El fútbol es injusto siempre con los porteros, retratados y señalados cuando reciben goles, aunque esporádicamente aparecen como goleadores y se pone el foco en su figura, porque rara vez la gente se acuerda de ellos cuando los evitan, ya que, valga el tópico, “están para ello”. Una de estas situaciones vivió este fin de semana Iker Roncal, portero del Itaroa Huarte B, cuando abrió el marcador en la victoria de su equipo ante el Iruntxiki.

“La verdad que fue una acción que ya había tenido un par de veces en el partido. Ellos presionaban arriba, nosotros intentamos salir desde atrás y en el momento en el que veíamos que no podíamos, me cedía el central y yo golpeaba. Se supone que tenía que golpear orientado a banda, pero golpeé una frontal que ya generamos problemas y a punto estuvo de cogerla nuestro delantero, y una segunda fueron a la disputa los centrales y el delantero de nuestro equipo. Dejaron que la pelota botara y al portero le sorprendió el bote”, relata, sobre el que fue su único tanto hasta la fecha.

“Pensaba que se iba a ir fuera, porque después de que bota me tapan los dos centrales y el portero. Yo no veo al balón entrar, pero como veo que los compañeros se giran y vienen a celebrar... no sabía ni cómo celebrarlo”, agrega el cancerbero, que añade que “fue el primer gol, pero el partido estaba bastante atascado. Luego acabamos sufriendo, porque el tercero lo metemos en el 96”. En la grada se encontraba su padre, “la figura por la que empecé a jugar a fútbol y por la que sigo jugando”.

Sin embargo, Roncal no quiere medallas porque, de manera honesta, comenta que “el gol es la anécdota, me quedo más contento con el trabajo de la segunda parte, que paro un par de balones. El gol tiene un componente de suerte”, y que “se vio que hicimos las cosas bien, que podemos mirar arriba, y ojalá esto sea un punto de inflexión”.