La familia del músico valenciano Javier Mustieles, teclista en grupos como Mocedades o Tennessee, ha denunciado que el Hospital General de València, donde falleció el pasado 5 de julio, decidió que fuera enterrado en una tumba de la beneficencia del cementerio valenciano cinco días después de su muerte sin comunicárselo a su familia a pesar de tener un contacto.

Así lo explica a EFE la exesposa del músico fallecido, Alicia Renales, que señala que ha puesto el caso en manos de su abogado e interpondrá una queja al Hospital porque asegura "no entender" la "premura en inhumar" el cuerpo de su exmarido y padre del hijo de ambos, de 16 años, cuando estaba "perfectamente identificado" porque llevaba documentación.

Desde el Hospital General han informado a EFE de que en el centro "se ha cumplido todo el protocolo, se intentó localizar a algún familiar sin éxito", y añaden que era una "situación delicada".

"Se contactó con la Policía, que facilitó un teléfono al que se llamó en repetidas ocasiones, así como a instituciones para saber si alguien lo conocía y se podía localizar a alguien", añaden.

"Cuando la familia vino se les explicaron todas las actuaciones que se habían tomado", apuntan desde el centro hospitalario.

La exmujer del músico valenciano ha explicado que este entró en el hospital la tarde del 4 de julio afectado de una enfermedad grave que tenía desde hace un tiempo; falleció la noche siguiente, el 6 de julio comenzaron a tramitar su entierro con el Ayuntamiento y, según consta en el certificado del Registro Civil, fue enterrado el día 10, como adelanta este martes el diario Las Provincias.

"Le dije a la trabajadora social: ¿qué prisa teníais? Porque estaba identificado, tenía toda su documentación, encontraron su número SIP y el teléfono de un hermano, pero no pudieron contactar con él porque estaba de mudanza, recibía muchas llamadas y no atendió al móvil. Fue un cúmulo de calamidades", señala para preguntarse si "la administración puede tomar esas decisiones tan precipitadas".

Según explica, el mismo día 10 a primera hora, un compañero de trabajo llamó al hospital porque tenían una actuación en Navarra, pero tras negarse el centro hospitalario a darle información otro compañero fue al General y allí finalmente le comunicaron que había fallecido.

Fue entonces cuando la familia se enteró de su muerte, ya que sus compañeros de trabajo preguntaron la hora del entierro, explica la exesposa del músico, que añade que su contacto con Javier, que continuamente estaba haciendo conciertos, era una vez por semana.

Javier tenía una "depresión profunda" y una "enfermedad crónica que le avergonzaba" y por eso, cuando le preguntaban las trabajadoras sociales, les decía que no tenía familia, recuerda Alicia, que añade que su exmarido quería ser incinerado, pero no podrán inhumar su cuerpo hasta dentro de cinco años.

"Entiendo que no haya facilitado un número, pero el trabajo del trabajador social es encontrar a un familiar y aunque su hermano no haya contestado al principio deberían haber seguido insistiendo -lamenta-. Si tienen cadáveres de indocumentados durante meses en el depósito, qué prisa había en enterrar a Javier en cinco días".

"Tenía familia y tenía amigos, pero me da la sensación de que se le prejuzgó y metieron la pata hasta el fondo", critica.