pamplona - Dicen quienes le han conocido que sus virtudes iban mucho más allá de su innegable categoría delante de los toros. También que el sambenito de divino le hizo sufrir lo suyo y que Pamplona ha sido injusta con él, en algunos casos por envidia y también por desconocimiento. Que es verdad que le gustaban las cámaras y las entrevistas, pero que el respeto que sentía por el encierro de San Fermín y por la ciudad que lo alberga estaba fuera de toda duda. Y que bajo esa apariencia “chulesca, de tío echado para adelante”, como expresaba ayer Teo Lázaro, se escondía un tipo cercano, sensible y sobre todo buena gente.

“Con la fachada que tenía luego era un pedazo de pan y una bellísima persona”, decía el pastor Miguel Reta, que en estos momentos difíciles prefería acordarse de la vida que ha llevado su amigo, “siempre como a él le ha gustado, con el mundo por montera. Era un crack para todo”. A Reta le venía a la cabeza una foto que le enviaron de Ciudad Rodrigo, con Julen “entrando en la portaleta rodeado de jóvenes, y el abuelo en medio tirando de los toros”.

Para Javier Muñoz, Boti, “ha sido un maestro como corredor y una persona ejemplar”. Boti decía que ya a mediados de los 70 “empezó a sonar el nombre de Julen. Entonces ya era uno de los corredores emblemáticos. Ha sido un icono en todos los sentidos. Un profesor del encierro”. Boti creció en el encierro con los consejos de Julen, siempre atento y dispuesto para echar una mano, “como un hermano” para él. “Estas personas no se tienen que ir así. Se tenía que haber ido con 90 años, porque nos tenía que enseñar muchas cosas más”, comentaba afectado este amigo.

“Cuando entrabas en la calle, veías un toro y a Madina delante, decías ‘se acabó, esta carrera no es para mí”, expresaba el comentarista y durante muchos años participante Javier Solano, que recuerda a los tres hermanos Madina corriendo juntos a principios de los 80. Entonces ya era “conocidísimo” junto con los Atanasio, Esparza, Murillo, Zuasti o Eguíluz, y siempre un “tío muy accesible y majo, para nada endiosado. Era uno más. Como corredor siempre le he respetado porque estaba delante del toro todos los días. Eso despertaba envidias, y en el encierro hay muchas. Tenía un físico muy reconocible y al final eso hizo que fuera diana de mucha gente”.

“Atanasio solía decir en broma que tenía que ponerse peluca para que no se le reconociera tanto”, contaba Javier Manero, explícito a la hora de describir a su amigo: “Era muy buena persona y un referente en el encierro. Un puto fenómeno con toros sueltos y con la manada. De tanto salir en los medios la gente le cogió manía, pero era un enamorado de Pamplona y del encierro al 100%”. Manero se acordaba del último encierro de Madina en Pamplona, el 11 de julio de 2013 con toros de Torrestrella. “Le salió una carrera de chapó y entró a la plaza con un precioso toro ensabanado. A ver quién hace eso con esa edad... un crack”.

Juan Pedro Lecuona enseñaba una foto de una carrera de 1996 con toros de La Ermita. “Es uno de los recuerdos más bonitos que tengo. En carrera escuchaba a Julen dándome sus indicaciones y ánimos”, decía de “uno de sus referentes y maestros del encierro”.

Para Patxi Barragán “en Pamplona caía mal básicamente porque corría muy bien, pero era un tío con mucho mejor fondo de lo que la gente se piensa”.

“Si algo era es sincero. Y ha sido mucho más purista del encierro que muchos de aquí, respetaba mucho la tradición”, expresaba Daniel Oteiza, para quien Madina era su referente directo. “¡Hostias, mira el calvo!”, decía asombrado al verle correr. “Y por este hombre tengo el veneno de los encierros en el cuerpo, uno de los motivos por los que corro”. “Un corredor de otro tiempo, más bonito incluso en blanco y negro. Para mí una leyenda y un amigo”, fue la descripción que hizo de él Fermín Barón.

Y a Miguel Ángel Castander, natural de San Sebastián de los Reyes y que compartió piso con Julen durante 15 sanfermines, le enseñó “el respeto a los corredores y al toro por encima de todo. Iba a todos los encierros de España y enseñaba qué es correr un encierro con arte y disciplina. Tengo mucho que agradecerle, parte de lo que soy se lo debo y ha sido un maestro de maestros”.

Para Teo Lázaro Julen ya era “un ídolo” de crío porque “iba al tendido a ver el encierro y siempre aparecía él, normalmente tirando de los toros rezagados”. Alguien al que después muchos han criticado “por una opinión preconcebida, juzgándole sin conocerle”. Lázaro explicó ayer que Madina llevaba seis aros en sus orejas, uno por cada situación peliaguda que superó. Como cuando un jandilla le asestó 5 cornadas en el callejón en 2004, o esa otra vez en la que, practicando caída libre (le pegaba a cualquier tipo de actividad de riesgo), no le funcionaban los paracaídas y a apenas 100 metros del suelo se le abrió el de emergencias. También destacó su defensa a ultranza del blanco en la carrera o las maravillas que hablaba siempre de Pamplona y del encierro.

“Está entrando en el cielo por la puerta del callejón, tirando del periódico como siempre acostumbraba”, leyó Lázaro del grupo de WhatsApp que comparte con otros corredores de Pamplona. “Ha tenido una vida extraordinariamente enriquecedora y va a dejar un poso muy grande en mucha gente”, finalizó.