La esperanza de vida en Europa era de 52 años en 1900 y un siglo antes no alcanzaba los 40. Hoy, en 2023, gracias al control de enfermedades y a la mejora de los tratamientos médicos, la esperanza de vida supera los 80 años y seguir incrementando esa edad es uno de los principales retos del futuro a nivel sanitario. Pero, según Pedro Gargantilla –jefe de Medicina Interna del Hospital Universitario de El Escorial (Madrid)–, no es algo que tengamos garantizado y hay una serie de factores que amenazan esa mayor longevidad.

“Debemos cambiar nuestros hábitos y llevar vidas menos sedentarias. Alargar la vida es el principal reto del siglo XXI y conseguirlo pasa por la prevención y por reducir los factores de riesgo como el tabaco, el alcohol o la obesidad. Hay que incidir en esto porque sino los adultos del futuro tendrán más hipertensión, más diabetes, más enfermedades cardiovasculares y, por tanto, una menor esperanza de vida que la que tuvieron sus abuelos”, sostiene.

Gargantilla ha participado este lunes en una jornada organizada por Navarrabiomed en el Condestable, donde impartió la conferencia Salud pública: investigar y mejorar con Europa - Avances científicos que salvan vidas. El médico, que también es profesor de Historia de la Medicina en la Universidad Francisco de Vitoria, ha relatado que la esperanza de vida ha ido creciendo “a pasos agigantados” en las últimas décadas gracias al control de muchas enfermedades tumorales, al descenso de las enfermedades cardiovasculares y a la consecución de decenas de vacunas. Pero ahora, ha alertado, el aumento de la esperanza de vida no pasa únicamente por la mejorar los tratamientos, también –y principalmente– “por la prevención, por llevar hábitos más saludables”. 

“La prevención es determinante porque evita la aparición de la enfermedad y los fármacos la combaten una vez que se manifiesta, pero todos tienen efectos secundarios. Lo que pasa es que cambiar el estilo de vida, hacer más deporte o llevar una dieta equilibrada cuesta más que tomar una pastilla”, ha apuntado Gargantilla, que ha matizado que el reto no es únicamente alargar la vida, sino hacerlo de la mano “de una mejora de la calidad de vida”. En cualquier caso, ha subrayado, el récord de longevidad lo tiene la francesa Jeanne Calment, que falleció en 1997 con 122 años. “Han pasado más de dos décadas y todavía no hemos conseguido superar esa edad”, incidió.

La covid, un impacto histórico

Durante su intervención, Gargantilla –que ha publicado varios libros sobre la Historia de la Medicina– ha reconocido que la pandemia de coronavirus ha sido uno de los acontecimientos que mayor impacto han tenido sobre la humanidad: “Ha habido muchas pandemias –de viruela, peste, colera...– y sin duda la covid-19 ha sido una de las más importantes. Tuvimos la gripe A, luego la aviar y la posibilidad de una pandemia se contemplaba, lo que no se esperaba es que nos sacudiese con la magnitud con la que lo hizo”.

Pero, el coronavirus también tuvo una parte “buena”: “La pandemia sacó a la luz nuestro superpoder de recuperación, nunca antes habíamos sido tan veloces para crear una vacuna, se consiguió en tiempo récord”. Por ello, cree que en caso de una futura pandemia “estaremos mejor preparados”. “Contra la covid-19 nos tuvimos que inventar todo, no había nadie con experiencia en la gestión de una pandemia, pero ahora si volviera a aparecer una sabríamos responder mejor”, ha insistido.

Sanidad pública e investigación

En la jornada de Navarrabiomed también han participado la vicepresidenta y consejera de Memoria y Convivencia, Acción Exterior y Euskera, Ana Ollo, y el director general de Salud, Antonio López. En su intervención, Ollo ha destacado que “esta jornada representa un punto de encuentro entre tres líneas clave para el desarrollo de Navarra: la sanidad pública, la investigación y el marco europeo” y ha recordado que “la reciente pandemia nos ha enseñado al menos dos cosas. La primera, que trabajando juntos y juntas se avanza más y más rápido. Y la segunda que tan importante es atender y curar como prevenir e investigar para adelantarnos a lo que pueda venir”.

Por su parte, López ha puesto de manifiesto la importancia de la investigación por parte de los propios profesionales de la salud en sus diferentes ámbitos de actuación, como “algo inherente a su condición de profesionales de la salud”. “Esta investigación no debe ser solo una investigación per se sino que debe llevar la vista puesta en las necesidades y retos de salud que presenta la población”, ha subrayado.