Con más de cuatro décadas dedicadas a la investigación y tratamiento de enfermedades cardiovasculares, el doctor Carlos Macaya ha sido responsable de introducir técnicas percutáneas revolucionarias, como son la Angioplastia Coronaria, Valvuloplastia Mitral, Aórtica, etc., las cuales han transformado la forma de tratar las enfermedades cardiacas a nivel internacional, de forma menos invasiva, reduciendo riesgos y complicaciones, disminuyendo los tiempos de recuperación, mejorando la calidad de vida de los pacientes y reduciendo su mortalidad. 

Quién es

Trayectoria: Carlos Macaya es jefe de la unidad de cardiología intervencionista del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Nuestra Señora del Rosario, y lidera, junto al doctor Fernández Ortiz, la Unidad de Hemodinámica del Instituto Cardiovascular Vithas. Licenciado en Medicina por la Universidad Autónoma de Madrid, dirige también el Servicio de Cardiología del Hospital Clínico San Carlos desde 1999 y es catedrático de Cardiología en la Universidad Complutense de Madrid. Fue presidente de la Sociedad Española de Cardiología. 

Reconocimientos: En 2007 obtuvo el premio Jaime I en Investigación Médica, como reconocimiento a su trayectoria científica. Ha desarrollado una intensa carrera en Investigación, siendo investigador en más de 200 estudios internacionales. La revista Forbes lo ha vuelto a situar este año entre los 100 mejores médicos del Estado español

10.000 personas cada día mueren en Europa por una enfermedad cardiovascular. ¿Cómo se puede reducir esta cifra?

El problema es la prevención y para ello lo que debemos hacer es potenciar una visión positiva de la situación; en lugar de prevenir la enfermedad hay que incentivar la salud cardiovascular. Desde el punto de vista cardiovascular tenemos que conocer por qué se enferma y qué hacer para mantener una buena salud cardiovascular, y transmitir estos mensajes a la población y a la ciudadanía en general. Hablamos básicamente de la prevención primaria; de tomar como objetivo diana a la población en general, no a la que está enferma. Lo importante es que nuestros mensajes lleguen a la ciudadanía. Con ello lograremos prevenir la patología, mejoraremos la salud y evitaremos que mueran los pacientes.

¿Y cómo se pueden prevenir estas patologías?

Desde la cardiología y desde la medicina en general, prevenir la enfermedad cardiovascular es potenciar la salud en general. Todas las medidas son transversales y extensivas para evitar todo tipo de enfermedades; las primeras que causan más fallecimientos son las cardiovasculares, pero las segundas son las oncológicas. Y todos los factores de riesgo cardiovascular tienen también implicación con los cánceres. Por lo tanto, si prevenimos las enfermedades cardiovasculares vamos a prevenir y mejorar las enfermedades oncológicas y las pulmonares. Estamos hablando del tabaco y el corazón, pero ¿y el tabaco con el pulmón? ¿y el tabaco y determinados cánceres?

¿La prevención, entonces, es transversal?

Si hablamos del hábito tabáquico nos tenemos que referir a los mensajes, y las leyes antitabaco que se han promulgado. Sin embargo, no se han hecho, ni se pueden hacer, leyes para obligar a no comer determinadas cosas. En la sociedad actual, para tener una mejor salud y menor riesgo cardiovascular, se debe incidir en dos pilares básicos: la alimentación para evitar el sobrepeso-obesidad y el ejercicio físico. Lo que se debe transmitir a la sociedad es que el ejercicio físico no es perder peso, que es otra cosa, es tener un cuerpo que se sienta bien con uno mismo, tener un sistema muscular y cardiovascular adecuado. Sabemos que ese ejercicio físico incidirá sobre al aparato cardiovascular.

"La Inteligencia Artificial facilitará el trabajo y reducirá tiempos, pero no podrá sustituir al cardiólogo”

Está demostrado que los índices C-LDL son preludios de estos eventos cardiovasculares. ¿Qué haría falta para que la sociedad tomara nota y actuara en consecuencia?

Hemos hablado del hábito tabáquico, de la alimentación y la relación que hay con el sobrepeso y la obesidad. Con la obesidad van a venir tres problemas: uno mecánico, que es la hipertensión y dos metabólicos: la diabetes y la hipercolesterolemia. Esos tres factores de riesgo unidos al tabaco son los cuatro más importantes a la hora de sufrir eventos cardiovasculares. Nosotros tendríamos que trabajar por poder controlar esta gran pandemia, como el covid, que es la obesidad en el mundo. 

¿Cuáles son los retos que se presentan en la cardiología intervencionista que usted desarrolla?

Estos retos fundamentalmente tienen que ver con el implante por vía poco invasiva que es el atractivo que tiene la cardiología intervencionista. Es el equivalente de la cirugía laparoscópica; en lugar de cirugía, el intervencionismo cardiológico mínimamente invasivo o percutáneo se realiza a través de la piel. Por ella, somos capaces de implantar válvulas, por ejemplo, la aórtica que está prácticamente resuelta y se están implantando millones en todo el mundo; sin embargo, con la válvula mitral todavía no se ha conseguido. Se está invirtiendo una gran cantidad de dinero por parte de las compañías en desarrollar prótesis mitrales capaces de ser implantadas pero todavía es uno de los retos pendientes.

¿Y el otro?

Es a nivel de la patología coronaria; los stent coronarios desarrollados son muy buenos y se pueden trasplantar prácticamente en todos los vasos y acceder a desobstruir casi todas las lesiones coronarias. Pero lo deseable, y es un reto que tiene el intervencionismo cardiológico en las enfermedades coronarias, es implantar unos equivalentes de los stents, que hagan su función, es decir, que mantengan abierta la luz del vaso, pero que a los meses de ser colocados desaparezcan, que no queden como un cuerpo estable permanente en las arterias coronarias. De hecho, se llaman stents biodegradables o absorbibles porque se degradan o son absorbidos por el cuerpo humano y desaparecen al cabo de uno o dos años. Eso sería lo ideal: resolver una obstrucción coronaria, pero que no quede ningún residuo de su reparación. 

Carlos Macaya ha sido nombrado académico de honor de la Real Academia de Medicina del País Vasco.

Ahora que todo es inteligencia artificial. ¿Qué papel juega en la cardiología?

La Inteligencia Artificial (IA) ha tenido desde hace años en la cardiología su papel. Por ejemplo, los electrocardiogramas, desde hace muchos años tienen unos algoritmos muy sencillos y los interpreta. Nos venimos beneficiando de la IA hace ya tiempo. Lo que ocurre es que todo esto tiene que ser supervisado. Lo que hace, hoy por hoy, la IA en nuestro ámbito a nivel de electrocardiogramas, de imágenes cardiovasculares y de otras mediciones, ha sido reducir mucho el tiempo. Actualmente, el tiempo empleado en la interpretación de esas técnicas es del orden de diez veces menor, lo cual mejora extraordinariamente la rentabilidad y productividad del cardiólogo.

¿Va a sustituir la IA al cardiólogo? ¿Le facilitará el trabajo?

Tanto en cantidad y calidad sí facilitará el trabajo, pero difícilmente sustituirá al cardiólogo. Porque el paciente querrá ver al médico, su cara. Tal vez en otras áreas de la cardiología como el screening, la IA podrá ser útil; la tendremos en los móviles y el propio ciudadano le preguntará y le hará consultas a la IA. Otra cosa es que los ciudadanos no se fíen de lo que le responda esa inteligencia artificial y si lo hace mal y se equivoca será problema del ciudadano. Todavía le queda mucho a la IA. 

¿Qué ha sentido al ser nombrado académico de honor de la Real Academia de Medicina del País Vasco?

Me produce una enorme satisfacción, un auténtico honor y privilegio. Unos sentimientos que se acentúan más teniendo en cuenta mi larga trayectoria de excelente relación profesional con la cardiología vasca, así como mi admiración por el Pueblo Vasco. Además, este reconocimiento, que me llega en la última etapa de mi trayectoria profesional, me ilusiona mucho y confío no defraudarles en lo que ellos esperan de mi ingreso en su mundo académico.