La crecida de los ríos Arga y Ultzama a su paso por Huarte, Villava y Burlada despertó la curiosidad y el miedo de los vecinos de las localidades, quienes este martes se acercaron hasta las inmediaciones de zonas como la papelera San Andrés de Villava para ver con sus propios ojos cómo evolucionaban los caudales. Mientras que el burladés Ramón Viñas se mostró tranquilo, Francisca Martínez sí reconoció su miedo ante la idea de que el agua volviera a entrar a su casa, en Martiket. “Ya nos ha tocado varias veces, por eso estamos viendo a ver qué pasa”. Se refirió a la riada que vivió la zona en diciembre de 2021, momento en el que el caudal ocupó entre 35 y 70 cm en distintas zonas de su casa, y donde las viviendas de los vecinos llegaron a soportar el metro y medio de agua.

Itxaso Aristregui en el taller.

Itxaso Aristregui en el taller. Unai Beroiz

Por su parte, Miguel no se quedó de brazos cruzados a la espera de que el Ultzama inundara, una vez más, su bajera en una de las calles cercanas al río, en Villava. Con una pala se dedicó a limpiar los desagües para liberarlos de las ramas y otros restos que el caudal arrastró para evitar que continuara encharcándose la zona. “Aún falta para que entre a la bajera y parece que el río no baja tan fuerte como decían, así que vamos a ver hasta dónde llega y esperemos que no llegue a entrar”, aseguró pala en mano. Como medida de protección extra, Miguel también colocó tablones de madera en la puerta de su local, ya que “otros años las riadas sí que han entrado y dañado todo lo que tenía dentro”. En su caso, “reventó la puerta y salió todo fuera”.

Goiatz Goñi detrás de los tablones que protegen la tienda Landare.

Tensión en comercios

Los establecimientos de Villava más cercanos al Ultzama también se sumaron a la idea de tapiar las puerta de entrada. Así lo explicó la empleada y socia del taller de coches Manauto, Itxaso Aristregui, situado en la calle Errondoa, donde el agua amenazaba a escasos metros de la entrada. “Nos queda muy poco margen y lo estamos viviendo con muchos nervios y agonía porque no sabemos muy bien si se van a cumplir las predicciones ni hasta qué punto va a llegar en el pico más alto”, destacó con desconfianza Aristregui, quien durante la riada de 2021 ya vivió una situación similar. “Toca esperar”, añadió.

“En 2021 la solidaridad de los vecinos estuvo muy bien y su apoyo se notó, si no te derrumbas”

Goiatz Goñi - Empleada en la tienda Landare

Aquel año el caudal superó los paneles que también colocaron en las puertas hasta alcanzar el metro y medio de agua dentro del taller, lo que provocó numerosas pérdidas económicas en cuanto a la maquinaria. Esta vez se adelantaron a los peores pronósticos y pusieron a salvo y en alto todo el material situado al ras del suelo que podían levantar.

Crecida del río Arga a su paso por Villava. Unai Beroiz

En la calle paralela, la Ultzama, los clientes de la tienda de alimentos Landare tuvieron que pasar por encima de los tablones que también se colocaron en las puertas el lunes por la noche ante los avisos por riada del ayuntamiento, como recordó la empleada Goiatz Goñi. “De momento hemos salvado, pero nuestro problema ha sido que de la lluvia algo ha pasado en el patio de dentro y está cayendo el agua a la tienda por alguna gotera”.

Crecida del río Arga a su paso por Villava UNAI BEROIZ

A pesar de la suerte de este año, Goñi recordó que la situación en 2021 fue muy distinta, ya que el Ulzama coló cerca de 45 cm de su cauce en el interior del local. “Fue horrible”. Y añadió que “toda la tienda se quedó patas arriba” ya que, a pesar de esas compuertas preventivas, “el río también entró por los sumideros de las cámaras y el baño. El agua, si tiene que salir, sale. Da igual lo que le pongas encima”. Una situación que “fue un desastre” debido a todos los alimentos se echaron a perder y, en el caso de electrodomésticos como las cámaras frigoríficas, sus motores se llenaron y obstruyeron con barro. “Tuvimos que desmontarlo todo para limpiarlo”.

Un vecino levanta una protección para evitar la entrada de agua en una bajera. UNAI BEROIZ

Pero momentos tan dramáticos como estos también dejaron algo “bueno”. La solidaridad de los vecinos. “Se notó su apoyo porque si no te derrumbas”. Goñi añadió que “estuvo muy bonito porque el que no te trae un bizcocho o de comer te ayuda a limpiar”. Además, remarcó que los cerca de 4.000 socios de Landare acudieron a ver qué había pasado y ayudar. “Fue una desgracia impresionante, pero dentro de lo que cabe se ve la humanidad”.

Portal con un parapeto para evitar la entrada de agua. OSKAR MONTERO