Me suelo encontrar con mi amigo Juantxo por el Casco Viejo de Pamplona y me dice que anda haciendo el guiri. “Ya somos dos”, le respondo. Lo de guiri se refiere a que se pasea de forma despreocupada por la ciudad y lo mismo se para en la Estafeta enfrente de Gurgur para calibrar el tamaño de ese espárrago único que guarda un tarro, que se adentra por la Navarrería hasta la Plazuela de San José para soñar con alguna ausencia con el ruido de su fuente, que se mete por San Nicolás a echarse un pote o se impulsa por la Ciudadela, donde todo atiza, el sol en verano o la rasca en invierno, que ya ha quedado confirmado que las estaciones se han quedado en dos, aunque el cambio climático no exista.

Lo de hacer el guiri en tu ciudad debería computar como horas de jornada laboral, porque, con las prisas con las que nos movemos, llevamos orejeras incorporadas que además deben atornillarnos el cuello para mirar a la altura mínima transitable sin colisión, a media docena de metros por delante y preferencia al suelo, y con ese porte no se ve con perspectiva ni nada. Ni un escudo en esa fachada, ni esa esquina para la melancolía, ni ese banco tan bien colocado para mirar a cualquier parte.

Pero lo de hacer el guiri se nos anda complicando en los últimos tiempos porque se nos ha disparado la competencia y nos han empujado a los impostores. Tendrá que ver con el trabajo en la sombra que hay detrás por parte de los organismos que rigen estas cosas, quizás también con el cambio de los hábitos y de los tiempos, o con la imagen distinta que crece en otros puntos sobre lo que hay por aquí, pero por las calles de Pamplona hay un turismo permanente que para el paseante habitual por las zonas calientes de la ciudad no le pasa inadvertido. Y tiene mérito hacer el guiri en Pamplona porque con cuatro pasos te empiezas a salir de la ciudad histórica y más mérito tiene quedarse –haber conseguido que se queden– un par de noches en ella fuera de temporada, que como todo el mundo sabe es del 6 al 14 de julio, con un par de días de derivaciones hacia un lado y hacia otro.

Hacer el guiri cuando nadie te espera es lo mejor. Ya en bermudas.