Mar y montaña, Norte y Sur, tienen mucho en común, más de lo que puede parecer en esa eterna dicotomía. En lo bueno, por todo lo que la naturaleza nos aporta, esa sensación de libertad al alcanzar una cima o al observar el ir y venir de las olas. Espacios naturales de gran valor que hay que preservar y conservar ante el imparable deterioro del planeta. Pero también comparten la parte menos buena, la sobre explotación turística en muchas zonas del Pirineo y del Mediterráneo o la mano del hombre con su huella sobre el Medio Ambiente. Es fácil destrozar la naturaleza pero difícil reconstruiría. En el día de ayer confluyeron dos noticias en esta dirección, en dos lugares distantes pero cercanos, uno Belagua por proximidad vital y geográfica y otro, Cabo de Gata, cercano por proximidad emocional. El Ministerio de Defensa ha anunciado por fin el tan esperado derribo y acondicionamiento del lugar que ocupa el llamado refugio de los militares en el puerto de Belagua, en la zona de Yeguaceros, garantizando la devolución a la Junta del Valle del Roncal del suelo en su estado original. Esto supone la demolición de las instalaciones, como estableció el auto del 20 de enero de este año, y también la recuperación del entorno natural. Una buena noticia para los roncaleses y roncalesas, tanto como la que recibieron ayer los vecinos del Parque Natural de Cabo de Gata al conocer que por fin el Ayuntamiento de Carboneras ha declarado no urbanizable la zona donde se encuentra el polémico hotel Algarrobico, en la playa del mismo nombre, y que por fin abre la puerta a su demolición 20 años después.