Transmitir desde una edad temprana el gusto por la danza. Este es el objetivo principal de Diverdanza, un proyecto educativo impulsado por un equipo de profesionales de la danza con amplia experiencia docente en Navarra. “Queremos brindar una oportunidad a los centros docentes de conocer de primera mano los múltiples beneficios que aporta la danza en todas las etapas educativas, pero, sobre todo, en Infantil y Primaria, y trabajar estas dinámicas en el aula para convertirlas en una herramienta pedagógica más”, explica Irene Viladrich Arbea que, al igual que sus compañeras Iosune Yaben Rodero y Naiara Palau, cree firmemente en los múltiples beneficios físicos, cognitivos, emocionales y sociales de la danza, que mañana celebra su día.

Este proyecto, que este curso se ha realizado con los 300 alumnos y alumnas de Infantil del colegio Jesuitas de Pamplona, tiene sus raíces en una actividad que desarrollaron estas profesionales en el colegio público Eulza de Barañáin, entre 2012-2017. “Queremos recuperar esa actividad que se llamaba Danza y Expresión Corporal y que funcionó muy bien. Los talleres los impartíamos tres días a la semana con tres grupos distintos. Con el alumnado de 2º y 3º de Infantil trabajamos talleres vinculados al cuerpo, los animales y las emociones y con el de Primaria descubrimos la historia del ballet a través de obras de repertorio”, recuerda Viladrich, que lamenta que “por distintas causas de la vida mi compañera y yo no pudimos seguir y aquello terminó”. 

Escolares de 1º de Infantil de Jesuitas

El proyecto Diverdanza pretende recuperar el modelo de trabajo que desarrollaron el colegio Eulza. “Nuestra metodología se basa en educar en hábitos y valores y en transmitir desde una edad temprana el gusto por la danza, la curiosidad por el lenguaje corporal, la inquietud por encontrar la forma de expresión que mejor se adapte a cada persona”, explica Viladrich que junto a Iosune Yaben imparte clase en la Escuela de Danza de San Ignacio. Naiara Palau dirige una escuela que lleva su mismo nombre en Mutilva.

“Bailar es el mejor antídoto; nos permite expresar emociones e interactuar con los demás"

Irene Viladrich Arbea - Bailarina y profesora de danza

A la mayoría de niños y niñas les encanta bailar. “La danza influye positivamente en su estado emocional. La danza activa los circuitos motores y sensoriales estimulando los centros de placer y haciendo que las personas que bailan se sientan mejor con ellas mismas”, defiende Viladrich, quien añade que bailar “no es solo una actividad física sino también social. Otro lenguaje comunicativo que nos permite expresar nuestras emociones a través del movimiento e interactuar con los demás y con nuestro entorno”.

Un momento del taller.

Las bondades de la danza

El equipo de Diverdanza tiene claro las enormes bondades y potencialidades de la danza. Beneficios físicos, como la flexibilidad, la fuerza o la corrección postural; sociales como la empatía, el respeto, la creatividad o el trabajo en equipo; y académicos, como una mayor capacidad de concentración, trabajo y esfuerzo o mejor manejo de la frustración o mejora de la atención. “Bailar es el mejor antídoto. Expresamos y compartimos mejor nuestras emociones, promovemos el respeto y la aceptación de uno mismo y de los demás y aumenta la confianza en uno mismo y en las capacidades individuales”, asegura Viladrich.

Bajo esta premisa, estas bailarinas confían en que cada vez más centros educativos valoren la importancia de la danza y decidan impartir estos talleres. “Nos gustaría ampliar nuestro equipo para llegar a más centros y también buscamos profesionales euskaldunes con formación y experiencia docente para llegar a las ikastolas”, remarca.

Los niños y niñas se divierten bailando.

 Los talleres, que se pueden personalizar según las necesidades del aula, versan sobre el descubrimiento del cuerpo en 1º de Infantil, los animales ,en 2º y a las emociones, en 3º. En Primaria se trabajan tres obras reconocidas: El cascanueces (1º y 2º), El lago de los cisnes (3º y 4º) y Giselle (5º y 6).