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Rafael Ruiz de la CuestaTitular del juzgado de 1ª Instancia 7 de Pamplona

"Ser hoy en día juez de lo Civil es un infierno"

El juez Rafael Ruiz de la Cuesta, titular del juzgado de 1ª Instancia 7 de Pamplona, recibió 400 demandas solo a finales de marzo. Se ve con un colapso brutal y sin soluciones

"Ser hoy en día juez de lo Civil es un infierno"Oskar Montero

El juez Rafael Ruiz de la Cuesta, titular del juzgado de 1ª Instancia 7 de Pamplona, recibió 400 demandas solo a finales de marzo. Se ve con un colapso brutal y sin soluciones

¿Cuál es la principal razón para que su jornada laboral llegue a ser tan estresante?

–Una cosa que ha cambiado en los juzgados civiles y que provoca que tengamos esa sensación de colapso es que antes todo pasaba por la sala, entraba una demanda, se tramitaba y teníamos que celebrar un juicio. Es decir teníamos un grifo abierto a través del cual el procedimiento llegaba a sentencia y teníamos que resolverlo. Hace un año y medio cambió la ley y los procedimientos verbales, que antes eran hasta 6.000 euros, elevaron su cuantía hasta los 15.000 euros, con lo cual el número de procedimientos verbales también creció mucho. Por ello, aquellas causas que se tramitaban como procedimiento ordinario, y por tanto iban a juicio, como podían ser muchas de las reclamaciones bancarias que se presentan, ahora no pasan por la Sala. Es demanda y contestación, no hay juicio, y eso supone un nicho importante de procedimientos en los que las pruebas solo son los documentos que las partes presentan y que, por tanto, tienen una tramitación rapidísima. Y quedan para sentencia. Pero con ello hemos abierto un segundo grifo. Porque seguimos celebrando vistas, por otros juicios más complejos, y por otro lado nos viene esa riada de procedimientos de los que hablamos, de tramitación muy rápida y que quedan para sentencia. Igual hay quien piense que el juicio era un formalismo porque la prueba era la misma con la que tenemos que resolver pero al menos podrías graduar los procedimientos, tener un control, señalar un numero determinado de sentencias a la semana y gestionar esa carga de trabajo.

En caso de que hoy entrada una demanda, ¿qué plazo medio tiene para resolverla?

–Tardaría uno o dos meses para que llegara a mi mesa y a lo mejor seis meses para poner la sentencia. Si sigo el orden estricto de antigüedad de resoluciones en el que voy poniéndolas, tengo para resolver 193 sentencias. Eso supone tres, cuanto o cinco meses trabajando todos los días.

¿Cómo han llegado a esto?

–Ha habido dos grandes reformas. La primera la que hemos hablado del cambio del procedimiento verbal y que permite aunar asuntos de más cuantía y un gran porcentaje van solo por ese cauce. Así quedan muchos procedimientos para sentencia, muchos a la vez. Y eso nos va colapsando. Pero también hay que resolver muchas cuestiones como control de abusividad en cláusulas monitorias, vulnerabilidad en desahucios, control de abusividad en ejecuciones hipotecarias. Son temas complejos, que requieren análisis y que, en el día a día, hay que darles salida porque no solo consiste en dictar sentencias.

A su vez, sufrimos otra gran avalancha cuando a finales de 2023 desaparece el juzgado especializado en cláusulas suelo (era el suyo) porque no dábamos los números y la carga de trabajo para mantenerlo. Pero al tiempo hay un repunte de esos procedimientos hipotecarios, que al no haber ya juzgado especializado se reparten entre todos los órganos. Se generalizaron dichas reclamaciones y además los abogados alertan de que las mismas podían prescribir, con lo hubo muchas demandas. De cara a enero de 2024, se presentaron sin límite.

Y por último tenemos la Ley de Eficiencia ahora aprobada, que exige como requisito que haya un intento de negociación previo a la demanda judicial, Eso genera una gran confusión, cambia la manera de litigar y los abogados se adelantan a los cambios ya que no saben qué consecuencias van a tener. Eso genera un barro, una situación de trabajo que provoca que el juzgado esté colapsado y que costará tiempo levantarlo.

¿ Y ahora entra trabajo?

–Entran pocas demandas porque muchos despachos tantean y hacen una reclamación extrajudicial al estilo de siempre para ver si es suficiente. Todo eso está en fase de consolidación de los criterios. Pero las grandes avalanchas anteriores generan que estemos vuelta al aire y cueste mucho sacar el barro.

¿Cuáles son los requisitos mínimos para considerar que ha habido una negociación previa como dice la ley?

–Miramos que haya un intento de negociación serio, que haya habido un intento de reclamar, que se delimite bien el objeto y que no haya sido atendido y exceda los plazos de un mes que fija la ley desde que se envió. No sirve un mailing masivo como pueden enviar los fondos buitres. Tiene que ir dirigida a la persona concreta, tiene que verse el objeto de reclamación y que se abre la puerta a negociar. Y debe constar que ha llegado a su destino, y conocer el contenido de la reclamación que se envió.

¿Cuál es su previsión futura?

–Espero que no haya más avalanchas. Ha entrado tanto que todo lo que ha entrado lo deberia haber hecho paulatinamente en lugar de en los tiempos inmediatos. Espero que se vaya normalizando en los próximos meses, pero el problema es que todavía no hayamos podido resolver lo recibido.

¿La jurisdicción civil resulta ahora poco atractiva para un juez?

–Desde mi experiencia personal, y creo que soy un juez vocacional, ser juez de lo Civil hoy en día es un infierno. Estamos trabajando con un ritmo de trabajo diabólico, constante y permanente, casi sin disfrutar de fines de semana ni vacaciones. Se está llegando a una situación de agotamiento y de desilusión. Me siento olvidado. Se deberían dar soluciones, crear juzgados y no puede ser que un juez dé una tasa de rendimiento del 200 o 300%. La jurisdicción civil es preciosa para mí, he sido muy feliz como juez civil, pero ahora solo siento que quiero jubilarme anticipadamente

¿La Ley de Eficiencia soluciona?

–Soy bastante escéptico con la nueva ley. Soy juez desde hace 27 años y he conocido varios proyectos para intentar desjudicializar los conflictos civiles y todos esos intentos han fracasado. En tiempos, el acto de conciliación era también requisito previo de procedibilidad y se convirtió en un formalismo. La mediación civil, que también se ha intentado, nunca ha tenido éxito. Ojalá que el juzgado sea la última ratio y solución y que las partes puedan encontrar una solución con colaboradores externos o por sus serios esfuerzos negociadores.

¿Por qué cree que no triunfará?

–Porque el conflicto civil cuando se ha generado es muy difícil que las partes entre ellas alcancen un acuerdo. Estuve muchos años en el Juzgado de Primera Instancia número 5 y derivamos gran cantidad de asuntos a mediación, pero nunca se consiguió una sola mediación. El que ha dado el paso de acudir a un abogado y de judicializar ese asunto ya no está en ese punto. También hay acuerdos en sede judicial y hay procedimientos en los que las partes acercan sus posturas, pero son pocos. Ojalá me equivoque, pero creo que no va a ser eficaz.

Si ponemos hoy por ejemplo, ¿qué trabajo le espera?

–Por supuesto sé todo lo que tengo que resolver hoy. Me levanto pensando en la cantidad de asuntos que tengo que sacar. A día de hoy tengo que intentar sacar los procedimientos más antiguos y un número mínimo al día, el máximo que sea. Mi día a día es producir todo lo que pueda pero sobre una situación física y psíquica casi de agotamiento.

¿Le llegan por ello quejas de la ciudadanía o de otros agentes?

–Los operadores jurídicos son conscientes de la saturación de trabajo que tienen los juzgados civiles. A veces nos llegan escritos de impulso procesal, es decir, procedimientos que están pendientes de sentencia y ha transcurrido un periodo de tiempo razonable. Y luego existen canales de queja, que no han llegado, y creo que no harían salvo hundirnos más en la miseria, por decirlo de algún modo. Intentamos dar el máximo y trabajamos con unos porcentajes de rendimiento equivalentes a dos jueces, y en algunos casos llegan a más. Ayer mismo (fue el 8 de mayo) tuve una situación en la oficina judicial en la que un señor acudió y de manera muy educada dijo que quería verme y que no entendía cómo la Justicia podía ser tan lenta y que lo estaba pasando muy mal y tenía ansiedad. Le dije que lo entendía, pero que tenía muchos asuntos por resolver y que es un problema estructural. Sabía de su caso y lo tenía en mente, pero lo resolvería cuando pudiera y le tocaría pronto. Pedí disculpas, pero formo parte de una estructura y un sistema que no funciona. Pero así, trabajando y trabajando no se va a resolver.