Hay rincones de la casa poco accesibles y cuya limpieza resulta difícil, incómoda y engorrosa. Entre estos grandes olvidados están las persianas, cuyo mantenimiento requiere tanto tiempo y esfuerzo que nunca encontramos el momento propicio para ponernos a ello. Las inclemencias del tiempo, como la lluvia o el granizo, así como el sol, el polen, el polvo de la calle o la contaminación, van impregnando de suciedad la cara exterior de las persianas.

No será exactamente lo mismo limpiar una persiana enrollable de madera que una de PVC, plástico o aluminio y tampoco es lo mismo limpiar su cara interior que la exterior. En este último aspecto va a influir mucho las características de la vivienda, que harán que puedas acceder a ella con mayor o menor comodidad.

Si eres de los afortunados que viven en una planta baja, en un chalet o en un adosado y tienes acceso a ellas desde el exterior, estás de enhorabuena, la tarea te resultará mucho más sencilla, rápida, segura y eficaz.

Basta con que bajes la persiana pero no del todo, sino dejando una pequeña separación entre las lamas para poder limpiar mejor la suciedad acumulada en las ranuras. Pasa un cepillo de cerdas blandas comenzando por la parte superior de la persiana y a continuación aspira toda la suciedad desprendida. Pasa una bayeta con agua y jabón neutro, también de arriba hacia abajo, para eliminar la suciedad hasta que no quede nada. Seca con un trapo de algodón y déjala sin enrollar unos minutos para evitar así malos olores y humedad. Una vez que esté totalmente seca puedes proceder a limpiar su interior. Por último, la subiremos y la bajaremos para comprobar que además de limpia sigue funcionando bien.

Productos de limpieza junto a unos guantes, una bayeta y dos estropajos. Freepik

Limpiar el exterior desde dentro

Si por el contrario vives en un piso en el que no tienes posibilidad de salir a limpiar la persiana enrollable por fuera, la tarea se complica, aunque tal vez no tanto como puedes pensar en un primer momento. Tirando de ingenio, hay un sencillo truco que te puede simplificar, y mucho, esta labor.

Este consiste en abrir el cajón que está sobre la ventana y en el que esta queda oculta cuando está enrollada. El principal desafío de este primer paso dependerá de que la tapa esté atornillada, pegada o cerrada a presión. Una vez abierto el cajón, lo limpiamos y, a continuación, cepillamos, aspiramos, limpiamos y secamos con paciencia, lama por lama, la parte de la persiana que nos queda a la vista. De esta forma iremos subiendo y enrollando la persiana poco a poco hasta terminar de limpiarla por completo. Una vez que hallamos acabado, colocaremos otra vez la tapa del cajón y nuestra persiana lucirá impecable y ni el esfuerzo ni el tiempo habrán sido para tanto. En solo 10 minutos podrás devolverle su aspecto original.

Ventanas con persianas y otras sin ellas en la fachada de un edificio. Freepik

En cualquier caso, para que no se acumule la suciedad, lo ideal es limpiar las persianas al menos una vez al año. Y esto, además, debemos hacerlo por dos motivos: uno estético, puesto que unas persianas sucias destacarán frente a las de otras viviendas que estén más limpias, y otro higiénico, porque las bacterias y microorganismos que se acumulan en las rendijas y recovecos de la persiana pueden acabar accediendo al interior de la vivienda.