Por razonas laborales, fue coordinador de la Federación de las ikastolas de Navarra desde sus inicios en 1977, Juan Luis Larraza Lakunza (Etxarri Aranatz, 1950), ha recorrido este territorio de arriba abajo y de izquierda a derecha. “A lo largo de este tiempo he tenido la suerte de conocer historias de pueblos, lugares y personas que me han vacilado más de una vez en torno a la poca historia que hay en nuestra zona. En la mayoría de los sitios hay castillos, palacios o casas torres pero en Sakana no. Era una de las preguntas que me hacía”, recuerda. Para dar respuesta a esta cuestión y también para dejar constancia de de un patrimonio inmaterial a punto de desaparecer, ha escrito Bernoa, una novela histórica de casi 500 páginas que se sitúa en el siglo XIV, cuando Etxarri Aranatz se fundó tras la unión de más de 14 poblados de la tierra de Arañaz, en 1312. Recién salido de la imprenta, se presenta el miércoles en la casa de cultura de Etxarri, a partir de las 19.00 horas.

“Etxarriar orok eduki beharko luke herriko historia izan nahi duen nobela hau etxean”, destaca este etxarriarra, que pone el foco en el euskera, lengua en la que está escrita la novela y es el nexo de los personajes que la habitan. “El objetivo del libro es buscar el devenir de Etxarri Aranatz, Aunque todas las esquinas del pueblo nos hablan del pasado y de la vida de generaciones anteriores, no nos ha llegado ningún vestigio. Huérfanos de historia y de relatos, en este libro he querido recoger y dar un sentido de realidad a dichos, cuentos y canciones. Narra la que podría ser la verdadera historia de Etxarri Aranatz”, observa.

“Empecé mirando en los archivos de Navarra pero no encontré mucho. También conté con el apoyo y conocimiento de Rafael Carasatorre”, recuerda. Dada la falta de referencias históricas, pensó en relacionar lo poco que había conseguido recopilar con tradiciones, canciones, juegos y costumbres de su infancia, cuando no había televisión y mucho menos redes sociales, y los niños y niñas tenía que tirar de su imaginación y de lo que aprendían de sus mayores. 

Para ubicar en la lectura al principio de la novela hay un mapa de la calzada de Bernoa. N.M.

 “Poco a poco, en los últimos años he ido vivenciando lo que podía haber sido aquella sociedad del siglo XIV. Sabemos que a partir de la conquista de Castilla de Gipuzkoa y Araba en 1200, Sancho VII El Fuerte mandó fundar una bastida en tierras de Aranatz para la defensa del reino de Navarra, en la senda de los malhechores. Pero tuvo que pasar más de un siglo para que se materializara y fue por la voluntad de sus habitantes, que se unieron para defenderse de los ataques a su ganado, familia y hacienda del enemigo, sobre todo del señor de Lazkao”, apunta.

Asimismo, un recurso importante a la hora de escribir la novela ha sido lo toponimia de Etxarri, parte de la memoria de este pueblo. “He recogido todos los cascajos que había y les he puesto cemento”, bromea. “Creo que ha quedado una historia consistente e interesante. Ha habido que tirar de la imaginación y crear unos personajes que para mí son muy interesantes y las vivencias que se cuentan a lo largo de la novela también lo son. Cualquier novela de acción, y en una histórica la acción es algo que está presente y vivo, no pueden faltar situaciones de amor, de sexo, que sería de lo poco que tendrían satisfactorio, porque para comer mucho no tenían. Las zonas de Aranatz, Burunda y Arakil eran pobres y poco pobladas. Aquí no hay una piedra encima de otra. Tenemos unos montes y unos paisajes preciosos pero lo que es construido por el hombre no tenemos nada de esa época”, cuenta.

En relación al título, Bernoa, un camino de herradura de origen medieval que utilizaron los arrieros hasta el siglo XIX para el transporte de mercancías entre el interior y la costa, Juan Luis Larraza explica que es el hilo conductor de la novela, un camino que recorren los personajes de la habitan. “He dado forma a una sociedad euskaldun en la que las relaciones estaban basadas en el hecho idiomático. La frontera con Gipuzkoa no existía como tal. La calzada de Bernoa unía los pueblos con Urbasa y bajaba a Ataun. Allí, en el barrio de San Martín, se han hallado vestigios del camino de Santiago”.

La calzada de Bernoa comunicaba el interior con la costa. N.M.

La escritura de la novela le ha llevado tres años, un proceso en que ha disfrutado mucho. “A raíz de que un grupo de personas recuperaron en auzolan parte del trazado de la calzada de Bernoa en Etxarri, me quedé maravillado y escribí cuatro páginas que se quedaron meses en el cajón. Cuando llegó el invierno continué con la novela”, recuerda. Al respecto, apunta que ha querido dar respuesta a cuatro cuestiones, qué, quién, cómo y cuándo. No obstante, se ha permitido alguna licencia histórica. “Comparto el criterio de Toti Martinez de Lezea de que la novela aguanta todo. Me he permitido el lujo de ganar una batalla , cuando los castellanos destruyeron Etxarri en 1378, aunque también indico que no fue así”.

Bernoa es una novela coral, sin unos protagonistas claros. “Son personajes que han nacido, vivido y trabajado aquí por la unión de lo que después hemos conocido como Etxarri Aranatz”, observa. Asimismo, apunta que los niños y niñas tienen mucha importancia “tal vez por deformación profesional”. No en vano, ha sido profesor de Primaria durante más de tres décadas. Si bien publicó en 2017 Bidea eginez sobre el camino andado por las ikastolas de Navarra desde 1969 a 1991, es su primera incursión en la ficción pero no la última. Y es que trabaja en otra novela histórica.