Los desagües de fondo liberaron ayer en Eugi un total de 13 millones de litros. Lo hicieron a un ritmo de unos 13.000 litros por segundo. El desembalse programado de Eugi, que se desarrolló con “absoluta normalidad”, según explicó el encargado del propio embalse, José Ángel Beaumont, técnico de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), fue aprovechado por varios piragüistas.

La operación, que se viene haciendo desde el año 1991 en el mes de septiembre, con las únicas excpeciones de 1995 y 2022, ejercicios que fueron especialmente secos, tiene por objetivo “decantar los metales pesados, separarlos del agua embalsada, y que vayan aguas abajo”. También se limpia el agua de materiales orgánicos, como la hojarasca, que queda depositada en las láminas inferiores.

Para llevar a cabo el desembalse, que se realizó entre las 8.00 y las 11.00 horas, se abren los dos desagües de fondo de la presa, alternativamente, durante una hora y media. “Simplemente se abre la compuerta, que mide 120 centímetros por 80, y sale el agua a una velocidad de 0,13 hectómetros cúbicos por segundo”, o lo que es lo mismo, 13.000 litros por segundo, a una temperatura de 7 grados.

Un piragüista cae al agua a unos 50 metros de la presa. Javier Bergasa

Durante el conjunto de la operación de desembalse, se vertieron 130.000 metros cúbicos de agua al río Arga, es decir, 13 millones de litros. “Es un aporte cargado de nutrientes para el río. Lógicamente, los metales pesados van totalmente diluidos en una cantidad de agua muy importante, por lo que no tienen ningún efecto perjudicial para el propio río”, indica Beaumont, que recalca que “la maniobra ha ido muy bien”.

El encargado del embalse destaca que “se ha soltado algo más que otros años, porque al estar el embalse más alto de lo normal, la presión del agua es mayor y la velocidad de desembalse es mayor”. Las consecuencias sobre el caudal del río Arga a su paso por Pamplona “apenas serán perceptibles, se habrá elevado el nivel unos pocos centímetros”, comenta.

Un técnico coge una muestra de agua al pie de la presa durante la operación del desembalse llevada a cabo ayer. Javier Bergasa

Gracias al desembalse, el agua que queda almacenada requerirá menos reactivos químicos para ser transformada en agua potable para consumo humano. “Se evita echar más reactivos químicos al embalse, porque cuando el agua entra en las potabilizadoras, el agua entra más limpia, sin metales pesados”, ratifica Beaumont. Desde la potabilizadora de Urtasun, situada aguas más abajo de la presa, el agua ya convertida para consumo humano, llega por tuberías y varios depósitos hasta el barrio pamplonés de Mendillorri y, de ahí, a los domicilios de la Comarca de Pamplona.

Tras el desembalse llevado a cabo ayer, el embalse de Eugi almacena casi 19 hectómetros cúbicos de agua, sobre una capacidad de 21. “El embalse nunca ha estado tan lleno en estas fechas como este año. Tenemos poco resguardo, solamente un metro. Si tenemos otra tromba de agua como la que tuvimos el fin de semana, no podremos guardar agua”, admite Beaumont.

No en vano, durante el viernes y el sábado cayeron en Eugi 117,8 litros por metro cuadrado. La cara de la moneda es una situación muy alejada de la sequía del año pasado. “Estamos bien, el problema es si se alarga el estiaje hasta octubre o noviembre”, finaliza el encargado del embalse de Eugi.