ANTABRIA es tierra de faros. Aunque actualmente solo está activo el del Pescador, sito en Santoña, esta localidad cuenta también con el poco conocido del Caballo, de acceso intrincado pero entorno bellísimo, y el más célebre, situado en Ajo, en un atractivo entorno kárstico. Este último es el más visitado, especialmente tras la intervención realizada por el artista Okuda San Miguel, que le dotó de atractivos colores.

El faro de Ajo luce una estética novedosa desde verano de 2020 tras la intervención de San Miguel, que lo convirtió, no sin cierta polémica, en el más colorista del Estado. Convertido en referencia turística de Cantabria desde entonces, está ubicado en un entorno natural de 17 hectáreas, aproximadamente, y delimitado por acantilados marinos.

Debido a la naturaleza kárstica del suelo, se pueden observar un número importante de formaciones geológicas como hoyas, fracturas y canales naturales azotados por el viento y el agua. El entorno del faro de Ajo se puede visitar y es gratis, pero no se permite el acceso a su interior. Está abierto de 11.00 a 14.00 horas y de 16.00 a 21.000 en horario de tarde.

A unos 18 kilómetros de Ajo, a apenas una veintena de minutos en coche, se sitúa Santoña, que cuenta con dos faros. El único en activo en la actualidad es el Pescador, al que tampoco se puede acceder, pero sí visitar su entorno, partiendo desde la playa de Berria, a través de un camino asfaltado y dura pendiente, tanto a pie (unos 45 minutos) como en bicicleta. Este faro, que se encendió por primera vez en febrero de 1864, está situado sobre el islote del monte Buciero, a una altura de 13 metros sobre el terreno y a 39 sobre el nivel del mar.

Finalmente, también en Santoña se encuentra el faro del Caballo, cuya denominación se cree debida a que el farero solía acudir a él en montura animal. Edificación que puede verse desde el mar, en visitas guiadas en kayac y barco desde Laredo y Santoña, ofrece a pie una ruta maravillosa para los más aventureros, ya que se ubica en un enclave casi inaccesible. El esfuerzo merece la pena debido a la belleza del enclave, la bahía de la Costa Esmeralda.

Se aconseja acudir a este faro en días soleados, bien equipados con calzado y agua, y evitar los fines de semana en verano. Este faro comenzó a funcionar en agosto de 1863 y carece ya de su linterna desde que dejó de estar operativo, en 1993.