El Centro de Recursos de Educación Especial de Navarra (Creena), el centro público de enseñanza de personas adultas José María Iribarren de Pamplona, y la Asociación Provincial de Autoescuelas de Navarra (Apana) presentaron ayer el balance del proyecto Cambiemos de Marcha (CDM), que ayuda a personas con diversidad funcional, intelectual y del desarrollo a obtener el carné de conducir. El proyecto pretende “promover el derecho de las personas con diversidad funcional a una vida adulta de calidad en la que puedan contar con las mismas oportunidades que el resto”, tal y como recoge la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de 2008 y su desarrollo normativo posterior. Los promotores del proyecto mostraron ayer su “satisfacción” por los “buenos resultados” del proyecto, que nació de una petición de apoyo al CREENA por parte de un grupo de estas personas.

A partir de ese momento, Creena diseñó el proyecto y con la colaboración del centro José María Iribarren, ambas entidades firmaron un convenio de colaboración con Apana para llevarlo a la práctica, proyecto en cuyas dos primeras promociones han participado 24 personas.

Tanto para Creena como para José María Iribarren y Apana, asociación sin ánimo de lucro cuyo pilar de actuación central es la educación vial, hay un concepto “fundamental” que está presente en cada decisión que toman: “no a la lupa gigante”.

Nieves Lerga, profesora de Pedagogía Terapéutica del Creena, indicó que “obtener el permiso de conducir requiere superar un proceso de evaluación exigente, el mismo para todo el mundo, también para los participantes de CDM, que no se benefician de adaptaciones”.

“Si alguien no es capaz de conducir, nos referimos a cualquier persona, no solo a nuestro alumnado; no aprobará los exámenes. El propio proceso ordinario actúa como filtro. Nuestro alumnado necesita apoyos en forma de más clases y durante más tiempo, no que se ponga sobre ellos lo que nosotros denominamos la lupa gigante, es decir, que se les someta a procesos de evaluación más exigentes y a mayor vigilancia que al resto”.

En este sentido, el proyecto CDM consta de una primera fase desarrollada en el centro José María Iribarren, un trabajo intensivo durante un curso del manual para el permiso de conducir, y una segunda parte en Apana (curso teórico intensivo, asesoramiento y clases prácticas en sus autoescuelas). Laura Rodríguez, profesora de Pedagogía Terapéutica encargada de CDM en José María Iribarren, explicó que “esta primera fase consiste en un periodo de formación teórica alargada en el tiempo debido a la dificultad que conlleva la materia”. “Trabajamos diferentes técnicas de estudio, vocabulario específico y la mejora de la comprensión lectora, pensando que tienen que superar el mismo examen teórico que las demás personas”, añadió.

Con respecto a la fase 2, Oskia Arriola y Amaya Echeverría, responsables del departamento de Formación de Apana remarcaron que gracias a su experiencia en educación vial, tenían “claro” que la modalidad habitual de formación para obtener el permiso de conducir: cursos intensivos de 16 horas (la mayoría online), “no era viable” para estas personas. “Vimos que necesitan unos tres meses atendidos por profesionales de educación vial para un trabajo intensivo del código de circulación antes del examen teórico. Una vez aprobado pasan a una autoescuela asociada en APANA. Al igual que para la parte teórica, necesitan por lo general, más clases que la mayoría, circunstancia que encarece mucho el permiso”, subrayaron.

Por ello, en esta primera promoción Apana se ha hecho cargo del coste de las horas de teórica y Caja Rural de la parte práctica, concediendo a aquellos participantes que han superado el examen teórico una tarjeta con saldo para utilizarla en la autoescuela y pagar sus clases.