Resulta complicado pensar en un solo tema que me haya marcado en los más de 25 años que llevo escribiendo en DIARIO DE NOTICIAS. Cada año han sido miles las historias, polémicas o sucesos desde aquel lejano 1998 en que comencé. De los 30 años que tiene el periódico, mi nombre ha estado presente en las páginas de la Ribera 26 años, lo que es un orgullo pero también una responsabilidad. En los hechos que han marcado mi paso por estas páginas a diario y semanalmente (me gustaría recordar los 18 años del suplemento La Ribera Semanal y a quienes lo elaboraban conmigo, Nieves y Juan Antonio) podría relatar muchas noticias o polémicas que reflejamos como la existencia del Polígono de Tiro, las térmicas de Castejón, la retirada del título de hijo predilecto a Franco, la búsqueda de Gaztambide, los crímenes de Valtierra, la peatonalización de Tudela, la calidad del agua de Cortes, la crisis económica, el triunfo de las izquierdas, el cumplimiento de la ley de Memoria Histórica, los asesinatos machistas por violencia de género, el estallido del edificio en Tudela o tantos y tantos otros. Sin embargo siempre me viene a la cabeza la lucha de la ciudadanía de Tudela para que no se instalara una incineradora de neumáticos.

Una oposición que abanderó DIARIO DE NOTICIAS contra viento y marea y pese a las fuertes presiones recibidas, a todos los niveles. El 14 de mayo de 2004, publiqué la existencia de un proyecto para construir esa planta y que el informe, ocultado a la oposición, llevaba dos meses en el Ayuntamiento de Tudela que entonces presidía UPN. Esa desaparición hizo que la oposición ni siquiera pudiera presentar alegaciones, ya que el plazo había expirado. Fue solo el inicio de una larga marcha y de una lucha titánica en la que habría que destacar el papel de Ecologistas en Acción, y a su frente Rafa Sánchez, que pusieron en marcha una iniciativa popular, Ribera Sana, que consiguió aunar a gente de todos los estratos sociales y políticos para luchar para una Ribera limpia.

Artículo del día en que el pleno municipal de Tudela no otorgó el permiso para la instalación de la incineradora. Fermín Pérez Nievas

Lograron presentar más de 6.000 alegaciones al proyecto y que comunidades limítrofes se unieran a la oposición, ante la indefinición de algunos partidos frente a un proyecto que en parte sufragaba y abanderaba el Gobierno de Navarra que presidía Miguel Sanz, aunque el propietario era una empresa privada. Incluso la empresa promotora llevó a un grupo de periodistas locales a Inglaterra en el día para mostrar la maquinaria que se iba a instalar y vender las bondades de un proceso que según su propio informe, iba a emitir a la atmósfera de Tudela “partículas, metales (arsénico, cadmio, cobre, mercurio, manganeso, níquel, plomo y estaño) monóxido de carbono, óxido de nitrógeno, óxidos de azufre, Fluorhídrico, Clorhídrico y compuestos orgánicos volátiles como carbono orgánico total, dioxinas y furanos”. Es decir, las mismas emisiones que las centrales térmicas de ciclo combinado, más componentes orgánicos volátiles y metales pesados. Al menos tres de los nueve metales pesados que emitiría eran cancerígenos (arsénico, cromo y cadmio), pero también las dioxinas y furanos.

Una planta que se instalaría en el polígono Montes de Cierzo, trabajaría 24 horas al día para consumir 84 toneladas diarias de neumáticos de Aragón, La Rioja, Navarra y Soria. Solo el 10% procederían de Navarra. Tras un año de artículos, columnas de opinión, concentraciones y protestas de todo tipo, el pleno del Ayuntamiento del 28 de junio de 2005, ante más de 300 personas, decidió no dar autorización a la empresa para instalarse en Tudela. Esa misma semana, una manifestación convocada contra su instalación se convirtió en una fiesta para celebrar que el pueblo de Tudela había conseguido detener aquella iniciativa. Fue un primer paso para que la ciudadanía se diera cuenta de lo que podía conseguir y esa población reivindicativa siguió durante varios años para luchar contra la desaparición de los laboratorios del Hospital, del autobús de la Vida o el Conservatorio que la crisis y aquellos gobiernos de Yolanda Barcina querían eliminar.