Vive en Madrid, pero siempre tiene un pie puesto en Puerto de Santa María (Cádiz), su lugar de nacimiento. Le apasionan la luz gaditana y sus gentes, pero también quiere estar cerca de sus amigos que habitan en la capital española, donde se cuecen, ahora fuego muy lento, las oportunidades de trabajo. Su música no es flamenco, pero sí registra ciertas influencias. Ha cantado con artistas como Pablo Milanés, Joaquín Sabina, Celtas Cortos, Carlos Cano o La Cabra Mecánica, entre otros. Le gusta diversificar su creación y componer para cine y para conciertos. El 4 de junio sale al mercado editorial su poemario Coraza de barroCoraza de barr, un libro que ya saltó a la oferta digital el día 14 de abril.

Casi cuarenta años en el mundo de la música, pero también ha sido actor, escribe€

La música vino lo primero. Soy de la generación del 55 y los colores circundantes de aquella época eran blancos, negros y grises. No había colores brillantes. La música de las grandes bandas de rock, Beatles y gente así, impactaron de una forma radical y contundente en mi vida. Fue lo que me hizo ver que había materiales para dar color a esa existencia tan gris que llevábamos.

¿Buscando en la paleta de colores de la vida encontró su profesión?

Exacto. Entendí rápido que el estuche de una guitarra tiene forma de maleta, tiene un asa para agarrarla, y me di cuenta de que me iba a llevar a muchos sitios, a conocer a mucha gente y a tener una vida bastante halagadora en el sentido de una vida lúdica y a la vez muy espiritual, una vida de muchas compensaciones.

Nació usted en Puerto de Santa María (Cádiz) y tuvo a su alrededor mucha influencia flamenca, pero su música se ha colocado al margen del flamenco.

Yo estoy en la ribera del flamenco, digamos que en la frontera. El flamenco en mi tiempo, y hasta no hace mucho, era una cuestión de crianza de familia, una cuestión de barrio. Yo no pertenecía a ese mundo; me gustaba mucho, como me gustaban tantas otras músicas, pero yo no era miembro del mundo del flamenco. Por respeto me he mantenido al margen. Siempre me he considerado un buen aficionado, lo disfruto y es cierto que hago cosas con estructuras flamencas, pero guardando las distancias y señalando que no quiero utilizar un territorio que no sé si puedo ocupar.

Aunque algunos críticos sí que le relacionan con ese estilo.

Al público profano del flamenco le quiero aclarar que lo que yo hago no es más que una interpretación del flamenco según mis gustos y mis criterios, pero lo que es el flamenco en estado puro no es mi música.

Ahora se utiliza mucho el término fusión. ¿Podríamos hablar de flamenco fusión?

Podríamos, pero juntar las cosas a la buena de Dios y a ver qué pasa no es lo que me gusta. Me gusta más pensar que estoy elaborando una tercera vía, un tercer metal, que no será el oro, pero sí una aproximación. No me gusta la pura experimentación si no pongo el corazón en mi música.

"En las canciones se va buscando lo bello, lo estético"

Acaba de publicar un poemario, Coraza de barro

Algo bastante diferente a lo que os encontráis en mis discos. Hay poesía libre, mucha mirada hacia mi interior, hacia mis dioses y mis demonios. Es un recorrido por mi experiencia vital, mis pudores€

Dice que ha escrito verso libre en contraposición con lo que escribe en sus canciones, ¿por qué?

Porque en las canciones se va buscando lo bello, lo estético, y en este poemario lo que yo busco es catarsis, una limpieza interior; es como si uno hiciera un feng shui de su existencia y lo escribiera en un papel.

No todo es verso libre, porque si se lee con atención también encontramos versos con rima.

Sí, es cierto, hay décimas que están estructuradas con sus rimas en su sitio, pero no es la mayoría. Rimar tu interior es muy difícil.

Dice que su musa le insta a jugar al desorden, al caos. ¿Le hace caso?

Sí. Yo he llegado a este poemario desde las búsquedas de un equilibrio. Un poema es como un trabajo de orfebrería: lo mires desde donde lo mires debe ser simétrico, tiene que ser hermoso, tiene que llamar la atención, tiene que brillar, y uno tiende siempre a lo que es más hermoso.

¿No resulta cansado bruñir tanto un texto para dotarlo de hermosura y también de contenido?

Sí, pero me gusta. Mi musa me aconsejó que buscara más, que también había belleza en los volcanes y en la arruga. Me dijo que mirara también hacia ese lado, que encontraría hermosura.

¿Qué le resulta más fácil, escribir para la música o en plan literario?

Antes componía la música en estado puro, sin contemplar ningún texto, ninguna letra. A base de tocar mil veces la pieza buscaba lo que me podía sugerir, lo que podía contar, y ahora lo hago al revés. Escribo primero, busco el concepto, lo desarrollo y luego pongo la música. En raras ocasiones ocurre que va todo simultáneo, que va creciendo la música y a la par la letra, pero para mí siempre es difícil escribir.

Pues lleva casi toda la vida haciéndolo.

Sí, pero uno de los criterios que tengo es no repetirme, no autocopiarme, y por supuesto no copiar a otro. Estoy todo el rato corrigiéndome, y como escriba algo similar en algún momento lo rompo todo y tiro para otro lado.

"Un Goya suena a música celestial"

También es compositor de cine.

Ahí recuerdo una película de Imanol Uribe, Lejos del mar. Con lo último que he hecho, para Intemperie de Benito Zambrano, tuve la suerte de que han dado este año el premio Goya a la mejor canción. Y estuve también con un gran amigo, Pablo Carbonell, haciendo la música para su película Atún y chocolate.

¿Algún proyecto más para el cine?

Sí. Tengo ya una canción para una película nueva de Imanol Uribe, que ha vuelto a llamarme, aunque ahora está todo parado. Soy amigo de Uribe desde hace muchos años y me encanta que me implique en sus proyectos.

¿Cuál es el momento ideal para componer la música de una película, antes o después de haberse rodado?

En el caso de Intemperie recibí el guion y unos pasajes de la película, más que nada para que me ambientara visualmente en ella. Para Lejos del mar recibí el guion primero y de ahí escribí la canción. Atún y chocolate fue a través solo del guion. Cuando termino una canción para el cine se la muestro al director y es él quien decide si la incluye o no en la película.

¿Le han dejado con la música compuesta y sin llegar a la película?

Hasta ahora, no. Lo que he escrito para cine siempre ha pasado a la siguiente fase, pero puede ocurrir.

Parece una cita a ciegas entre la película y la música...

No tan a ciegas, porque yo siempre conozco la historia, escribo, compongo y luego hay otra persona que tiene que decidir si le gusta o no.

¿A qué suena un premio Goya?

A música celestial.

¿Cómo está de proyectos musicales, de conciertos?

Con lo que hemos vivido hasta ahora desde marzo estoy en fase de reubicación. Tenía un puñado de conciertos y se han aplazado todos. Por las circunstancias y la incógnita en la que vivimos veremos si se celebran todos o al menos algunos, porque también puede que no se celebre ninguno. Nos tendremos que reinventar un poquito. Lo que sí tengo es un puñado de canciones que he escrito esos días en los que no he podido salir de casa. He podido superar esta situación a base de mucha energía, he hecho mucho ejercicio, he perdido peso y creo que el cerebro también se me ha oxigenado. He escrito doce canciones, más cuatro que ya tenía, así que tengo la fortuna de ofrecer dieciséis nuevos temas.

¿En qué formato los va a ofrecer, grabación o concierto?

Lo veremos cuando todo sea más normal. Lo tendré que ver con Javi, mi hijo, que toca conmigo pero también es mi productor. Veremos qué orientación le damos. Todo está en el aire.

¿Ha cambiado Cádiz por Madrid?

Me vine hace cuatro años y estoy contento. Estoy más cerca de todos esos amigos con los que he colaborado desde hace años. De hecho, la película de Benito (Zambrano), salió aquí, en una comida. Me dijo como si nada: Te voy a pasar un guion porque creo que hay algo que tú puedes hacer muy bien. Madrid tiene una virtud: es tan heterogénea que no hay tiempo para pensar de dónde es cada uno, de si eres más madrileño o no. Es una ciudad muy abierta, con todas sus pegas, con sus núcleos de cerrazón que todos conocemos, de reaccionarismo, pero estoy muy contento. Aquí he compuesto un disco completo, se llama Paraísos mejores, y tengo otro ya casi disponible.

Pero Cádiz frente a Madrid...

No tiene color quieres decir, ¿verdad? Siempre tengo mi casa en el Puerto y puedo ir cuando quiera a disfrutar de esos pueblos maravillosos y de esa luz tan espectacular que tiene Cádiz.

¿Echa de menos su tierra?

A Cádiz se le echa de menos desde cualquier lugar. No es una tierra que esté de paso, no pasas por ella por casualidad y te quedas. A Cádiz hay que ir, y la compensación de ir hasta allí es muy hermosa y reconfortante. Siempre que vuelvo me doy cuenta de que regreso a un lugar hermoso, con cierta espiritualidad y filosofía de vida. Allí nadie es nadie, es tan pequeño que todos estamos desnudos delante de todo el mundo.

Usted iba para médico€

Entre la bata y la guitarra me quedé con la guitarra, pero esa decisión la tomé hace tanto tiempo que creo que la música siempre estuvo en mi vida. Es verdad que siempre estuvo, pero de manera profesional voy a cumplir cuatro décadas.

Y nunca se arrepintió, ¿no?

Nunca. La música, como todo, tiene sus momentos, pero a mí me ha dado tanto€

PERSONAL

Edad: 65 años (15 de mayo de 1955).

Lugar de nacimiento: Puerto de Santa María (Cádiz).

Formación: Cambió sus intenciones de ser médico por agarrar el estuche de su guitarra y viajar por otros mundos profesionales. Reconoce que no le ha ido mal en un universo en el que lleva cuatro décadas. Es compositor, arreglista, guitarrista y poeta. Tiene influencia de la generación del 27, especialmente de Lorca y Alberti -con este último comparte lugar de nacimiento-.

Trayectoria: Su primer trabajo discográfico, Duna, nació hace 37 años (1983). Antes se había bregado en conciertos. El último se editó en 2018, Paraísos mejores. En estos momentos, tiene dieciséis canciones a disposición de su público y es posible que de ellas surja un nuevo disco. Es compositor cinematográfico y ha trabajado con directores como Imanol Uribe (Lejos del mar); Pablo Carbonell (Atún y chocolate), y Benito Zambrano (Intemperie), película con la que ganó el premio Goya 2020 a la mejor canción. Tiene en proyecto para una nueva película de Imanol Uribe.