que yo quiero es que se haga justicia". Es algo que va mucho más allá, que es mucho más que castigar.

Aún hay víctimas que se acogen a la dispensa que les exime de la obligación legal de declarar. ¿Qué se puede hacer para evitar esto sin dañar su autonomía?

-Hay víctimas que viendo que el sistema penal, por estar demasiado enfocado al castigo, por haberlas dejado de lado, por lo que han vivido, por lo que ha supuesto para ellas el hecho de revictimizar, o por no atender a sus necesidades o a sus intereses, les hace sentir que no tienen ninguna autonomía o piensan que 'el sistema se hace para protegerme, pero sin contar conmigo y el único ámbito de autonomía es valiéndome de esto donde yo decido lo que se hace'. Esto, sobre todo lo he visto en casos primarios de coacciones, amenazas o maltrato de obra, pero sin lesiones. Casos que son muy serios y no se pueden banalizar, pero que son en relación con otros más leves. La víctima dice: "Pues mira, ya te di un susto, ya te denuncié, y ya pasaste un mal rato, y ahora no voy a declarar". Yo no soy quién para decirle a la señora que se anime a denunciar, cuando el sistema que yo estoy arbitrando no le está dando respuesta. Por lo tanto, si la pregunta es, ¿Qué se podría hacer para animarles? primero debería de preguntarme yo: ¿Qué puedo hacer yo para no desanimarse? Esta es la primera cuestión. Para no desanimarse le tengo que dar una buena atención ya. Solamente desde ahí, desde que la víctima se sienta bien entendida, desde la que la víctima vea que tiene las riendas sobre lo que está pasando en el proceso -aunque no debe ser la única que lleve las riendas porque hay un interés social también-, que ya está siendo escuchada. A partir de que se cumpla esto, le podré decir "pues denuncia, usted declare, porque esto va a ayudar a que no se repita". En estos momentos, hay posturas favorables a eliminar esta dispensa. Por ejemplo, en septiembre del año pasado la Fiscalía de Madrid sacó una comunicación diciendo que habría que cambiar la ley para que desapareciese esta dispensa de la obligación de declarar. Yo no soy partidario de ello tal y como están las cosas. Sabemos que el sistema penal es muy mejorable, pero tampoco es nefasto.

La mediación en violencia de género está prohibida por ley, pero, ¿Cree usted que se podría dar en algún caso?

-Creo que si. No en caso de reincidencia. Difícilmente se podría llevar a cabo en casos de maltrato habitual sin un previo abordaje de la situación subyacente, pero creo que rechazar la mediación por principio y solo por ser este tipo de delito, supone una especie de infantilización de la víctima, de negarle su autonomía y su madurez para tomar las riendas y ya colaborando con otros operadores del proceso de la respuesta penal que merece agresor. Creo que las víctimas son mucho más maduras que todo eso. Por lo tanto, se podría dar con las debidas garantías, siempre que no suponga una minimización de la gravedad, y siempre que quede claro que hay una respuesta penal. Al final, creo que un abordaje desde justicia restaurativa resolvería el problema para muchas víctimas, mejor de lo que está haciendo en este momento, un sistema presidido por la prohibición de la mediación.