El Erasmus es, para quien haya ido, toda una experiencia tanto personal como profesional. Por ello, los estudiantes navarros que realizaron estancias en Europa el pasado curso vinieron cargados de historias y anécdotas que sin duda han marcado parte de su juventud.

“Fue un choque cultural grande”, reconoce Jon Martínez Torres, estudiante de grado medio en Cuidados Auxiliares de Enfermería que realizó las prácticas en una residencia de Lappeenranta, Finlandia. Aunque del trimestre de estancia gastó un mes en “adaptación” por el cambio de horarios y de clima –llegó a estar a -15ºC–, quedó encantado con el país y su gente.

“Puede dar imagen de que son distantes, pero son muy majos, ha sido una maravilla e incluso nos llevamos amigos”, asegura. Además, también tuvo tiempo de “hacer turismo y ver auroras boreales”, mientras que en el trabajo disfrutaba de una “flexibilidad laboral para cambiar horarios” complicada de ver aquí. Por todo ello, el año que viene quiere volver, pero “para vivir allí”.

Sheila Gallardo Castillo, estudiante de FP que realizó prácticas en Francia.

Más cerca, también saliendo de su zona de confort –“lo que no es fácil”–, se fue Sheila Gallardo Castillo, estudiante de Grado Superior en Marketing y Publicidad. Esta joven realizó su estancia en una empresa de construcción metálica en Nay, Francia. “Es un país nuevo y estaba asustada”, confiesa.

“Salir de la zona de confort no es fácil, pero luego los días pasaron bastante rápido”

Sin embargo, el miedo inicial se fue disipando con el paso de unos días “que comenzaron a pasar bastante rápido”. “Estaba con otro compañero en la empresa, por lo que pude conocer los procesos mano a mano y realicé varios materiales promocionales”, explicó acerca de una labor sobre la que su tutor está encantado. “Realizó una publicación de agradecimiento en LinkedIn, y recibo con orgullo ser una pequeña huella en la historia de la compañía”, muestra.

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