"Lo malo, que mis hermanos no están vacunados"
- A sus 85 años, José Martín ha tenido la agilidad -y la fortuna- suficientes para esquivar a la covid-19. Llegó a su anterior residencia, Amavir Mutilva, después de que superasen su primer brote, y abandonó este centro antes de la segunda ola. En los cinco meses que lleva viviendo en la Casa de Misericordia, no ha habido focos reseñables, y con la inmunidad ya ha podido volver a la calle, donde más a gusto se encuentra.
"A mí me gusta mucho la calle, y si el tiempo está bueno es lo que hago", relata, celebrando que ya puede salir cuando le apetece. "Hubo un tiempo en el que solo se podía andar por el recinto y fuera no se podía, luego se podía salir a la calle una vez al día y si salías a la mañana a la tarde no podías, y ahora cuando quieras", cuenta, agradeciendo también la flexibilización en las visitas. "Venía un familiar a verte y había dos vallas. Ahora las han quitado y si te quieres quedar dentro te queda solo una valla", algo que le viene muy bien por el trabajo que le cuesta escuchar, porque "es que antes estabas a 4 metros".
Ahora espera que sus hermanos también sean vacunados porque el menor, de 78 años, vive en Lezkairu, "muy lejos para bajar a verle", y la mayor, de 82 y vecina de Beriáin, "está operada de la cadera". Su inmunidad permitiría que José Martín pueda reencontrarse con ambos en condiciones normales.
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