Ya ha oscurecido y la lluvia nos rodea. El parte cuenta que en las altas cotas la lluvia es blanca, y atrapados en un lento circular vamos camino de la localidad madrileña de Soto Del Real, donde haremos parada y fonda. En estas fechas invernales, pues aún es febrero, lo normal sería que ya estuviera todo blanco para goce solaz del personal esquiador de la Villa y Corte. Pero solo llueve. Y lo ha debido hacer también en enero porque se ven todos los pantanos que atravesamos con bastante buen calado. No se podía pedir todo, y nos toca terminar este periplo, iniciado muchos días atrás, como se dice pasados por agua.

Este año hemos invertido la ruta. Dejamos la última de las corridas mayores para el final por expreso deseo de la casa ganadera. Pablo del Río, hijo mayor de Victoriano, venía quejándose de que llegábamos a su casa, hacíamos visita de médico y salíamos de estampida hacia el sur. Así que, hablado con él, buscamos un pequeño hotel lo más cerca de su casa y empezamos la visita desde ya, porque quedamos a cenar con él, y así lo disfrutamos. Muchas conversaciones sobre todo lo que sucede, lo que ocurre en momentos convulsos en la política, en lo social, y en todo lo que nos incumbe también a nuestro tema dentro del mundo del campo. Sólo quiero hacerles partícipe de una cosa que nos debiera ir preocupando. Este año pasado ha tenido 46 bajas entre machos y hembras, obviamente de tierna edad, debido a las masacres de los lobos. Y con un gobierno que te paga tres ochenas por cada baja, no queda otra que buscar el amparo de la justicia. Esto solo se resolverá cuando caiga algún humano, le digo yo, y por como pasan todos por tu casa como si fuera un parque público, tenemos muchos boletos que aquí va a ser.

Castaños para diferentes plazas Redacción DNN

Temprano arriba, amanecido el día, llegamos a El Palomar. Llueve un poco y el día está gris. La cordillera entera está bajo un manto de nubes. Eso ocurre cuando nieva. Y nos priva de las hermosas vistas de estos parajes. Y por fin volvemos a la realidad, porque después de haber estado diez días con poca ropa, hoy tocaba ir abrigado, porque el terreno serrano, de poca hierba y mucha piedra, zona caliza, es más bien agreste y duro para la cría de este y de cualquier otro animal. No en vano sobrepasamos de largo los mil metros de altitud. Llegados hasta la casa, ya estamos rodeados de toros. El mayoral y un vaquero están moviendo animales, e interrumpen el trabajo para saludarnos. Juan ya es un habitual en el Gas, y hemos pasado muchos ratos por Pamplona tras sus labores. Y sin apenas espera, llega Pablo y comenzamos con él toda la ruta por la finca en busca de los toros elegidos para la próxima feria. Y de paso los de Sevilla, Madrid y demás grandes ferias que tienen apartadas, ya que esta casa, muy apreciada por empresas y toreros, está en todas las principales del planeta toros. Nos movemos entre puertas y más puertas, con llave casi todas, para último esfuerzo de Gabino, porque toca ir a unos cuántos corrales diferentes. No tiene junto lo seleccionado por los veedores de la Meca, y eso nos hace pasar unas horas observando mucho ganado de la casa. Y nos juntamos con varias ferias entremezclado con los números de Pamplona. Cada vez más, el toro de esta casa es negro. Zaino o mulato, pero negro. Algún colorado o castaño sobresale entre todos. Y según los mezclados se ve enseguida los posibles para llegar el Gas. Hechuras con caras más abiertas, y cuerpos más prominentes, alguno un poco destartalado, y con paciencia y tranquilidad vamos echando buenas fotos y comentando las reatas de cada uno de ellos. Tiene diez, más los que puedan sobrar de los festejos que tiene que cubrir en Las Ventas, ósea que tiene de sobra un buen lote. Y antes que pueda decir nada, que ya me conoce bien, apostilla que tienen en mente llevar no solo la mejor reata sino la apropiada para una feria tan importante como la del Toro es a nivel mundial.

Los pelos invernales les protegen en este agreste territorio. Redacción DNN

Recordamos viejas historias, porque siempre cuenta que yo conocía su casa antes de que fueran a Pamplona, y airea entre mis acompañantes conversaciones de quince años atrás. Va a dar las doce, y dejamos tres horas de paseo donde hemos podido ver desde los más peques de la finca hasta lo más grande que será lo que corra en las calles de Pamplona camino de su encierro en la plaza. Vamos a comer a Guadalix. Siempre al Junco, el establecimiento hostelero mas cercano a su casa, donde encontramos al mayoral y los vaqueros saciando la gusa del currelo hecho. Allí, unos buenos callos, y demás viandas nos dejan un mayor regusto a la mañana. La pregunta de todos los ganaderos recibe en este día respuesta aprobatoria. Porque cierto es que faltando meses, los toros están hechos para ya. Y al contrario de lo que puede ocurrir en el sur, que una mala primavera puede echar abajo las hechuras de un animal, aunque con el tipo de alimentación actual sólo es hoy en día por temas sanitarios, aquí, en la zona serrana de la meseta española, la primavera hace que luzcan más los toros, pierdan esos pelos invernales y ganen en estructura fenotípica.

Nos despedimos de Pablo, agradecidos por el buen trato recibido desde anoche en su casa. Estamos a menos de cuatro horas las nuestras, y ahora sí que sí, el viaje va a tocar a su fin. Aún llegaremos a dejar a Gabino en su casa y paramos en casa de Josetxo y su familia, en el Txoko del Sadar repleto de tractores. Allí, David se encuentra con colegas que están en el ajo y nos comentan la ruta para no toparnos con ellos cuando nos vengamos hasta mi casa, cosa que agradecemos.

Solo nos queda la casa lodosana de El Pincha. Pero con los temperos que nos acucian, será abril cuando vayamos a casa de José Antonio Baigorri, y se lo contaremos a Vdes. Pero el viaje en sí, con más de tres mil kilómetros, todos ellos en auto, llega a su fin. Y como siempre hay que agradecer a todas las casas ganaderas su trato y disponibilidad. A la Meca por no poner ningún reparo para poder hacerlo. A los veedores por la labor escondida que nosotros intentamos publicitar. Y a todos los amigos que nos hacen disfrutar por el camino. El año que viene más.