pamplona - El lector amante de la poesía, o simplemente de la buena literatura, tiene la oportunidad de conectar de nuevo con la obra sabia y reflexiva de Ana Blandiana en el último libro de la poeta rumana traducido al castellano en una publicación de la editorial Pre-textos. Una obra que reúne dos volúmenes de poesía, El sol del más allá y El reflujo de los sentidos, escritos entre 2000 y 2004 y de los que hablará esta tarde (19.45 horas) al público navarro la traductora y amiga de Blandiana, Viorica Patea (Bucarest, 1957), en una nueva sesión del Foro Auzolan en la librería de la calle San Gregorio.

Los poemas de este nuevo libro se gestaron en el tiempo en el cual Blandiana era presidenta de la Alianza Cívica, movimiento que militó por los derechos civiles y gracias al cual Rumanía entró en la Unión Europea. “Es un documento de un tiempo histórico, traumatizable y traumatizante, pero que cultiva un lenguaje reflexivo y filosófico y conjuga lo público con lo íntimo”, avanza Viorica Patea, que comparte labor de traducción en esta obra con Natalia Carbajosa. Son dos volúmenes de poesía que marcan “un punto de inflexión” en la obra de la autora represaliada por el dictador Ceaucescu, porque en ellos la escritura ya se define como la única patria del poeta. Dos libros que culminaron en el volumen Mi patria A4, que Blandiana escribió en el año 2010 y Pre-textos publicó traducido al castellano en 2014. Precisamente con motivo de la presentación de aquel libro, la propia Ana Blandiana visitó el Foro Auzolan, hace ahora dos años.

En esta nueva publicación, la poeta rumana actual más internacional medita acerca del tiempo, acerca de qué significa ser célebre, “que para ella quiere decir ser objetivizado y transformado en un ser que es una máscara, porque es una enajenación de sí mismo”, comenta Viorica Patea sobre los poemas de El sol del más allá y El reflujo de los sentidos. En ellos, continúa, “el paisaje es el paisaje del fin del mundo, de una época que se agota, de un presente sustituido por un futuro degradado”. De hecho, en uno de los geniales poemas Blandiana visualiza su propia vida como una cabalgata sobre un caballo joven y feliz, sin darse cuenta de que de ese caballo solo ha quedado el esqueleto mientras ella cabalgaba. “Esa es la percepción del tiempo, y se da cuenta de que el yo lírico (el yo del poema) no puede cambiar nada por falta de solidaridad de la gente; esa ausencia de solidaridad es lo que más le impresiona, y lo que le lleva a considerar el sacrificio de sí misma como algo absurdo. Por eso, el único refugio lo encuentra Ana Blandiana en la naturaleza, donde existen lo sagrado y la autenticidad, una autenticidad que no puede ser tergiversada por la ideología; y también encuentra refugio en la escritura, que más que en un problema ético se transforma en algo ontológico”, comenta la traductora de Bucarest. La relación con lo sagrado y la muerte de los dioses también están presentes en estos poemas, en los que “el mundo se acaba porque ya no hay criterios, porque víctimas y verdugos son lo mismo, lo sublime y lo ridículo son lo mismo, ya no existen el bien y el mal, y los hombres han olvidado sus alas, han olvidado el fundamento espiritual, y naufragan en el materialismo”, concluye Viorica Patea.