Llegan a Zentral con las entradas agotadas desde hace varias semanas, algo que también les ha sucedido en otras fechas de la gira. ¿Se acostumbra uno a actuar siempre en sitios llenos?

– Mmmm… Buena pregunta. La verdad es que no te puedes acostumbrar a eso, porque cada vez que sales es diferente. Es maravilloso, obviamente. Nunca nos había pasado. La banda siempre ha ido bien, siempre ha ido a mejor con cada disco y con cada gira, pero este disco ha sido como un pelotazo y prácticamente todos los conciertos están siendo sold outs. Es una nueva realidad, por decirlo así.

¿Cuál cree que ha sido la razón para el éxito que están teniendo?

– No lo sé. El elemento más importante es el que no se sabe nunca cuál es. Es cierto que salimos en un momento en el que no había muchas bandas haciendo lo que hacemos. Supongo que, al final, las canciones son lo único que importa. Puedes hacer muchas cábalas, estar con una discográfica grande, con un manager importante… y que no salga porque es el público el que tiene que decidir si una canción le mueve o no le mueve. Creo que son las canciones las culpables de todo.

Siempre tuvieron mucha fe en el grupo.

– Sí, sin duda. De hecho, recuerdo la reunión que tuvimos mi hermano Álvaro y yo con Nacho y Adrián, el bajista y el batería, cuando les propusimos unirse a la banda, que yo tenía clarísimo que iba a funcionar. Funcionar es una palabra muy amplia, no pensaba que fuésemos a ser número uno en los 40 Principales, pero tenía la certeza de que iba a ir cada vez mejor. Es como si hubiese visto lo que iba a pasar en una bola de cristal.

Para muchos, Los Zigarros son, desde hace tiempo, la gran banda de rock en España.

– Cuando salimos no había muchos grupos haciendo lo que nosotros hacíamos, y ahora, en realidad, tampoco. Entonces, lo urbano no tenía la importancia que tiene ahora. En la actualidad sí hay bandas haciendo lo que hacemos, pero como lo urbano lo ocupa todo, da igual; si antes estaba jodido con el rock’n’roll, ahora está mucho más jodido. La filosofía de una banda de rock es tirar para adelante. Es como las redes sociales. Somos la banda menos activa en redes de la historia, y los conciertos están todos llenos. Hay más maneras de llevar las redes, se pueden utilizar únicamente de manera informativa, que es lo que hacemos nosotros. Miramos solo hacia adelante, nunca a los lados. Lo que hay en la radio es lo que hay en la radio y lo que hacemos es lo que hacemos. La gente dice que somos una banda asentada y clásica porque llevamos un tiempo, pero bueno, son etiquetas. Tampoco hay que darles más importancia.

Sin embargo, con su nuevo disco, han abierto el abanico hacia otros estilos: hay teclados, música bailable… ¿Siempre han escuchado todas esas músicas, pero hasta ahora no las habían mostrado?

– Es eso, sin duda. Siempre hemos tocado muchas música distintas cuando nos juntamos, dentro o fuera del escenario. Álvaro y yo tenemos mucha influencia de los noventa, pero, no sé por qué, cuando hicimos la banda adoptamos una estética muy de rock’n’roll clásico. No recuerdo si fue algo que decidimos o lo adoptamos de forma natural porque era lo que escuchábamos en ese momento. Este disco ha sido un alivio, porque, de repente, verte en ese traje es como abrir cuatro ventanas. Corre el aire. La banda siempre ha tenido mucha confianza en sí misma, pero ahora todavía más. Sabemos que somos capaces de hacer música distinta, y vamos a seguir haciéndolo. Al final, se trata de divertirse. Puedes seguir haciendo rock’n’roll de género; si te divierte, perfecto. A nosotros nos apetece probar cosas y tenemos la libertad y la capacidad de hacerlo.

Este cambio de sonoridades, ¿lo piensan previamente, o son las canciones las que les van llevando por otros caminos?

– La verdad es que no hablamos nada sobre dirección artística, lo hacemos todo bastante instintivamente. Este disco tuvo un motivo claro, y es el amor. Me enamoré y ese fue el detonante. Llevaba tres años en crisis creativa, sin poder escribir ni una canción, y, de repente, tenía delante de mí un montón de sensaciones y sentimientos que plasmar. Siempre he tocado el piano y esta vez, en lugar de sustituirlo por la guitarra, dejamos que el piano fuera protagonista. Ha sido un acierto. Pero no es algo que hubiésemos pensado. Normalmente, los discos los hacemos al 50 % entre Álvaro y yo, pero en este yo he tenido más peso. Ha salido así, le iba enseñando las canciones y le gustaban. Luego se las pasábamos a Leiva y también le encantaban. Así fue.

Eso se nota en las letras. Antes eran más “sexo, drogas, rock’n’roll”, pero ahora abordan temas más personales.

– Sí. Me gusta el debate que sigue al disco, con la promo, porque yo no sabía de qué hablaba el disco, no me daba cuenta. Ahora, cuando me pregunta la gente por el disco, me doy cuenta de cómo se abrió camino la realidad. Era lo que el cuerpo me pedía y dejé que saliera. Me ha hecho mucho bien hablar de estas cosas. Me encanta esta nueva mirada.

¿Cómo ha sido tener a Leiva como productor? Hasta ahora, siempre habían trabajado con Carlos Raya.

– Ha sido muy natural, hemos estado en familia. La grabación fue rapidísima, llevábamos las canciones cerradas al 100 %, cosa que no habíamos hecho antes. Leiva es un tipo híper talentoso, sabe hacer sentir bien a la gente que está a su alrededor. Es un amigo, nos admira, le admiramos… Además, es ingeniero, productor… Ha llegado a un nivel muy alto. Fue un lujo.

Llevaban años en una multinacional (Universal), pero han cambiado a Cultura Rock. ¿Por qué han dado este paso?

– Es un paso bastante típico en bandas que han estado en grandes sellos. No recibes el cariño y la atención que querrías, porque ellos están con sus grandes artistas superventas. Al final, la comunicación no es buena, las ideas que proponen no son buenas… Están en otro mundo. Para nosotros, el grupo es nuestra vida. Desde los doce años estamos en esto, nos lo tomamos muy a pecho. Tenemos muchas referencias y mucha cultura musical como para no rodearnos de gente igual que nosotros. En las grandes multinacionales, normalmente no hay mucha gente así. En Cultura Rock estamos encantados, hablamos el mismo idioma, así que genial.

Todos estos cambios les han salido bien, ahí está la respuesta del público. Pero también corrían un riesgo, y es que le criticasen los puristas del rock. Imagino que eso no les importa demasiado.

– ¿Cómo me va a importar eso si todos los conciertos están sold out? Los únicos que se preocupan por eso son los que están en redes sociales. Como yo no estoy, no me entero. Siempre nos ha ido bien, pero esta vez está siendo increíble; en algunas salas estamos metiendo al doble de gente. ¿Cómo me va a importar lo que digan cuatro gañanes? Eso del rock purista me suena tan a cerrado y me da tanta pereza… que me la suda.