Javi Díaz y Anca Sarosi son los responsables del refugio de animales Trikuharry de Urdax. Hace ya 15 años que empezaron a rescatar animales, aunque no fue hasta el año 2019 cuando se trasladaron a Navarra.

El primer animal al que socorrieron fue un búho real que hoy en día todavía sigue con ellos. Ese fue el principio de su historia. Antes de llegar a Urdax, tenían una treintena de animales a los que atendían y cuidaban en su casa. Admiten que era algo “muy difícil”, y por eso, cuando se les ofreció el terreno que ahora ocupa Trikuharry, no se lo pensaron demasiado y empezaron a preparar el traslado. 

Cuando llegaron a Navarra se trajeron a unos 30 animales que estaban en proceso de recuperación y ahora el refugio da cobijo a alrededor de un centenar. Esta pareja se esfuerza todo lo posible por darles una segunda vida. “Ya no podemos coger más animales porque no hay espacio” lamentan, “nos gustaría poder reformar y ampliar el centro”.

La semana pasada salió a la luz el caso de la perra Taiga, que al ser rescatada de un coche que estuvo aparcado durante horas y en el que otros dos perros fallecieron, fue trasladada al refugio donde ha permanecido desde entonces. En Trikuharry, este can está siendo educado y volviendo a ser feliz.

El de Taiga, por desgracia, es solo un caso más. Por eso, la principal labor de Javi y Anca es concienciar a todas las personas que pasan por el refugio. “Si entran aquí que salgan por lo menos con la idea de que hay que tener cuidado” añaden. Explican, por ejemplo, que para tener un animal exótico hay que tener tiempo, porque necesitan muchísima atención y no se pueden dejar ocho o diez horas solos. “Y claro, la mayoría de gente trabaja. Y luego se cansan porque ay, que me pica, ay, no sé qué… y se desechan de los animales. Pero es que tienes que saber qué es lo que coges y qué consecuencias tiene”.

Javi Díaz con el avestruz Anacleto, de 6 años. Ondikol

Trikuharry se ha convertido en el hogar de todo tipo de animales. Desde aves exóticas hasta gatos de bengala, un avestruz, suricatos, cabras… “Son animales que han sufrido muchísimo” explican los responsables del refugio. “Hay situaciones que no se pueden ni explicar… Hay mucha gente que no se entera de esto, porque no piensa en lo que hay por ahí. Pero cuando estás en este mundo sí que lo haces. Y aquí, historias de animales tenemos muchísimas”.

Cuando los animales se recuperan, o se quedan en Trikuharry o se van a otro centro, ya que, al tratarse de animales nacidos en cautividad, no son capaces de sobrevivir sin los humanos. Es una labor muy “esclava”, explican, “aquí son 24 horas al día”. Admiten que algunas veces han llegado a cansarse. Pero entonces, los pensamientos de “¿Y dónde van a ir? ¿Cómo los van a cuidar?” les invaden y los anima a seguir.

Además de la pasión y el amor hacia los animales, Javi y Anca también comparten su afición por la magia. Aunque en estos momentos consideren que tienen muy poco tiempo para la magia, Javi suele ofrecer espectáculos en Trikuharry con el objetivo de atraer a más gente

Anca Sarosi con Lobo, de 3 años. Ondikol

 Javi es mago profesional con 20 años de experiencia. “La magia me sirvió de terapia, me ayudó” explica. Lo que le enganchó fue que “veía que hacía feliz a la gente”. Cuenta que cuando salía frente al público, siempre pensaba “ese seguro que tiene algún problema, menos o más, pero tiene. Aquel también y aquel también. Todo el mundo tiene. Mas gordos o menos gordos. Pero cuando salgo, esos problemas seguro que se les han olvidado porque se están riendo, están disfrutando, están pillándome el truco, que no saben si lo pillan o no, otro no sé qué…y se han olvidado de sus problemas”. Y eso es lo que lo enganchó y lo hizo seguir con la magia.

Cuando conoció a Anca, esta no conocía nada ni de los animales ni de la magia, pero tuvo la suerte de que le gustaran las dos. Desde entonces, ambos forman un gran equipo y trabajan y reman en la misma dirección para lograr sus objetivos. No hace falta más que ver cómo se encuentra la perra rescatada Taiga, que gracias al esfuerzo y trabajo de esta pareja en tan solo dos meses ha pasado a ser un animal feliz y disfrutar de su nueva vida.