Una decena de obras de la colección de arte contemporáneo de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) está en paradero desconocido. El centro universitario tiene constancia de esta desaparición desde 2015, pero en el caso de algunas obras desde antes, desde 2007, año en que se realizó el primer informe –se han hecho dos, otro en 2017– a modo de diagnóstico exhaustivo de la colección.

Un cuadro de Eleña Goñi, en la exposición itinerante del 25º aniversario de la UPNA (2012).

El extravío salta ahora a la luz pública a raíz de contactar este pasado lunes 1 de agosto desde el Ayuntamiento de Pamplona y el Ateneo Navarro/Nafar Ateneoa con la UPNA para solicitarle la cesión de algunas obras de su colección para exhibirlas en una exposición que se inaugurará el próximo mes de octubre en la Sala de Armas de la Ciudadela. Entre ellas, el díptico de gran formato (3 m x 2 m) La nube, el río y el molino, obra del pintor navarro Fernando Iriarte que la universidad compró en 1993. No es la primera vez que se detecta la desaparición de obras de arte de colecciones navarras; ya ocurrió en 2014 con la colección de Caja Navarra.

En lo que respecta a la UPNA, el pasado lunes acudió allí el pintor Pedro Salaberri, uno de los encargados de comisariar junto a Javier Manzanos, técnico municipal de Artes Plásticas, la exposición que permanecerá de octubre a Navidad en la Sala de Armas, para comunicar al Vicerrectorado de Proyección Universitaria, Cultura y Divulgación la intención de incluir varias obras de su colección en la muestra que se está preparando en el marco del aniversario de los Encuentros de Pamplona de 1972, y, para su “sorpresa”, allí le dijeron que el cuadro de Fernando Iriarte, que era una de las que se quería incluir en el proyecto expositivo, no estaba, que había “desaparecido”, que no constaba su ubicación y no era la única obra perdida, que había otras de la colección que también se habían extraviado, según confirmó este periódico.

La propia Universidad Pública de Navarra contactó ese mismo lunes con Fernando Iriarte para comunicarle la desaparición de su pintura. “Yo vendí un cuadro y no está, y nadie saber decir dónde está; y un cuadro de 3 metros no se pierde tan fácil”, lamenta el autor de La nube, el río y el molino, por el que la UPNA pagó en su día 650.000 pesetas, “lo que para la época era dinero”, apunta Iriarte, para quien la historia “se repite”. “Ya pasó con la colección de arte de Caja Navarra. Esto muestra que hay una desidia terrible de las instituciones hacia sus colecciones. Cada vez que aparece alguien para montar una exposición con fondos públicos, de las colecciones que hay aquí salta que hay alguna obra desaparecida”, apunta Fernando Iriarte.

Su cuadro, desde hace años ya en paradero desconocido, lo compró la Universidad Pública dos años después de dar inicio a su colección de arte contemporáneo, “en un momento en que estaban montando el rectorado, y se colgó junto a la puerta de entrada del despacho del Rector”, que entonces era Juan García Blasco. “Yo mismo colgué el díptico allí, dividido, una pintura a cada lado de la puerta”, recuerda Iriarte, quien no tuvo noticias ya de ese cuadro hasta el año 2012, cuando se expuso en el marco de una muestra colectiva itinerante por el 25º aniversario de la Universidad Pública que llevó piezas de sus fondos a Estella (Museo Gustavo de Maeztu), Tudela (Fundación María Forcada) y Pamplona (Museo de Navarra). Dos años después, en 2014, contactaron desde la UPNA con Fernando Iriarte para pedirle autorización para llevar su díptico a restaurar, ya que “el lienzo estaba combado, que suele pasar”. “Yo les dije que claro que sí, que ese cuadro era suyo y que hiciesen lo que considerasen oportuno, pero ahora, cuando me entero de la desaparición, la UPNA no quiere decirme qué empresa externa realizó esa restauración; que no te quieran decir ni haya un simple albarán de adónde llevaron el cuadro y qué le hicieron... Que el cuadro salió y volvió es lo que me dicen de palabra, y no hay ni un papel... Me parece incomprensible”, dice Fernando Iriarte.

A este respecto, fuentes de la UPNA con las que contactó ayer este periódico tampoco han querido facilitar el nombre de la empresa que llevó a cabo esa restauración, y aseguran que el cuadro regresó restaurado aunque ya no volvió a colgarse en la ubicación en la que había estado hasta entonces. “Hay una anotación en la base de datos del catálogo del patrimonio artístico en la que se dice que la obra volvió de aquella restauración, que realizó una empresa externa” sostienen fuentes de la UPNA, que cifran en una decena las obras de arte de su colección que están actualmente “en paradero desconocido”.

“En el informe de 2017 que tenemos consta que en la colección había en ese momento 224 obras de arte, entre esculturas, pinturas, dibujos, etcétera, y de ellas hay una decena en paradero desconocido, es un porcentaje mínimo”, dicen desde la universidad pública, añadiendo que se ha iniciado “una búsqueda activa y de atención en los lugares de nuestras instalaciones donde pueden estar”. En concreto, del cuadro de Fernando Iriarte argumentan que “está extraviado, consta así desde 2015 y tampoco tenemos constancia de que haya sido robado, por eso no se ha denunciado y por eso tampoco se le había comunicado al artista”. “Ésta es una institución grande y hay cosas que a veces se extravían. Lo sentimos muchísimo, es algo de lo que no nos sentimos orgullosos, pero no descartamos que pueda aparecer”, apuntaban ayer fuentes de la UPNA, que informan de que “la mayor parte de las obras” que integran su colección, iniciada en 1991, “está expuesta, están repartidas entre los tres campus. Solamente se retiran y pasan a un almacén cuando se cambian las obras de un despacho, cuando hay que restaurarlas..., y para esas operaciones contratamos empresas especializadas externas, a quienes se fía el trabajo de montaje, desmontaje, reforma, traslado, porque en la universidad no tenemos personal especializado en la gestión del patrimonio artístico; esto complejiza un poco la situación y el manejo de las obras de arte de la colección, que está distribuida entre muchísimos espacios, y por todo ello el control se dificulta”.

Fernando Iriarte lamenta que haya en instituciones públicas navarras “almacenes llenos de obras, porque es obligatorio por ley comprar equis piezas de arte, y se compran pero no tienen dónde colgarlas”.

Su díptico había sido elegido para formar parte de la exposición que, bajo el título En principio después de los Encuentros, tiene previsto programarse en la Sala de Armas de la Ciudadela, fruto de una colaboración entre el Ayuntamiento de Pamplona y el Ateneo Navarro/Nafar Ateneoa. Una muestra colectiva en la que también participarán artistas como Dick Rekalde, Paco Polán, Alfonso Ascunce, Javier Balda o Elena Goñi, entre otros.

En 2014 se denunció la desaparición de 157 obras de la colección de Can

No es la primera vez que se hace pública la desaparición de obras de arte adquiridas por colecciones navarras. En abril de 2014, la asociación de consumidores y usuarios Kontuz! denunció la desaparición de 157 obras de arte de la colección de Caja Navarra. Al día siguiente, el expresidente de la entidad, José Antonio Asiáin, dijo que no le constaba.

Esas obras que según los denunciantes “desaparecieron” del patrimonio de la Caja en tan solo tres años, fueron valoradas por Kontuz! en 1,3 millones de euros. En su momento la denuncia pública de aquel “expolio al pueblo navarro”, como lo calificó en su día Kontuz!, trajo consigo diversas comparecencias parlamentarias para pedir responsabilidades y tratar de esclarecer el pasado turbio en el que ha estado envuelta esa colección, cuyos fondos terminaron cediéndose en depósito en 2017 al Museo de Navarra, con el fin de “propiciar una mejor difusión” de este polémico legado de arte. 

Entre las obras que en ese momento se echaron en falta figuraban algunas de cierta importancia, como una de María de Blanchard, uno del siglo XV, un Nacimiento del Maestro de los Balbases de Burgos, algún cuadro de Ana Mari Marín, tapices, dos bargueños o un busto de bronce de Pompeyo. Lo más preocupante en todo esto fue el evidente descontrol en la gestión de ese patrimonio por parte de Caja Navarra, algo que fue patente desde la constitución de Can y que corroboraron varios artistas y comisarios de arte. 

En el último inventario de la colección de arte de Fundación CAN hecho público en 2017, se seguían echando en falta algunas obras de artistas navarros que eran propiedad de la Fundación, entre ellas cuadros de Elena Goñi, Luis Garrido o Félix Ortega.