¿Por qué se hizo policía foral?
–Lo de ser policía foral fue a propuesta de mi padre. Falleció en marzo (se emociona). He estudiado toda la vida en la enseñanza pública. En el colegio público de Tafalla, en el instituto de Tafalla y en la UPNA estudié Derecho. Tuve un curso escolar que estaba estudiando la carrera, que estuve viviendo en Inglaterra una temporada en Londres primero y luego en Manchester. Me quedaba un año de carrera y mi padre me propuso presentarme a bombero, a foral... Aquel verano me presenté a bombero y también a foral. Terminé la carrera en 2004, estuve trabajando un año y pico en empresas privadas, y vi que prefería buscarme otro tipo de actividad... Hice de administrativo, de comercial... Cogí con más fuerzas la oposición de foral la segunda vez y en 2005 aprobé. En 2006 estuve en la academia y a finales tomé posesión de mi plaza. Lo cierto es que yo he hecho oposiciones de todo. Antes y después he hecho oposiciones. No me cuesta estudiar, me gusta estudiar, aunque ahora tengo dos hijos pequeños. Yo estaba trabajando en Seguridad Ciudadana en la Policía Foral y he estado preparándome para otros puestos. Volví a aprobar la oposición de bombero en 2016 y caí en la prueba de natación. Me presenté para TAP rama jurídica, secretario de Ayuntamiento.
Al poco de ingresar en la Policía Foral, fue liberado sindical. ¿Cómo recuerda aquella etapa?
–Estuve de liberado sindical por Afapna entre 2007 y 2013, lo cual me dio un bagaje importante. Ahí coincidí con mi padre en su última etapa profesional como abogado dando asesoramiento a los afiliados y llevando los procedimientos en la vía administrativa. Aprendí mucho sobre todo el procedimiento administrativo, tener un prisma más general sobre toda la Administración, en cultura, salud, educación, justicia... he estado en mesas de negociación desde SOS Navarra, hasta en Educación, Salud... Me ha tocado estar en frente de la Administración en muchas ocasiones. Fueron siete años muy enriquecedores.
Y entonces regresa a su plaza en la Policía Foral y comienza a sentirse policía. ¿Fue difícil?
–En 2014 me incorporé a mi plaza de Policía Foral en Seguridad Ciudadana. Era el que menos sabía del trabajo en sí, venía con un gran desfase operativo, pero tuve un grupo muy bueno de compañeros que me ayudaron mucho. Era patrullaje puro y duro, mañana, tarde y noche. Me tocó de todo, desde peleas, casos de violencia de género, entrar en domicilios... Estuve en Seguridad Ciudadana hasta diciembre de 2020, unos años en los que me enganché a ser policía foral.
¿Alguna vez tuvo que desenfundar el arma reglamentaria?
–Nunca me tocó desenfundar el arma, pero sí he tenido que practicar detenciones. Los agentes de Seguridad Ciudadana somos muchas veces los primeros que intervenimos. A mí siempre me ha gustado usar más la palabra que la fuerza, porque mi fuerte no es la fuerza física. Hacíamos muchas asistencias con pacientes con problemas de salud mental. Yo era de los que decía que no había prisa y si necesitaba dos horas para conseguir convencer a una persona para salir de su domicilio para ser ingresado, se las dedicaba. Siempre he sido muy de argumentar, porque acabar revolcándote por el suelo es la última carta.
Y de policía raso, da el salto a inspector.
–En 2020 aprobé la oposición de inspector y pasé de policía foral a inspector, saltándome ser agente primero y subinspector. El anterior jefe, Juan Carlos Zapico, me nombró jefe de la Brigada de Seguridad Interior, que engloba a los grupos que se encargan de la seguridad del Palacio de Navarra, el Parlamento de Navarra y el Palacio de Justicia de Navarra, además de otros dos grupos que desempeñan otro tipo de funciones. En total eran unas 90 personas a mi cargo.
Su último destino ha sido la Brigada de Juego y Espectáculos, al frente de un grupo más reducido de personas.
–En enero de 2023, a propuesta del comisario principal del Área en la que estaba enmarcada mi brigada, pasé a mandar la Brigada de Juego y Espectáculos porque el inspector previsiblemente se iba a jubilar este mismo año. Es un grupo más pequeño, de unas 15 personas, y más complejo en cuanto a sus funciones y responsabilidades. Pero han sido meses de aprendizaje, en una unidad muy singular.
Y entonces, el doble salto mortal: ser jefe de la organización. ¿Cómo le llega el ofrecimiento para ser jefe de la Policía Foral?
–Con Amparo López había coincidido algo en el ámbito sindical cuando era directora de Interior. También tratamos algún tema puntual de trabajo, pero tampoco tenía mucha relación con ella. En Sanfermines me hizo algún comentario, indirecta o broma de que estaba pensando en hacer un cambio, buscar un relevo generacional porque quería a una persona más joven al frente de la Policía Foral... Tampoco me di 100% por aludido y cuando estaba de vacaciones le nombraron como consejera. Entonces me llamó por teléfono y me explicó y me dijo que había pensado en dar un giro, renovar la organización, poner a una persona más joven, con un perfil jurídico porque nos enfrentamos a algunos desafíos que necesitaban un impulso desde la jefatura de la Policía Foral, y que había pensado en mí. Me dijo que suponía una gran oportunidad profesional, pero también una elevada exigencia. Estuvimos hablando varios días y decidí dar el paso. Yo en ningún momento le dije que no, le dije que me tomaría mi tiempo, que hablaría con mi esposa, tengo dos hijos de 2 años y medio y de 6 meses...
¿No se sintió sobrepasado al pensar que hace tres años era un policía de raso y ahora iba a estar al frente de la organización?
–Por una parte tienes el conocimiento de la organización desde abajo reciente, lo cual es una ventaja. Has vivido los problemas de la gente, porque tú los ves, conoces a la base... Por otra parte te falta la experiencia de mando y de gestión, de presupuesto, de personal... Yo siempre he sido bastante aventurado, atrevido para asumir nuevas responsabilidades...
¿Cómo percibe que ha sido acogido su nombramiento entre los mandos superiores?
–Esta etapa la afronto con ganas, con buena voluntad, buena disposición, con apoyo de todos los comisarios principales, comisarios, inspectores, que es lo que he recibido hasta ahora. Me daba un poco de vertido ponerme delante de los mandos, decirles que sé que están más preparados que yo, tienen más trayectoria, han pasado por más unidades que yo, pero la consejera me ha propuesto a mí. La verdad es que lo asumieron muy bien. Yo soy muy llano, muy cercano, muy sencillo y pienso que si con mi forma de ser he llegado hasta aquí, la tengo que mantener. Con esa sencillez pedí el apoyo a todo el mundo y creo que encontré una buena disposición.
¿Qué le dice a la gente de la organización que piensa que tiene poca experiencia para ser su jefe?
–Yo soy una persona muy abierta de miras, estoy abierto a escuchar a todo el mundo. A modo de ejemplo, el comisario principal del Área de Investigación Criminal, que es un área tan importante, específica y técnica, en la que no he estado destinado, le propuse echar las horas que hagan falta para conocer sus unidades, saber qué necesitan, etc. Yo pondré el tiempo, el trabajo y la voluntad para conocer aquellas unidades que no conozco. Tampoco es que tenga afán de protagonismo, ni soy ambicioso, pero me gustan los retos.
¿Qué Policía Foral quiere?
–Tenemos una Policía Foral que está madura, que es producto de la evolución de muchos años, que responde a lo que la sociedad navarra demanda. La Policía Foral tiene que ser lo que está siendo: una policía cercana, que soluciona los problemas de la gente, que se nutre de personas de la propia sociedad navarra, porque los policías forales somos de aquí, vivimos aquí, lo cual creo que es un plus. Trabajamos con solvencia, con plenas garantías y que asumiremos nuevos retos, como son las competencias de tráfico. Es una línea continuista porque el trabajo que se ha venido haciendo es bueno. Somos una Policía joven, pero ya tenemos un poso.
¿Hace falta que los políticos crean en esta organización?
–Tenemos desafíos importantes por delante, empezando por el Reglamento de jornadas y retribuciones, que me consta que se está trabajando intensamente en la última fase, en la que hay que dotarlo económicamente. Es un coste importante el que tiene y espero que vea la luz en lo que resta de año, y no diría de este mes porque me puedo pillar los dedos. Ha sido una tramitación bastante dificultosa y, al final, las tesis de Interior son las que han prosperado.
¿Por fin la Policía Foral va a gozar de un tiempo de paz social?
–Yo creo que sí. Creo que cerraremos una etapa que ha sido convulsa, desde 2015 hasta ahora. Tenemos que cerrar ese capítulo y que la gente vea que este marco es estable y que tenemos que trabajar en otros muchos reglamentos, como el que respecta a la provisión de los puestos de trabajo. Estamos aplicando reglamentos muy antiguos, que nos están llevando a procedimientos que cuestan mucho trabajo llevar adelante. Y vamos a encarar años en los que va a haber muchas jubilaciones, lo cual nos va a tensionar y nos va a requerir reponer todo ese personal y que dentro de la organización se reubiquen, con procedimientos más ágiles, con menos interinidades, comisiones de servicio, etc... que los concursos no nos cuesten un año tramitarlos. Las unidades tienen que irse parcheando y tenemos que ser más ágiles, porque ya es un problema a día de hoy.
¿Cuál es su opinión sobre el movimiento asindical?
–El movimiento asindical ha jugado un papel porque más allá de siglas, de personas que estamos muchos años en los sindicatos y que sufren un desgaste, incluso en su credibilidad frente a tus compañeros, el movimiento asindical venía más fresco, por encima de las siglas ha sabido aglutinar a bastante parte del colectivo, dinamizar las movilizaciones que fueron bastante populosas y poner un granito de arena, que yo creo que no ha sido tan determinante, pero han evidenciado en los medios, en la sociedad navarra, en la clase política que había un tema que solucionar. A partir de aquí no sé qué recorrido tendrá el movimiento asindical, pero mi opinión es que la representación debería seguir su cauce y seguir recayendo en los sindicatos. Deberíamos entrar en un periodo de paz social, en el que bajemos el ruido que hacemos en los medios, en la sociedad, y centrarnos en lo que nos toca.
¿Cómo se explica a los ciudadanos que el Reglamento de jornadas y retribuciones va a tener un coste de 24 millones de euros?
–Esto es un problema que tiene su raíz en que en 2018 se aprueba la Ley de Policías, en la que se efectúa el mandato de hacer el desarrollo reglamentario de aplicación desde el 1 de enero de 2019, pero ha costado demasiado tiempo hacerlo. Por eso son 24 millones, en vez de 6 u 8 millones. Que la Policía Foral sale bien parada en términos retributivos es indudable, pero somos un servicio que no podemos comparar con otro servicio del Gobierno de Navarra, que se presta 24 horas al día, que solo puede ser prestado por personal funcionario, lo que hace que tengas que dedicar recursos económicos importantes. Por contra, somos el Cuerpo policial que más delitos conoce en Navarra y la institución mejor valorada por la ciudadanía. Son avales que reconocen el trabajo que hacemos y que demuestran la confianza que la ciudadanía tiene en nosotros. Hay ámbitos como la violencia de género donde somos la referencia absoluta.
¿Es partidario de un 112 en el que también estén la Guardia Civil y la Policía Nacional?
–Es un tema en el que se viene trabajando desde la anterior legislatura. Sé que se quedó enquistado en un momento de la tramitación y creo que cuando avancemos en la transferencia de la competencia de tráfico se podrá desbloquear, porque es lo lógico que se geolocalizan todas las patrullas policiales que trabajan en Navarra de cara a optimizar los recursos más cercanos al lugar de una incidencia. Yo sí soy partidario de que en el 112 estemos presentes la Policía Foral, la Guardia Civil y la Policía Nacional, porque competimos competencias y debemos optimizar los recursos y coordinarnos, y el 112 es la primera herramienta de coordinación. En ese contexto, la Policía Foral debería asumir el liderazgo, buscando el mejor modelo de colaboración, desde la máxima lealtad.
Consumar la transferencia de las competencias de tráfico es quizá el mayor reto en esta legislatura para la Policía Foral.
–Hay un plazo máximo de cuatro años. El primer paso que tenemos que dejar claro cuanto antes es la pasarela para trasladar a la Guardia Civil en qué condiciones se integraría su personal en la Policía Foral a todos los efectos: modelo de trabajo, horarios, retribuciones, qué pasa con sus derechos pasivos, con sus empleos... Estamos trabajando en ello Función Pública e Interior para decidir cómo se integraría este personal de la Guardia Civil en la Policía Foral. Ellos tienen sus singularidades, como el paso a la reserva, derecho a casa cuartel, que evidentemente aquí no tenemos. Las retribuciones habría que mantenerlas mediante los correspondientes complementos. Lo que sabemos es que hacen falta unos 150 agentes más para asumir las competencias de tráfico, pero no sabemos cuántos podrían pasar desde la Guardia Civil. De ello dependerá el ritmo de la asunción de competencias. Tenemos que dar el callo y es un reto ilusionante.
¿Cuánto de necesaria es la nueva comisaría central?
–La nueva comisaría es muy necesaria, porque estas instalaciones están sobrecargadas y en origen no estaban pensadas para albergar oficinas, sino que eran hangares que se han ido adaptando a otros usos, con sucesivas reformas, pero llega un punto en el que seguir invirtiendo no tiene mayor sentido. Lo que tiene sentido es dar el salto y construir una nueva comisaría. El objetivo es que a finales de esta legislatura la nueva comisaría esté muy avanzada, si no podemos estar trabajando ya allí.
¿Planea realizar cambios en las jefaturas de áreas, divisiones o brigadas?
En estos momentos no planeo grandes cambios., si bien es cierto que no he tenido tiempo para sentarme con cada comisario principal, comisario e inspector y escuchar sus necesidades, sus inquietudes, sus impresiones... y ver la situación de cada unidad. También es cierto que hay algunas jubilaciones en ciernes y hay que intentar anticiparse a buscar los relevos.
¿Qué balance hace de la jefatura de su antecesor?
–Aún no he podido estar en persona con él, pero voy a estar en breve. Quiero saber qué le ha quedado por hacer, cuál es su punto de vista de lo que ha vivido, porque cuando asumes el cargo no sabes la magnitud de lo que te espera. Lo cierto es que la anterior jefatura de la Policía Foral se enfrentó a situaciones que condicionaron mucho los 4 años de la legislatura, como la pandemia sanitaria, el estado de alarma, las limitaciones de movilidad... Es verdad que hubo cosas que no se hicieron, como el desarrollo de la Ley de Policías, pero esa legislatura estuvo muy condicionada y la recuperación del pulso tras la pandemia ha costado lo suyo. Por otra parte, durante los últimos cuatro años se han conseguido cosas importantes para el Cuerpo, como la transferencia de las competencias de tráfico, la anticipación de la jubilación a los 60 años, las convocatorias de OPE... Mi crítica podría haber sido más severa, pero cuando has estado un mes aquí ves que tienes muchas demandas, exigencias, poco tiempo para atenderlas y ves que el toro tiene los cuernos muy grandes.
¿Cuál va a ser su estilo de jefatura?
–Soy una persona dialogante, a la que le gusta escuchar las opiniones de las personas que están en primera línea, tomar en consideración sus propuestas y ser empático con la gente. Me quiero apoyar en los comisarios principales y está claro que tendré que tomar decisiones, que no gustarán a todos, pero siempre voy a actuar de buena fe, con buena disposición al trabajo... He estado en el mundo sindical, pero no tengo ningún enemigo. Soy bastante paciente, reflexivo, pero al final sabes que en un puesto de este tipo no voy a agradar a todo el mundo. Me gusta actuar con transparencia, equidad, motivando las decisiones y procurando que la información fluya hacia la gente.