La Sección Segunda de la Audiencia de Navarra ha condenado a un joven que ejercía como entrenador de un equipo de fútbol 8 femenino a 20 meses de prisión por dos delitos de exhibicionismo, con la agravante de abuso de superioridad, por enviarles fotos desnudo a dos de las jugadoras, que eran menores de 13 años, y remitirles igualmente un vídeo masturbándose, todo ello a través de la aplicación Snapchat. La sentencia es firme. En la misma también le imponen 3 años de libertad vigilada, el mismo tiempo de inhabilitación para cualquier profesión, oficio o actividades que conlleven contacto regular y directo con menores (con lo cual no puede seguir ejerciendo como entrenador), además de tres años de alejamiento y de prohibición de comunicación con las víctimas.

El acusado, que carece de antecedentes penales, se enfrentaba a una pena de hasta 16 años de cárcel que le reclamaba la acusación particular (que también le consideraba autor de delitos de ciberacoso y de abuso sexual con prevalimiento). La resolución declara probado que las dos menores jugaban en la temporada 2021-22 en un equipo de fútbol 8 femenino que entrenaba el acusado.

Conversaciones, fotos y un vídeo

En marzo de 2022 una de las menores envió una solicitud de amistad al acusado a través de la aplicación, con el fin de comentar cuestiones relativas al equipo y a los entrenamientos. Sin embargo, en abril, el procesado le envió un mensaje diciéndole que se quería depilar, acompañado de una foto desnudo. A partir de ese momento empezó a mandar en ocasiones imágenes similares a la menor, en otra ocasión también le envió un vídeo masturbándose y le realizaba proposiciones del todo inapropiadas. Finalmente, la menor, que era una de sus jugadoras, le bloqueó en la aplicación una vez que contó lo que ocurría a su familia y en el centro escolar. La chica no le remitió en ningún momento imágenes íntimas.

En el otro caso el procesado actuó con un modus operandi similar. Así, mantuvo conversaciones con otra menor, que también jugaba en el mismo equipo, a través de dicha aplicación. Le envió varios mensajes de índole sexual y fotografías y vídeos en los que estaba desnudo, además de realizarle también proposiciones indecentes. Ambas chicas sufrieron diverso malestar emocional durante los hechos, así como miedo y sentimiento de culpabilidad.

"Testimonio altamente creíble de las menores"

El acusado negó los hechos en el juicio, declaró que sí tuvo charlas inapropiadas pero que su intención en todo momento era ayudarlas y animarlas en su vida y relaciones. “Sus explicaciones no resultan creíbles y sí forzadas”, dice la Sala sobre el encausado. Sin embargo, la Audiencia considera del todo verosímil la versión de las víctimas, que cuentan además con pantallazos de los comentarios que les hacía (en Snapchat una vez que se observan los mensajes y las imágenes, ese contenido se borra de forma automática y por eso hicieron capturas y compartieron en algunos casos con compañeras del equipo su temor por el contenido que recibían).

Además, tenían otras pruebas que corroboran su denuncia, como el hecho de haber compartido lo que les ocurría con sus familias, con personal responsable del colegio y con algunas amigas. También había llegado la información a oídos del segundo entrenador.

De hecho, el tribunal asegura que “ambas menores son coincidentes en las fotos y el vídeo que les envió a ambas” y que ellas han denunciado estos hechos desde el principio, lo que refuerza la fiablidad de la declaración de estas menores. Las psicólogas valoraron que el testimonio de ellas era “altamente creíble”. Las dos víctimas recordaron que el entrenador al inicio de la temporada “era cercano” con ellas y que tenían buena relación. Pero que cuando les mandó la primera imagen, a partir de ahí lo siguió haciendo varias veces y de manera más continuada, aunque la respuesta de las menores era ignorarle y realizar fotos “cada vez que él a través del chat decía algo que podía servir para algo (se entiende para una futura denuncia)”. Ambas manifestaron que la actuación del acusado les había inquietado y les había hecho sentir miedo y vergüenza por ser una persona a la que veían a menudo, que era su entrenador y que les podía perjudicar en el fútbol o decirles algo.

El tribunal no da por probado que el acusado solicitara fotos de carácter o contenido sexual a las menores y tampoco que en una ocasión mandara una convocatoria individual para un entrenamiento a una de las menores, con el objetivo de acercarse a la menor.