“No cerramos las heridas pero no dejaremos de trabajar para que la memoria se mantenga. Tanto sufrimiento no puede quedar en el olvido”. Quien así habla es Villar Ochoa Plaza, bisnieta y nieta de Salustiano Plaza y Valentín Plaza, presidente de UGT y alcalde de Castejón, respectivamente, padre e hijo fusilados en Castejón. La Asociación Valentín Plaza ha estado trabajando durante más de 15 años para poder llevar a cabo el libro Castejón (1931-1945). Historia, represión y conculcación de derechos humanos, que editado por Pamiela y elaborado por el historiador Aitor Pescador ha visto ahora la luz. En 2007 nació la Asociación de Vecinos Valentín Plaza y tres de sus primeros objetivos fue la colocación de una placa en memoria de los asesinados en 1936, un homenaje público y un libro que recogiera la memoria de la villa ferroviaria. Desde entonces han pasado muchos años en los que incluso alcaldes socialistas impidieron dar estos pasos de recuerdo a los fusilados de su propio partido. En 2015, con la llegada al equipo de gobierno de IU, el tema se desbloqueó y se pudieron dar pasos para elaborar el libro. Ochoa recordó una poesía que escribieron a su abuelo en el momento de ser asesinado, “San Valentín Plaza, pim, pam, pum. Los disparos sonaban y los hombres sin rostro, los hombres sin alma, gritaban; ¡baile!, ¡baile!, que es el alcalde. Corría, corría, huyendo del espanto; corría, corría, huyendo de la muerte. ‘¡Corre, corre, que te esperan junto a la fuente tu mujer y tus hijas. Cayó junto a las margaritas amarillas y los hombres sin rostro aullaban”. En todo este tiempo recopilaron testimonios de las personas más mayores para que no se perdiera su legado.

Como señaló Aitor Pescador, autor del libro, y que ha llevado a cabo la labor de documentación, quiso destacar en la presentación que la publicación de esta obra “no es el final de nada sino la lanzadera de trabajos posteriores” y aclaró que para los historiadores sacar a la luz tantos horrores “no es agradable mientras se realiza ni cuando se finaliza. El poso que deja es muy duro. No es bonito leer expedientes, sentencias, declaraciones de torturas, de persecución… pero hay un compromiso por sacarlo adelante. Llegamos muy tarde debería haberse hecho hace 50 años; ahora estamos buscando a las victimas y deberíamos buscar a los victimarios”. Para el autor es falso que “la Republica fuera caótica”, como muchos autores señalan ahora, “es un producto que se ha venido vendiendo durante 40 años y no es cierto. Tuvo errores, cometió fallos pero era un proceso democrático”. Dentro de ella, Castejón fue una de las más activas políticamente, recién nacida en 1927, con muchos trabajadores ferroviarios por lo que eran mayoría PSOE, UGT e IR, algo que tuvo consecuencias en la represión donde se asesinaron a 33 personas.

En estos cinco años de luchas sociales en Castejón (1931-1936) destacaron dos momentos importantes para el devenir de las revanchas de 1936. Por un lado el 14 de junio de 1931, cuando a la vuelta de un mitin de los conservadores en Pamplona el tren fue atacado en Villafranca y Castejón, y, por otro, la huelga de octubre de 1934, que en Castejón hubo piquetes y dos explosiones. “Los informes que va a recibir Diputación de parte de la Guardia Civil es especialmente duro contra el Ayuntamiento del que dicen ‘ha demostrado ser desafecto al regimen, dejando sin afecto las denuncias que se han presentado’”. Tras estos sucesos el Gobierno revocó el Ayuntamiento y nombró otro nuevo a dedo que gobernó hasta finales de 1935 cuando dimitió en bloque por los problemas de las lindes con Corella, por lo que Valentín Plaza volvió a la alcaldía en 1936.

LOS CASOS

El golpe de Estado en Castejón se produjo el 19 de julio a las 23.30 cuando la Guardia Civil nombró un nuevo Ayuntamiento poniendo a su frente a José Jiménez. “A partir de ese momento se realizará una represión dirigida. Es en caliente por el nivel de violencia que se alcanza orquestada desde tres puntos: la Guardia Civil, el cura del pueblo y la nueva alcaldía”. Se confeccionaron listas como en otras localidades por lo que todo estaba muy organizado y eso también significaba que se buscaba la implicación del pueblo en las muertes “si son testigos de las detenciones o se les lleva a hacer zanjas se socializa la culpa”. Para Pescador los motivos se centraron en tres motivaciones: político, venganzas personales y querer quedarse con las propiedades del asesinado.

En el libro, de 450 páginas, se recogen la vida, la muerte y las penalidades de todos los que sufrieron represión, gracias a muchos testimonios de personas que ya no existen. Entre otros se habla de ejecuciones “brutales” como la de Félix Mellado Malo, al que le cortaron la lengua, se le colgó y se le quemó vivo por una discusión sobre unas vacas; la ejecución en la carcel de Víctor Angulo que se vistió de suicidio; el asesinato de Salustiano Plaza con 75 años en la tapia del cementerio de Tudela. Tam bién Ángel Segura, al que le pegaron un tiro por cruzar las vías o los casos llamativos del joven de 18 años Julián Rodríguez, al que un Guardia Civil se le persigue a tiros, sin matarlo, por haber visto cómo se llevaban a otros presos del Ayuntamiento. “La cifra es de 25, pero yo cuento 33 por otros vecinos que estaban fuera pero que también los fusilaron”, explicó y relató también el caso de Pablo Martín Francés, muerto en un campo de concentración alemán o el del médico Pascual García Ferreiro, cuya persecución y represión siguió hasta los años 50. Recordó igualmente a muchas mujeres de izquierdas a las que raparon o les hicieron tomar aceite de ricino, “para que surja la nueva mujer española”. Capítulo aparte merece también en el libro los prisioneros que estuvieron en la harinera y que trabajaron en la construcción del ferrocarril en Castejón y de los que se narra una fuga.

Para concluir, en la presentación del libro, Pescador agradeció el trabajo de recopilación de testimonios realizado por la Asociación Valentín Plaza, “recuperar la memoria de lo que sucedió no es venganza, hay que hacerlo para madurar como sociedad. Debéis sentiros orgullosos de vuestro pueblo”, indicó. El autor explicó que se ha implicado tanto que “puedo imaginar los disparos cuando paso por determinadas calles”.